Muchas cosas han pasado durante las últimas semanas, entre la inundación en los municipios de Tula, Chilcuautla, Ixmiquilpan, Mixquiahuala, Tasquillo, Tepeji del Río, Tezontepec de Aldama, Tlahuelilpan y Tlaxcoapan en el estado de Hidalgo; el temblor del pasado 7 de septiembre, que a muchas y muchos nos revolcó las memorias de aquel septiembre del 2017; y el terrible derrumbe en el Cerro del Chiquihuite en Tlalnepantla, Estado de México.
A partir de estos lamentables sucesos, se desencadenó la solidaridad y empatía de muchas personas. Como en otros momentos, la sociedad desinteresada suma esfuerzos para acompañar y apoyar a quienes han perdido su patrimonio e incluso, a sus familiares.
Ante situaciones catastróficas que tienen una variante natural, pero sin duda también la mano del ser humano, misma que es observable y que, además, debe generar fuertes reflexiones (entre ellas el papel de los gobiernos para prevenir y atender); es necesario evidenciar la participación de las personas, aquellas que se suman con víveres, dinero, apoyo en la limpieza y otras acciones. Personas solidarias que reflejan la tradición mexicana de tender la mano cuando se requiere.
Hay un concepto que me gustaría retomar acá, que se ha hecho presente en las últimas semanas, la resiliencia comunitaria, es decir aquella capacidad de la sociedad de atender y superar situaciones de emergencia desde la memoria colectiva, las capacidades sociales, las estrategias de organización y el aprendizaje. Y lo retomo, porque lo que sucede en Hidalgo y en el Estado de México, es un claro ejemplo de ella.
Pero, así como rescato la resiliencia colectiva de la población mexicana e hidalguense, también es importante señalar a los actores políticos que parece que andan en precampaña para las elecciones del próximo año, desde aquellos que andan de gira, hasta los que se mandan a hacer la sesión de fotos en la entrega de ayuda en los municipios hidalguenses afectados, entre otras acciones que no considero importantes colocar aquí.
Lo anterior lo retomo, porque considero que es una situación que como población pocas ocasiones vemos, le damos importancia o la dejamos pasar, y es fundamental no olvidar, recordar estos actos, muchos de ellos viles, utilitaristas de las personas y de las circunstancias lamentables que miles están viviendo. Sin duda, debemos tenerlo presente, pues no estoy segura que ante los retos que nuestro estado enfrenta, estas sean personas que necesitemos en los espacios gubernamentales.