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Llegar al 10 de mayo sin covid-19, festejo para trabajadoras de salud

Dos enfermeras y una cocinera que trabajan en hospitales de Pachuca celebran llegar a este Día de las Madres sanas y sin haber contagiado a su familia

Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.- Mujeres que cocinan, limpian y atienden a enfermos en hospitales de Pachuca celebran haber llegado a este 10 de mayo sin contagiarse de covid-19 y sin haber infectado a un solo miembro de su núcleo familiar.

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LSR Hidalgo recogió tres testimonios de trabajadoras de servicios de salud, que desde el pasado 19 de marzo, cuando se confirmaron los dos primeros casos de coronavirus en Hidalgo, están en la primera línea de combate contra el virus procedente del continente asiático.

Las trabajadoras, quienes tienen contacto directo con enfermos de neumonía y posibles pacientes portadores del virus SARS-Cov2, coinciden en que continuamente experimentan sentimientos de miedo e incertidumbre, que día a día vencen al ingresar a sus centros de trabajo.

DESDE LA COCINA

En medio de la contingencia sanitaria por coronavirus, Gabriela Sánchez Caballero considera relevante y esencial el trabajo del personal médico que a diario se juega la vida en el área que dispuso el nosocomio privado en el que trabaja para atender casos sospechosos de covid-19.

Aunque considera igual de importante la labor del personal de limpieza y sus compañeras de cocina, especialmente las que como ella salen a servicio y entregan alimentos a los enfermos internados.

Oriunda de la sierra de Veracruz, llegó hace 16 años a Hidalgo y actualmente labora como auxiliar de cocinera en un nosocomio privado ubicado en el centro de la capital hidalguense.

Ella es auxiliar de cocina, ayudar a preparar los desayunos y comidas que ingerirán los enfermos, incluyendo aquellas personas sospechosas de covid-19 o con enfermedades como neumonía, quienes permanecen aislados.

En el turno matutino, de 7:00 a las 15:00 horas, además de preparar alimentos Gabriela sale a servicio, es decir, entrega los desayunos o comidas de habitación en habitación.

La auxiliar de cocina destaca que en enero entró a la laborar en la clínica y en ese entonces no existía un área de confinamiento para sospechosos de covid-19, como actualmente pasa, tampoco había inquietud ante un posible contagio.

Sin embargo, Gabriela cuenta que “poco espacio queda para el miedo” en plena contingencia sanitaria, cuando existen dificultades económicas y dos menores en edad escolar a quienes alimenta y veste.

Además, refiere la empleada, este es el momento más inoportuno para cambiar de trabajo, pues desde que a los 18 años inició su vida laboral, este es de los primeros empleos estables que ha tenido.

En el hospital sí me ha tocado dar servicio a los pacientes (sospechosos), pero tenemos restricciones, hay un área donde los tienen aislados y todo está bajo control, hay un nivel en donde nosotros podemos dejar las comidas y no pasar más allá”.

Aun con las medidas de sanidad pertinentes para proteger al personal que labora en el nosocomio, Gaby señala que más allá del contagio está la salud de sus hijos de 10 y 9 años, quienes la esperan en casa.

En el hospital sí me ha tocado dar servicio a los pacientes (sospechosos), pero tenemos restricciones, hay un área donde los tienen aislados y todo está bajo control, hay un nivel en donde nosotros podemos dejar las comidas y no pasar más allá”.

En su infancia Gabriela se dedicó al campo y agricultura, en la adolescencia al comercio de flores en semáforos y hoy, a sus 34 años de edad, su actividad económica está en los hospitales.

“Aquí nuestros valientes son los doctores, los enfermeros, las enfermeras y también las chicas de intendencia, pero nosotros también como cocineros tenemos que estar ahí, apoyando y somos parte de ellos, somos un gran apoyo en la pandemia, sino hubiera cocineros, ¿quién prepararía o quien daría de comer?, también nos consideramos del equipo dentro del hospital”.

