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Sosa Castelán, presidente Tuzo; Adolfo, el ayudante

Pistola en mano, bajaron a los pasajeros, subieron a jugadores y cuerpo técnico para llegar tan campantes… con todo y el chofer secuestrado | Omar Pérez Díaz

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Escrito en HIDALGO el

Una mañana de 1979, Gerardo Sosa Castelán llegó al Estadio Revolución Mexicana junto con un grupo de diez o doce jóvenes que lo acompañaban desde años antes, cuando fue líder de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUH).

Llegó hasta el círculo central de la cancha para hablar con el técnico del equipo, José el Che Gómez, quien pidió al recién llegado: “necesitamos nos pinten la cancha para acabar el entrenamiento”.

Sosa Castelán metió la mano a su bolsillo, sacó un billete al tiempo que ordenaba:

- A ver Adolfo, ve por cal y pintas el campo.

Sin chistar, su asistente tomó el dinero y regresó para dibujar las líneas de juego, personalmente, con bote y bulto de cal en mano.

Vino otra solicitud del veterano entrenador: “igual necesitamos agua”.

Gerardo volteó hacia otro de sus ayudantes.

- A ver cabrón, tú ve por unos garrafones de agua.

Inocente, el veinteañero respondió: “voy… pero no traigo dinero”.

Viéndolo fijamente, con la mandíbula apretada, el jefe explotó: “¡Pues róbatelos, pendejo!”.

Tres muchachos salieron como rayo a la calle y pararon al primer camión de garrafones con agua que pasó por ahí. Regresaron con dotación de agua para toda la semana.

Anécdotas así se platican del periodo que Gerardo Sosa Castelán fungió como presidente del Atlético Pachuca, entre los años 1978 y 1981.

El temido abanderado estudiantil, originario de Acaxochitlán, tenía 23 años cuando recibió la encomienda de presidir a los Tuzos. El gobierno del estado había entregado la administración del equipo a la Universidad Autónoma de Hidalgo.

Así fue como Sosa Castelán tomó el mando del club por indicaciones del rector Carlos Herrera Ordoñez, que nada sabía ni quería saber del futbol.

Una de sus primeras decisiones fue cambiar el mote del equipo. Ya no fueron Tuzos sino Garzas, aunque a nivel nacional todos hablaban del Atlético Pachuca de Segunda División.

Por aquella época, la Federación de Estudiantes Universitarios era un organismo intocable; algunos de sus integrantes causaban desmanes en la ciudad solapados por el gobierno estatal.

Acostumbrado a manejarse con autoridad entre la grey estudiantil, Sosa Castelán trató a los futbolistas con soltura, ocurrente, bromista pero siempre desde la imagen de jefe. Su gesto se endurecía cuando negociaba contratos o, de plano, grosero, cuando le pedían dinero. Hacía promesas de premios que no cumplía como algunos modernos dirigentes balompédicos.

Las Garzas tuvieron tres temporadas discretas. Solo festejaron en 1979… cuando evitaron el descenso.

Durante esa gestión lo más llamativo eran las formas cómo se manejaba lo relacionado al equipo.

CON PISTOLA EN MANO

Una ocasión el plantel viajaba para un partido a Zamora, Michoacán, cuando el autobús se descompuso. Sin dudar, el grupo de jóvenes que siempre escoltaba el transporte, atravesó su camioneta en la carretera y detuvo a otro camión de la empresa ADO que pasaba.

Pistola en mano, bajaron a los pasajeros, subieron a jugadores y cuerpo técnico para llegar tan campantes a la concentración… con todo y el chofer secuestrado.

Otra vez, el doctor hizo una lista de medicamentos que necesitaba la plantilla; ayudantes de Sosa Castelán fueron a surtirla a una farmacia. Mostraron la numerosa receta y ya con el pedido en mano dijeron: “somos de la FEUH, luego les vienen a pagar”. Obvio, nunca volvían.

Al presidente más joven en la historia del Pachuca, no le gustaba perder pero tampoco se alteraba.

Su verdadero interés era la política y el ámbito universitario donde tomó el control de la UAEH durante casi cuatro décadas hasta el lunes de esta semana; la administración de López Obrador le ha puesto tras las rejas, acusado por delincuencia organizada y otros delitos.

REMATE

Aquél muchacho delgado que fue por el bulto de cal y pintó sin problema la cancha del Estadio Revolución Mexicana era Adolfo Pontigo Loyola, hoy rector de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.