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Algunos locatarios de Tula tal vez no vuelvan a abrir, perdieron casi todo

Marisol y Magdalena rescatan lo más posible de sus óptica y estética, pero es poco, el lodo y agua arruinaron casi todos los objetos de trabajo

Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.- Después de la inundación en Tula por el desbordamiento del río que superó los dos metros de altura, algunos dueños de negocios acudieron a sus locales para contar las pérdidas y daños. Levantar la cortina significó ver su patrimonio destruido y la posibilidad de no abrir de nuevo, esta es la historia de Marisol García.

Ella y su pareja son dueños de una óptica, se dedican a graduar armazones. La creciente no afectó su casa, pero el sustento familiar sí. El local está ubicado a dos minutos del río, frente a la clínica de especialidades, en el centro.


Desde que llegaron a ver cómo estaba, notaron la marca del agua en la cortina y en la pared, alcanza casi un metro. En los negocios de alrededor, se notaba que había entrado el agua y la tierra.

Levantaron su cortina y vieron todos los aparatos en el suelo, los sillones desordenados y mucho de su material inservible.

Casi todo nuestro equipo se dañó, hay pérdidas de más de 80 mil pesos, nos llevamos lo que podemos. Nosotros nos enteramos por Facebook, cuando pudimos venir… ¡Ay no! fue muy triste”.

Llegaron al espacio, con muchas dificultades abrieron, se hicieron paso entre el lodo. Eran las 10 de la mañana, apenas amanecía, otras calles seguían inundadas.

Por el costo de los equipos, y la reinversión de las máquinas, Marisol considera que no podrá reabrir. Ella y su pareja apenas pudieron rescatar unos armazones que estaban en lo alto del local.

Hasta el momento no hay cifra oficial de los negocios cerrados, ni de las pérdidas que ha tenido el sector comercial. En la zona centro todavía no disminuye el torrente, muchos negocios siguen inundados y los dueños aún no han podido evaluar los daños.

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Marisol no es la única, una cuadra antes, en el mismo camino al río hay por lo menos seis locales donde hacen limpieza, con bolsas de plástico en los pies ingresan a barrer y trapear. Son una tienda de abarrotes, de compostura de zapatos, una farmacia y una estética, ahí trabaja Magdalena Baltazar, junto con su hija, limpia el lugar.

Fotografías de Sonia Rueda e Ian Lima

En el suelo hay tierra, envases de tinte, muestras de cabellos, rubios, castaños y rojizos. Shampoo, cremas, varios espejos salpicados. Ella tiene casi 20 años de experiencia y 9 de estos los tiene en ese local.

Pensar en abrir de nuevo no es algo cercano, debe renovar el espacio, resurtir sus productos, una de sus máquinas para cabello está severamente dañada. Ella pide la intervención de las autoridades de los gobiernos, ya que esta es su única fuente de ingreso, es madre soltera y su hija cursa la universidad.

Ellas son las primeras, podría haber mayores pérdidas comerciales. Ambas señalaron que no hay ofrecimiento de ayuda para reactivar su negocio, por lo que esperarán a que el apoyo llegue pronto.


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