PACHUCA.- Hoy fue un día de visita diferente en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Pachuca, después de dos años se permitió la entrada a menores de edad para visitar a sus familiares en reclusión. Karina llevó a sus dos hijas a ver a su papá, interno en el penal.
La madre de familia comentó que recientemente se permitió el acceso a sus hijas, las cuales estaban sujetas al semáforo epidemiológico. Sobre sus pequeñas dijo que hoy estuvieron emocionadas de reencontrarse con su papá. Desde muy temprano se alistaron con ropas de sus colores favoritos y buscaron comida para llevar.
Karina y otras familias llegaron al penal con ollas de comida, platos y pasteles. Como las hijas de la madre de familia otros menores de edad no habían visto a sus padres desde el inicio de la pandemia, que quedaron las medidas impuestas en estos espacios prohibieron las visitas casi a totalidad.
“La felicidad de ellas y la de él, son lo más importante, a veces se nos olvida que pierden sus derechos civiles, pero no lo que son, y él ama a sus hijas y necesitaban verse, estar dentro los desgasta mucho (a los internos). Las extraña mucho”.
Agregó que para las menores la vida con su padre en reclusión ha sido complicada, ya que han recibido malos tratos del resto de su familia, que les cuestiona constantemente: “¿Tu crees que va a regresar tu papá?”
“Se han desquitado con ellas, de la situación que estamos pasando, hemos cortado relaciones con muchos familiares. Hasta se burlaban de ellas y les decían que ya no esperen a su papá y se busquen otro… y sin verlo, las pobres ya no podían y mi esposo tampoco”.
La fila en este centro fue constante durante todo el día, los menores esperaban a ser ingresados por sus familiares.
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Para pasar se registraron previamente. Entre los requisitos están: el uso de cubrebocas y el resto de las medidas sanitarias dispuestas por el covid-19.
Para la entrevistada es necesario que sean revisadas las estrategias de reinserción social, para que exista una forma en la que las familias puedan seguir unidas, ya que, según sus palabras, usualmente, se desintegran cuando hay una persona dentro de la cárcel.
Relató que en las charlas con otras mujeres que van a visita, resalta que las familias, por lo general, las dejan solas, eso les genera mayor dificultad para hacerle frente al proceso ya que se convierten en el sostén económico y emocional de su núcleo.
Hoy pudimos entrar y es un paso importante, pero mientras no estemos juntos de nuevo, esto seguirá siendo difícil, para él, para las niñas y sobre todo para mí, porque tengo que estar en los dos lados, al mismo tiempo”.
Fotografías de Sonia Rueda
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