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Segundo informe

En materia de espacio público, hay inversiones históricas, que dejarán huella. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Este 17 de septiembre, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México presenta su Segundo Informe de Gobierno. Seguramente su balance será triunfalista, pero yo tengo muchos asegunes desde mi perspectiva de análisis de ciertas agendas, como desarrollo urbano, movilidad y espacio público.

Lo primero que debo decir es que, como demócrata, puedo vivir gobernado bajo un gobierno con el que no estoy de acuerdo, siempre que éste sea lo suficientemente abierto para deliberar posiciones distintas a la suya, y no ha sido el caso. Lo segundo que diré es que como una persona que votó por Claudia Sheinbaum, sí tengo una distancia respecto a mis expectativas, aunque sigo pensando que las otras alternativas no eran mejores.

Mi primera preocupación por este gobierno fue justo antes de que empezara, por el respaldo a una consulta privada que tuvo efectos públicos y muy negativos para la ciudad: la cancelación del Aeropuerto de Texcoco. Si bien podemos acusar subordinación al presidente, yo creo que la promoción de la cancelación del NAIM la hizo con profunda convicción ... y miopía.

La posterior cancelación de los proyectos público - privados en los Cetram, incluyendo Constitución de 1917, para detonar proyectos sólo con inversión pública, también representa una falta de visión de la Jefa de Gobierno. En los terrenos de mayor valor tenemos que aprovechar el interés privado, para que el recurso presupuestal se enfoque a los puntos con menor atractivo económico, pero mayor relevancia social. Hacer lo opuesto, en realidad, afecta a los más pobres, por mucha ideología que le quieran echar.

Al cabo de dos años veo muchas ganas de hacer bien las cosas, incluso las veo en la Secretaría de Movilidad, a la que he criticado en mis artículos; veo funcionarios bien intencionados, con ganas de innovar... pero, en general, el defecto de casi todo el equipo de Claudia Sheinbaum son las pocas ganas de escuchar. En aras de romper con el pasado, caen en el error de pensar que todo lo pasado estuvo mal, y en la curva de aprendizaje, hay cosas muy mal hechas.

Ha vuelto la tendencia priísta a informar números absolutos y grandes. Queremos llenar Estadios Aztecas con cifras. Presumen kilómetros, metros cuadrados, inauguraciones, adquisiciones sin precedentes, etc., pero carecen de planes y programas con horizonte 2024.

Ahora somos la segunda ciudad del mundo con más disposición de internet en espacios públicos, según se jactan; lo he probado y es fácil conectarse, es de calidad, pero como noticia grandilocuente no sé si realmente esto se refleja en conectividad para quienes no pueden pagar el internet, o sólo es una acción más con la que se admiran en el espejo, como todas sus plataformas digitales que mucho anuncian, pero nadie usa.

Veníamos de un cuestionamiento muy severo al boom inmobiliario, pero en realidad las reglas no han cambiado, sólo se bajó la cortina, como evasiva de una realidad: construir centros comerciales, edificios corporativos, rascacielos, vivienda residencial, etc. ¡es legal! Entonces, o cambiamos las reglas, o armonizamos el desarrollo privado con el interés público. Pero en vez de que eso suceda, yo sólo veo a una funcionaria cruzada de brazos, recitando lugares comunes y palabras vacías en foros públicos.

En materia de espacio público, hay inversiones históricas, que dejarán huella. Muchísimos proyectos simultáneos. Hidalgo, Chapultepec y Balderas son obras que defiendo y que noto en la dirección correcta; pero cuando miro la obsesión por la grandilocuencia desintegrada en grandes espacios que a largo plazo pueden ser difíciles de mantener (Bosque de Chapultepec, Gran Canal, Periférico Oriente, Parque Cuitláhuac, Sierra de Santa Catarina, etc.), me preocupa que el espacio público es entendido como un destino y no como un camino; pero al menos estas acciones poseen un alto mérito ambiental, pues conllevan amplias reforestaciones y captación de agua pluvial.

Pero justo, en el sentido opuesto, ciertas acciones de gobierno han ido en contra de equipamiento y espacios públicos preexistentes. Me refiero a que los teleféricos quitaron espacios comunitarios, por la prisa política en la instrumentación; me refiero también a que en Cuautepec se cedieron canchas deportivas para instalar a la Guardia Nacional; me refiero a la destrucción del humedal de Xochimilco para hacer un paso a desnivel; me refiero a la ampliación del Circuito Interior sobre el Parque Galindo y Villa; me refiero a que asumen que los peatones deben brincar autos a través de puentes para llegar al transporte y a los parques.

No es un gobierno al que le guste confrontar sus ideas con otras personas, sean de quien sean. Al contrario, es un gobierno que cuando puede se cierra, se tapa ojos y oídos, le quita recursos al Presupuesto Participativo, le quita poder de decisión al Congreso de la Ciudad de México y ni siquiera se esfuerza en reconocerle su rol, a tal grado que el Segundo Informe de la Jefa de Gobierno será a distancia, so pretexto del covid-19, pero con cines y centros comerciales abiertos, lo que confirma sus prioridades.