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Turquía, entre atentados y refugiados

El terrorismo en Turquía puede ser considerado como un fenómeno habitual.

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Escrito en OPINIÓN el

El pasado domingo 13 de marzo Ankara, la capital turca, sufrió un nuevo atentado terrorista. Suman tres en esa misma ciudad, en los últimos meses. Como perpetradores, diversas fuentes coinciden en señalar a los rebeldes kurdos, pero también, al grupo Estado Islámico.

 

Los militantes kurdos pertenecen a un grupo separatista que ha realizado ataques con bombas en Turquía. Pero también existe una organización armada escindida del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PPK), conformada por colectivos de extrema derecha e islamistas que también se ha reivindicado algunas acciones.

 

Por otro lado los denominados Halcones del Kurdistán es un grupo armado que se adjudicó el atentado anterior, perpetrado en el mes de febrero. Todas estas facciones han estado bajo fuego intenso, en una fuerte ofensiva del ejército turco. Sin embargo, al Estado Islámico se le atribuye la masacre del 10 de octubre del año pasado en el que perdieran la vida 95 personas y otras 256 resultaran heridas frente a la estación del tren de Ankara.

 

Miles de civiles han muerto bajo bombardeos en la guerra que libran las fuerzas turcas contra milicianos kurdos en el sureste del país. Miles de ciudadanos han sido desplazados debido a los cruentos ataques consecuencia del fracaso del proceso de paz con el PKK y de la guerra en Siria. Estos enfrentamientos son reiteradamente mencionados como razón principal de los ataques terroristas por parte de los rebeldes kurdos.

 

Debido a todas estas circunstancias el terrorismo en Turquía puede ser considerado como un fenómeno trágicamente habitual. Es importante tener presente que el concepto de terrorismo implica tres dimensiones: violencia, terror y una finalidad política o social. De esta manera las aristas de este fenómeno, particularmente en Turquía, conllevan problemas muy arraigados y sumamente complejos. Mismos que abarcan numerosos conflictos de tipo político, económico, religioso, social y cultural.

 

El panorama es desgarrador, más aún si consideramos la delicada situación geopolítica de Turquía. La frontera turco-siria es punto neurálgico de la crisis de refugiados que actualmente se presenta en Europa, debido tanto a lo señalado líneas arriba, como a la guerra civil en Siria. Con relación a esto último, actualmente Turquía y la Unión Europea ultiman un convenio contrario al derecho de gentes para enviar a miles de refugiados a tierras turcas a cambio de 6,000 millones de euros de compensación y otras prestaciones, entre ellas, la de acelerar el proceso de integración de Turquía a la Unión Europea.

 

Esta situación es en suma trasgresora de derechos humanos de las personas refugiadas y migrantes, sobre todo si consideramos la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, que claramente estipula que quien llega a un territorio extranjero puede pedir refugio y no debe ser expulsado o deportado hasta que no se revise meticulosamente su situación.

 

En tanto los instrumentos internacionales otorgan derecho y garantías en condiciones de igualdad humana, todavía hay quienes de forma contraria a los criterios más elementales de humanismo y derecho internacional cosifican a los refugiados y migrantes o los tratan como mercancías de cambio.

 

Es asombroso también que estén argumentando para la consumación de este atentado contra el derecho internacional humanitario que Turquía es un país “seguro para ellos”. Cuando existen criterios claramente establecidos para poder considerar a un país como opción sólida y estable para garantizar el bienestar de las personas que por diferentes razones necesitan refugiarse en otro país.

 

Debemos tener presente que problemas tan complejos como los que actualmente vive el mundo, como el terrorismo y la atención humanitaria a personas refugiadas tienen causas que deben removerse de fondo y sobre todo deben ser tratadas responsablemente durante un conflicto armado. Es fundamental que como eje central de cualquier solución que se pueda plantear para los refugiados en Europa, se considere primero a la persona con solidaridad y humanismo. Sin embargo, parece que no existe ningún interés, mostrado hasta ahora por los gobernantes de algunos países europeos, de respetar lo establecido por el derecho internacional humanitario.

 

Factores económicos y de estrategia política son, nuevamente, el motor siniestro que pone en marcha la desigualdad humana ante la tragedia del refugiado y las miserias de la guerra.

 

@UlisesSandal

@OpinionLSR