LA INCERTIDUMBRE DE SER UN CASO POSITIVO

Desde que Jimena Lara –nombre que se modificó a petición de la entrevistada- sale de casa y se dirige al hospital donde labora, acude con “incertidumbre” de contraer covid-19.

De sus 32 años, cinco los ha dedicado a la enfermería, específicamente en la atención de recién nacidos que están en terapia intensiva internados en un hospital infantil de la capital hidalguense.

La diferencia, dice Jimena, es que esta constituye la primera ocasión que existe preocupación por acudir al nosocomio, pues argumenta, tiene un hijo en casa al que teme contagiar.

Con la situación que estamos viviendo uno pensaría que es lo mismo en los hospitales, pero realmente no, uno tiene la incertidumbre y nos preparamos si es que algún paciente de este tipo llega a nuestras manos, pero hay preocupación porque no nada más soy yo, también es mi familia, expones a tus seres queridos, en mi caso que soy madre, a mi hijo, a mi pareja”.

Jimena especificó que actualmente no hay pacientes de covid-19 en el hospital infantil, pero sí hay un espacio destinado para recibir a los casos sospechosos.

“En el hospital donde trabajo se hicieron cuatro filtros, hay uno que es de covid, donde llegan los pacientes que pueden ser probables, es un área a la que se le hizo mantenimiento para que fuera dedicada a eso”.

Hasta el momento Jimena no ha tenido contacto con menores confirmados con el virus SARS-Cov2, pero señaló que su trabajo implica mantener cercanía con enfermeras, doctores e intendentes que laboran en otros hospitales privados o públicos, como el General de Pachuca, donde sí hay pacientes contagiados.

“La palabra correcta es miedo, es incertidumbre, porque yo sé que me preparé para algo así, pero me preocupa y da miedo porque no nada más soy yo, sino las personas que me esperan en casa, porque si yo me enfermo sé que voy a contagiar a mi hijo, eso se agrava cuando los niños son pequeños y dependen totalmente de ti”. 

EL MIEDO LATENTE

En sus 30 años de servicio como enfermera, tanto en hospitales públicos como privados de Hidalgo, Araceli Islas narró que es la primera ocasión que siente un “miedo latente” por acudir a su centro de trabajo, salir de la jornada laboral y llegar a casa, donde aguarda su familia.

Recordó que hace 11 años afrontó la influenza AH1N1 y aunque actualmente no trata de manera directa con pacientes sospechosos o infectados por covid-19, no descarta la posibilidad de llegar a estar en la primera línea de atención como actualmente hacen sus compañeros y conocidos de tres décadas atrás.

La entrada de la fase dos de emergencia sanitaria en México, que se declaró a finales de marzo por el gobierno federal, implicó medidas más estrictas para todo el personal de salud, incluso más que en 2009, recordó Araceli, pues en aquella anualidad no viajaba con ropa de civil o prendas de vestir adicionales para cambiarse antes de entrar o salir del trabajo.

Tampoco colocaba su calzado de enfermería afuera de casa antes de ingresar a su hogar para ver a su familia al terminar su jornada laboral, pero todas las medidas que toma son necesarias, pues considera, el covid “es un virus silencioso”.

Lo que hacemos es seguir los protocolos en nuestro hogar para evitar contagios masivos, la institución te pone ciertas medidas higiénicas que hay que seguir, pero una vez que salgo tengo que ver la manera de proteger a mi familia, sí se siente el peso de esta pandemia porque nos da miedo como trabajadores de la salud, yo como enfermera da miedo tener un contagio porque somos seres humanos, tenemos familia, hijos”.

Aun cuando el gobierno federal declaró a través del subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, el inicio de la fase tres de la epidemia, que implica un ascenso en número de casos por coronavirus, persiste la incredulidad de algunos habitantes de Hidalgo, consideró Araceli.

“Para los que no viven la situación es fácil decir: ‘no pasa nada, aquí no existe’, cuando realmente nosotros lo vemos de cerca, por más que les decimos que es verdad, la gente no entiende”, refiere la enfermera.

sjl