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Y seguimos hablando del Chapo

Joaquín Guzmán Loera es un delincuente y así debe ser tratado.

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Escrito en OPINIÓN el

 

Como si no hubiera otros temas relevantes que abordar, El Chapo Guzmán ha acaparado la atención de la opinión pública durante ya casi una semana. Primero fue la noticia de su recaptura, luego su ingreso al penal del Altiplano, la crónica del operativo así como la posibilidad de que sea extraditado, pero lo que ha despertado mayor interés es la polémica entrevista que le hiciera Sean Penn para la revista Rolling Stone y que fue gestionada por la actriz Kate del Castillo quien supuestamente también iba a producir una película sobre su vida. No cabe duda que en ocasiones la realidad supera a la ficción, y estamos ante una de ellas.

 

No se trata de restarle importancia a la detención del delincuente más buscado del mundo que durante años burló a las autoridades mexicanas, y mucho menos de regatearle reconocimiento a nuestras fuerzas armadas y en particular a los marinos, pero me parece que debemos ubicarla en su justa dimensión y analizar sus posibles implicaciones.

 

Sin duda el gobierno federal tiene motivos suficientes para celebrar la captura de Guzmán Loera -y más el secretario de Gobernación que con ello regresa a la carrera presidencial- pues además de resarcir cuando menos en parte el duro golpe que le propinó la fuga, significa un pequeño respiro sobre todo en momentos sumamente difíciles para la economía (pobre crecimiento, grave desigualdad, devaluación del peso frente al dólar, caída en los precios del petróleo) y en un año eminentemente electoral en el que están en juego 12 gubernaturas.

 

No obstante, me parece que la reacción fue excesiva -y diría que hasta penosa en el caso de los diplomáticos entonando el himno como si se hubiera anunciado la erradicación de la pobreza-, pues a fin de cuentas lo único que hicieron fue cumplir con una obligación y de acuerdo a las encuestas ni siquiera les ayudó gran cosa a mejorar la imagen gubernamental (23%).

 

Como lo señaló el mismo capo en la francamente mediocre y apologética entrevista que se publicó recientemente, su detención en nada va a mermar el tráfico de drogas y tampoco resuelve la situación de inseguridad y violencia que padecemos, o los niveles de corrupción e impunidad imperante.

 

Incluso con el reacomodo que seguramente se está dando al interior de las organizaciones criminales y la disputa por el control de los territorios, se puede presentar una escalada de violencia y muy pronto surgirá un nuevo “barón de la droga” que no es difícil pensar que contará con la protección de policías, funcionarios y políticos ya que sólo así se puede explicar la existencia de estos personajes.

 

Tampoco debe escapar a nuestra atención la respuesta de buena parte de la sociedad cuando se dio a conocer la detención del Chapo. Al igual que ocurrió con la fuga, de inmediato se desataron toda clase de especulaciones como que se trató de un montaje pactado con el capo para distraernos sobre el incremento en el precio del dólar, lo que evidencia una vez más el descrédito absoluto de la clase gobernante, pero lo más grave es el enaltecimiento de quien representa uno de los peores modelos a seguir pues revela un profundo resquebrajamiento en nuestros valores sociales. Joaquín Guzmán Loera es un delincuente de la peor ralea y así debe ser tratado.

 

Enalteciendo al Chapo pues evidencia el resquebrajamiento ético que padecemos como sociedad. No podemos permitir que sigan surgiendo antihéroes como modelo a seguir pues es muy peligroso.