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Zozobras del 2020 para la infancia

Educación, salud y violencia: tres elementos de las zozobras para niños, niñas y adolescentes durante este año

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Escrito en HIDALGO el

Ya cierra el año 2020, el balance sobre lo que nos deja este año es obligado. Las líneas que emitiré no serán suficientes ante la situación que enfrentan las niñas, niños y adolescentes para el ejercicio de sus derechos, cada uno es motivo de varias columnas y reportajes. Comenzaré diciendo que 2020 fue un año sacudido por el coronavirus SARS-CoV-2, y en este contexto, la niñez se hizo cada vez más invisible y evidenció aún más las desigualdades en que viven.

Primero en la educación; a partir del mes de marzo las escuelas cerraron sus puertas y se comenzaron a utilizar formas virtuales para impartir las clases, allí se evidenciaron las primeras desigualdades: el poco acceso a internet, el escaso equipamiento tecnológico en los hogares y el dominio de estas tecnologías por parte del personal docente.

La Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de tecnologías de la Información en los Hogares (2019) afirma que: en México, a pesar de que 9 de cada 10 domicilios cuentan con un equipo telefónico, poco más de la mitad apenas tienen acceso a internet, es decir 1 de cada 2 hogares en México acceden a la red, y sólo el 44% de los hogares en México cuentan con al menos una computadora. A estas condiciones materiales, se ha sumado la crisis económica y de desempleo, aún con esto, las familias han hecho esfuerzos para adquirir equipos telefónicos, computadoras, han realizado contratos con compañías de internet en el mejor de los casos. En otros se conforman con los ejercicios que les mandan las profesoras y profesores, ya sea mediante grupos de redes sociales o llevando directamente a las comunidades los documentos o las copias con los ejercicios a realizar durante la semana o la quincena, dependiendo la lejanía.

La ONU también ha advertido de la pérdida y el atraso cultural que generará la pandemia. Si no me cree, pregunte Usted a cualquier niña, niño o adolescente, qué es lo que ha aprendido en la escuela y primero soltarán una risa de nerviosismo, después intentarán responder su pregunta, pero al poco tiempo estará Usted escuchando quejas de las actividades, del profesorado y de las dificultades para aprender. Con todo lo anterior, hay estudios que prevén la deserción de aproximadamente 1.5 millones de estudiantes de educación básica en todo México. En algunas comunidades hidalguenses, por sondeos personales con adolescentes, han dejado de ir hasta el 40% de su alumnado. Niñas, niños y adolescentes han comenzado a trabajar, se dedican a ayudar a sus familiares en el mejor de los casos, pero hay otros que están en riesgo de ser reclutados por el crimen organizado o la explotación laboral infantil.

Segundo, la garantía del acceso a la salud a la niñez y la adolescencia no fue asegurada. La idea errónea de que niñas, niños y adolescentes se enfermaban menos por el COVID-19, dejó de lado estrategias de información, de prevención y de atención directa, no sólo ante el contagio por este virus, sino en otros ámbitos de la salud, como la sexual y la mental. Tan sólo basta con los datos que se proporcionan diariamente, sólo un par de veces se habló de niñas, niños y adolescentes en las conferencias vespertinas.

Hay en México, pocas o nulas opciones de programas para atender la salud mental, y ésta es la preocupación más latente y algo que cualquier autoridad de nivel federal, local o municipal puede hacer, ya que, en estos momentos de confinamiento la salud mental debe estar colapsada o deteriorada para un gran número de niñas y niños; seguramente traerá otras consecuencias devastadoras para la sociedad en algún momento, como la mortalidad infantil o el suicidio. Por colocar un dato, algunas predicciones aseguran que la mortalidad infantil aumentará entre un diez a un cincuenta por ciento. Un dato aterrador por supuesto. 

Un tercer elemento, de esta zozobra, es la violencia, un fenómeno que ha sido un cáncer desde hace ya algún tiempo. En este fenómeno, las niñas, niños y adolescentes son víctimas constantes y durante 2020 no fue la excepción. Desde la violencia que emerge en los hogares: gritos, golpes, maltrato y abuso sexual; en datos 1 de cada 10 adolescentes entre 14 y 17 años reportó haber vivido algún tipo de violencia sexual, de acuerdo con la Consulta Infantil y Juvenil 2018 del INE. Con el aumento de las personas usuarias de internet, también aumentaron los actos de violencia digital o virtual, en particular en contra de las mujeres y las niñas. Pero las violencias que persisten son los homicidios dolosos contra la niñez, la desaparición y el feminicidio infantil que de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo ha aumentado en México un 17.7%.

En este balance de desigualdades, es imposible no hablar de la pobreza como una acción estructural que coloca en una situación vulnerabilidad a la población, en este sentido, varía de un estado a otro, pero de manera general se calcula que más de la mitad de niñas, niños y adolescentes de México se encuentran en pobreza y aumentará por la crisis sanitaria y económica, el desempleo y la pauperización por parte del Estado. Se calcula que casi 10 millones de personas engrosarán estas filas.

Ante todo, este panorama desolador y de zozobra, nos queda preguntarnos ¿Cómo vendrá este 2021? ¿Qué acciones realmente tendrán impacto en estas condiciones? ¿Qué autoridades estarán atentas a estos datos para tomar decisiones en las instituciones? ¿Quiénes se tomarán en serio a la niñez como una esperanza para mejorar como sociedad? ¿Cómo habrá de incorporar las necesidades de niñas, niños y adolescentes a los movimientos sociales actuales?

Para el estado de Hidalgo, los datos son sólo el espejo de las condiciones nacionales, por supuesto que, para afinar más las decisiones, las autoridades necesitan hacer análisis desde lo local y buscando visibilizar lo que piensan, lo que sienten y lo que viven las niñas, niños y adolescentes que están más cerca. No me queda más que desearles que estos desasosiegos se atiendan en 2021, aún hay rayitos de esperanza, porque pensar en ella, ahora es una posibilidad, allí está la respuesta.