Main logo

Salvando al Godín de Vacacionar

O por qué esperarte tanto tiempo no es bueno. | Aniela Cordero

Por
Escrito en OPINIÓN el

Se acerca la hora de salida, y Rosita selecciona la opción de “Respuesta automática” en su correo electrónico. Como buena damita Godín, no da muchos detalles, solamente que no estará disponible 2 semanas a partir de mañana y que contacten a sus compañeros, de todos modos, les deja el número de celular por si es alguna emergencia y de plano no pueden resolverla.

Llega a casa apurada, tiene que salir en 15 minutos y aún no termina la maleta. La termina con prisas, se quita el gafete y los tacones, y se cambia de ropa: pants, tennis y una sudadera. Agarra su bolsa, la maleta, el pasaporte y el boleto. Sale corriendo justo a tiempo para llegar al aeropuerto y documentar. ¡Felicidad al fin! Dos semanas de sol, arena y mar, relajándose del trabajo de 9 a 6 que tanto le estresa y le demanda. Dos semanas son el tiempo mínimo para recargar batería y regresar a la oficina llena de energía, con otra mentalidad, y dispuesta a soportarlo todo nuevamente hasta que esté al borde del colapso y tenga que pedir dos semanas de vacaciones.

Todos hemos sido, somos, y seremos Rosita en algún punto de nuestra vida Godín. Todos hemos querido vacaciones para escapar y regresar con la ilusión de encontrar algo diferente en nuestras oficinas, o de regresar con superpoderes y entrarle a nuestros días de 12 horas, fechas de entrega irrisorias, una bandeja de correo con más notificaciones de las que puede soportar nuestra salud mental, y a la sensación de hundimiento cada vez mayor de que vamos muy atrasados en nuestros pendientes y en cualquier momento van a llegar con nuestra caja.

Pongámonos a pensar…

¿Realmente funciona este ciclo de trabajo-trabajo-trabajo-trabajo-trabajo-trabajo-trabajo-trabajo-¡¡¡VACACIONES!!!-trabajo-trabajo-trabajo-trabajo-trabajo-yaparfavar-trabajo-trabajo-trabajo? ¿O es una ilusión nuestra que regresaremos relajados y capaces de enfrentarnos a cualquier monstruo Godín?

Temo confirmarles, queridos colegas, que es una ilusión. Y antes de que cierren el navegador y digan que no es cierto, déjenme explicarles por qué.

Por supuesto que las vacaciones son importantes, y mucho. Pero una semana de vacaciones (si bien nos va) o dos, no son suficientes para contrarrestar los efectos de la oficina, que son mejor conocidos como burnout o estrés crónico, y que estoy segura muchos hemos sentido en algún punto como estar cansados TODO EL SANTO DÍA, no poder dormir, dolores en el pecho o espalda que nos hacen pensar en infartos fatídicos… y ustedes me entienden.

Aunque esos días de vacaciones nos saben a gloria, su efecto desaparece demasiado pronto y entonces entramos en una depresión post-vacaciones que nos dura más de lo que nos tardamos en ahorrar para el viajecito, y que nos recibe con un gancho al hígado con una sensación de burnout concentrado que borra de un plumazo nuestros días en el paraíso.

Parte del problema, claro está, es que el trabajo no para y se sigue acumulando en nuestro escritorio vacío, regodeándose de la cara de desesperación que pondremos al regresar y ver todo lo que no hicimos durante nuestra ausencia. Y ahí está nuestro gancho al hígado que les decía hace 4 líneas: regresamos frescos como lechuga y PUM, el doble de trabajo para hacer en la mitad del tiempo, porque ahora no solamente tenemos que sacar el jale del diario, tenemos que sacar los pendientes en tiempo récord para evitar seguirnos atrasando y que el bronceado se desvanezca en 3 días de salir tarde y no ver el sol.

¿Entonces qué puede funcionar? ¿Qué podemos hacer? ¿Moriremos todos? No, no moriremos todos, sólo los más débiles. Y para asegurar la supervivencia de la raza Godín no es suficiente con programar vacaciones “largas” una vez al año. Tenemos que priorizar nuestra salud (física y mental) más que una vez al año y programar descansos todo el tiempo, y sí, por todo el tiempo me refiero también a nuestro trabajo diario, y cuando llegamos a casa. No sólo llegar y morir viendo la tele, si no hacer algo para distraernos y sacar a nuestro cerebro de la oficina mental que nos traemos con nosotros mismos.

No se alarmen, no tienen que perder la mitad del día fuera de su escritorio. Con 5 o 10 minutos de descanso por cada 90 o 120 minutos de trabajo, es más que suficiente. Y cuando es descanso no es “dejo la compu y me meto al cel” es “me paro, camino leeeeeeejos de mi escritorio, y regreso”. Esos 10 minutos no los van a matar pero sí tendrán un impacto significativo en la montaña de trabajo que tienen frente a ustedes.

Y si a pesar de descansar todos los días unos minutos, e irse de vacaciones dos semanas enteritas se sienten como niño chiquito en el primer día de Kínder, temo decirles que entonces hay que replantearse el trabajo y la oficina en la que estamos, y regresar a los básicos de qué es lo que nos hace felices en el trabajo, y si es necesario, cambiar.