Hace algunos años, lo más común era encontrarse con jerarquías organizacionales del tamaño del Empire State, que si había un Vicepresidente, un Gerente Senior y uno Junior, cada quién con sus asistentes, con sus jefaturas y coordinaciones para que fueran escalando durante el resto de su vida o para que se quedaran ahí. Hoy en día, nos encontramos con estructuras y jerarquías mucho más planas que se basan en los equipos multidisciplinarios de trabajo y no en el título nobiliario de cada quién.
El reto entonces, está en cómo liderar equipos tan diversos de trabajo y se resume en una palabra: inclusión. Esto no quiere decir que baste con agarrar una persona de chile, mole y pozole y ponerlas en el mismo equipo, es necesario tener un liderazgo inclusivo para que funcione; un liderazgo que asegure que todos se sientan incluidos, tomados en cuenta, valorados, empoderados y que agregan valor al equipo y a la compañía.
Varios estudios muestran que el ser inclusivos con nuestros equipos de trabajo aumenta la productividad en un 17%, aumentan la calidad de la toma de decisiones en un 20% y aumentan la colaboración en un 29%, y todo esto, ayuda a reducir el ausentismo.
No coman ansias, aquí están 6 rasgos que distinguen a un líder inclusivo de los que no lo son:
1. Compromiso visible: se les notan las ganas de mejorar, cambiar para bien el status quo, hacer responsables a los demás de sus funciones y acciones, y hacer de la inclusión una prioridad.
2. Humildad: son modestos cuando se trata de sus capacidades, admiten abiertamente sus errores, y crean el espacio para que otros participen y colaboren.
3. Conciencia de sesgo: conocen sus límites, sus puntos ciegos y las fallas del sistema, y con ese conocimiento, trabajan con base en la meritocracia.
4. Curiosidad: no solamente a nivel académico, si no a nivel personal. Se interesan honestamente en las personas que los rodean y que forman parte del equipo, son empáticos, no juzgan y tratan de entender a los demás.
5. Inteligencia cultural: ponen atención a los detalles personales y tratan de adaptarse a los mismos en la medida de lo posible.
6. Colaboración efectiva: empoderan a otros, ponen atención a la diversidad de pensamiento y seguridad mental, además de enfocarse en la integración y cohesión del equipo.
Claro, son rasgos que pareciera todos los líderes, independientemente de si son inclusivos o no, deberían tener, pero lo importante es cómo desarrollamos y nos aseguramos de tenerlos. Debemos conocer cuál es nuestro alcance o nuestra percepción como líderes inclusivos y preguntar por retroalimentaciones, sobre todo de personas diferentes a nosotros, dentro y fuera del equipo.
Como dice el dicho: “el que no habla, Dios no lo oye”, y no me refiero a presumir “Soy un líder inclusivo”, “Miren mi capacidad de inclusión”; no somos veganos ni crossfiteros. Basta con mostrar con acciones nuestro compromiso y entrega. Otra acción importante, es buscar las diferencias activamente y salir de nuestra zona de confort, tanto a nivel físico como mental y encontrar oportunidades de trabajar con equipos diferentes.
No le tengamos miedo a lo diferente, al final, es lo que más nos hace crecer.