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Restaurando la posición global de Estados Unidos

Se requerirá de un gran despliegue de capital económico, político e intelectual en EU para aliviar los sentimientos antiglobalización que reavivó Trump. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Joe Biden, consciente de que enfrenta una serie de desafíos al interior y exterior de Estados Unidos para revertir el legado de Donald Trump, se ha fijado entre las prioridades inmediatas abordar la pandemia de covid, la equidad racial, la economía y la inmigración en su país, tareas para las cuales en las primeras horas de su administración declaró Día de la Unidad Nacional el 20 de enero como una muestra de que trabajará para todos sus conciudadanos. 

Sin embargo, en el exterior es otra cosa, pues pegar la vajilla que rompió Trump no es tarea sencilla. Si bien un buen inicio es la formalización del reingreso de Estados Unidos al Acuerdo de París, efectiva a partir del 19 de febrero próximo, no es suficiente para atender la emergencia climática mundial ni para posicionar a los estadounidenses en el liderazgo que Trump cedió en la lucha contra el cambio climático. 

Es cierto, regresar al Acuerdo de París es un mensaje potente para el mundo, pero la ausencia de acciones adicionales puede desvanecerse en el aire. A estados como Washington, California y Massachusetts poco les importó el sabotaje de Donald Trump al Acuerdo de París y adoptaron ambiciosos programas climáticos unilateralmente, este hecho evidenció que Estados Unidos puede ser más ambicioso en sus compromisos nacionales sin perder su competitividad económica, al tiempo que resarce su posición global. 

Considerando el informe especial del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), los mayores impactos de las transformaciones climáticas ya recaen en las personas más pobres y vulnerables y, en consecuencia, exacerban las desigualdades y es un detonante para la migración. En este sentido una cosa a observar es qué tan grande será el deseo de la administración Biden por recuperar el liderazgo mundial el cual está ligado con la asistencia al desarrollo, que Estados Unidos suele brindar a los países menos desarrollados y que, vale recordar, Trump redujo drásticamente y la orientó hacia la seguridad en términos tradicionales y no a la seguridad humana. 

El tema de la seguridad global lleva el propósito de reconstruir los lazos con los aliados tradicionales en el exterior. China, por ejemplo, está en primera fila de temas para la cooperación bipartidista en el Congreso estadounidense no sólo porque las preocupaciones sobre China han aumentado desde el inicio de la pandemia, sino porque el coloso asiático es un rival estratégico en términos políticos, económicos y militares, con el cual la coordinación se presenta como tarea complicada para la administración de Jose Biden, y, por el contrario, parece necesaria la implementación de una estrategia de mano dura. El futuro trato a China hace que los europeos se erijan como los aliados naturales para limar las asperezas dejadas por Donald Trump, especialmente porque el acuerdo entre la Unión Europea y China dejó a muchos descontentos a cuyos ojos se anteponen los beneficios comerciales a los principios que deben prevalecer. 

Similar a China se presenta el acuerdo nuclear con Irán, del que Trump se retiró e impuso severas sanciones económicas a Teherán. Biden ha manifestado la intención de abordar las preocupaciones sobre el desarrollo nuclear de Irán, pero no duda sobre el papel que la diplomacia multilateral debe jugar para superar los desafíos regionales sin entrelazar otras cuestiones, en este importante proceso es un hecho que la alianza de Estados Unidos con Reino Unido, Francia y Alemania, así como con Israel, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos será uno de los pasos decisivos del gobierno de Biden en materia de política exterior. 

Por supuesto, el reto mayúsculo de Biden es que la política exterior de Estados Unidos no sea percibida contraria a los intereses de los estadounidenses. La cooperación internacional, la apertura comercial y la gobernanza multilateral promovidas por Biden de ahora en adelante deberán probar sus beneficios al interior del país ¿Cómo? Se requerirá de un gran despliegue de capital económico, político e intelectual en los próximos meses para aliviar los sentimientos antiglobalización y xenofóbicos que reavivó Trump y restaurar la posición global de Estados Unidos.