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Vivir rápido, morir joven

Su carrera estaba a punto de despegar con esa decisión; el futuro lucía sin límites para su carrera; sin embargo, su destino fue distinto | Omar Pérez Díaz

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Escrito en HIDALGO el

La tristeza invadió Pachuca aquella mañana del 30 de enero.

La Bella Airosa era una ciudad pequeña con algo así como 300 mil habitantes. Todos estaban consternados con la noticia de la tarde anterior: Pablo Hernán Gómez y su esposa Mónica González, habían fallecido en un accidente automovilístico. Sus dos pequeños hijos, Leandro y Micaela, sobrevivieron de milagro a la tragedia.

El sacerdote que ofició la misa de cuerpo presente en La Villita trató de consolar a la familia y a todos los asistentes con estas palabras:

“Hay personas que pasan muchísimo tiempo tratando de dejar huella en esta vida; a nuestro hermano Pablo Hernán únicamente le bastaron 23 años para ganarse el reconocimiento de la gente y quedarse en nuestros corazones”.

Tres años antes, casi a la misma hora, el futbolista era presentado sobre la cancha del Estadio Hidalgo como refuerzo de los Tuzos. Había pasado por Veracruz y Morelia antes de ser detectado por el ojo clínico de Andrés Fassi.

Pablito era un delantero fantástico. Rápido, fuerte y letal frente al arco.

Sus virtudes fueron determinantes para que la escuadra blanquiazul ganara el primer título de su historia en el Invierno 1999 con seis anotaciones del argentino, convirtiéndose de inmediato en ídolo del equipo.

Pero Gómez Manzanella (su segundo apellido) era un tornado dentro y fuera del campo…

Noble y generoso, nunca negó un origen humilde en su natal Mendoza. “Yo no tenía nada, ni zapatos y el piso donde crecí era de tierra, ¿qué me van a decir a mí de carencias?”, deslizó alguna vez a manera de confesión.

Cuando la fortuna del futbol le sonrió, no lo dudo: viajó con padres, hermanos y una joven esposa a México. Una docena de parientes siempre lo acompañaban en sus aventuras con todo lo malo y bueno que eso implica.

Que, si los hermanos ya se habían metido en un lío, Pablito los ayudaba; que si peleaba con Mónica era un tema a resolver en el vestidor con Javier Aguirre; otro día Leandro acabó en el hospital y los papás fueron hasta el estadio para avisarle al jugador… ¡a medio partido!

“¿Cómo no lo iba a sacar si viene la familia y le dice que su hijo está enfermo?”, reveló Javier Aguirre cuando fue cuestionado por sacar a su figura del juego.

Pachuca sabía que su estrella cargaba sobre sus hombros a todo el clan.

Cuando arreglaron contrato, en el año 2000, le pusieron una condición: vivir únicamente con su esposa y sus hijos. Pablito aceptó. Su carrera estaba a punto de despegar con esa decisión; más maduro y más profesional, el futuro lucía sin límites para su carrera; sin embargo, su destino fue distinto.

“¿Para qué chingados te compras un coche tan caro?”, le preguntó el Vasco Aguirre al muchacho cuando vio el auto último modelo que adquirió unas semanas antes del accidente. El delantero reaccionó con una sonrisa y encogiéndose de hombros.

Se cumplen 20 años de aquella terrible tarde de enero.

Pablo Hernán regresaba desde San Luis Potosí a más de 150 kilómetros por hora en la carretera Huichapan-Ixmiquilpan. Quería llegar puntual al entrenamiento de su equipo pero fue la inmortalidad la que lo esperaba.

REMATE

“Vive rápido y muere joven”. La frase hollywoodense aplica tan frívola frase a quienes aspiran a ser un mito moderno. Muy pocos, en verdad, lo consiguen. Pablo Hernán Gómez sí es la mítica centella que un día vimos en la Cuna del Futbol Mexicano.