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¿Punto de inflexión?

La saturación informativa –paradójicamente– desinforma a la población; y puede hacer tanto daño como la falta de información. | José Antonio Sosa Plata

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Escrito en OPINIÓN el

La decisión fue acertada. La instrucción que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador de terminar con las conferencias vespertinas del Dr. Hugo López Gatell se explica por el alto nivel de desgaste que registró el formato durante los más de 500 días que se mantuvo vigente. También por el “agotamiento de la audiencia” y bajo interés que tenían los medios en este espacio desde hace varios meses.

A pesar de que la pandemia sigue activa y con altos riesgos de rebrotes, aún no queda claro cómo funcionará la nueva estrategia de comunicación. Hasta el momento de escribir estas líneas, solo se conocen algunas generalidades, pero ninguna estrategia. De lo que no hay duda, es que se trata de un punto de inflexión en la responsabilidad que tiene el Gobierno de la República de informar y orientar a la gente sobre un tema que requiere constancia, claridad y los mayores cuidados posibles para proteger la salud y la vida. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado con firmeza que es necesario continuar con las precauciones incluso después de la vacunación. También ha dicho que ninguna vacuna es 100% eficaz. Y, por si fuera poco, aseguró que es poco probable que algún país alcance pronto la inmunidad colectiva, porque estamos muy lejos de que se llegue a la meta de inmunizar por lo menos al 80% de cada comunidad. Por lo tanto, la estrategia de comunicación del gobierno debe corregir y seguir adelante.

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A casi una semana de que se cancelaron las conferencias vespertinas, las acciones de información, orientación y prevención en México no se deben relajar, ni por periodos cortos de tiempo. Por esto, resulta inaceptable el vacío informativo que se abrió desde el fin de semana pasado. ¿A qué razones obedeció la cancelación sin haber anunciado un nuevo proyecto? Sería peligroso y lamentable si en la decisión predominaron las consideraciones políticas.

El número tan elevado de contagios y muertes que tuvimos en el país son la evidencia más importante para que las personas, familias y comunidades se mantengan en las mejores condiciones de tomar decisiones y seguir defendiéndose del virus. Cierto es que la información sustantiva para prevenir se ha repetido demasiado. Pero también lo es que la comunicación no está dando los resultados que se necesitan.

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La falta de credibilidad y confianza que aún prevalece en parte importante de la población se explica por las contradicciones, errores, conflictos y confusiones que se generaron desde el espacio de la conferencia. En el mismo sentido operó la percepción equivocada que se creó sobre las proyecciones estadísticas del impacto que tendría la epidemia y las confusiones que se generaron, por ejemplo, sobre el uso del cubrebocas y las diversas dudas que provocó el semáforo epidemiológico.

Por otra parte, la saturación de información, el formato que privilegió las preguntas a modo, el apoyo en diapositivas cargadas de información (y muy difíciles de comprender) y las reacciones emocionales del Dr. López-Gatell ante preguntas que le resultaban inapropiadas o incómodas fueron algunas de las causas que también provocaron el desgaste del instrumento. Habrá que ver si habrá cambios importantes durante las intervenciones que seguirá teniendo los martes, en las conferencias matutinas del presidente López Obrador.

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A pesar de que muchos especialistas en materia de salud y comunicación advirtieron de los riesgos a tiempo, se mantuvo inalterable el formato de la conferencia. Y no solo eso. La decisión de politizar a niveles muy altos los contenidos e interacciones con los representantes de los medios solo catalizaron los conflictos, dejando en segundo término las necesidades reales de información que tiene la gente con mayor vulnerabilidad.

En la gestión de crisis, la eficacia se mide por los resultados, no por las buenas intenciones. Si bien bajaron los indicadores que hoy tenemos en relación con meses anteriores, las cifras oficiales de los organismos internacionales siguen siendo preocupantes. En esta semana, “México ocupa el décimoquinto lugar mundial en número de contagios y la cuarta posición como el país con más decesos por la pandemia, detrás de Estados Unidos, Brasil y la India”.

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Durante la gestión de una crisis sanitaria, la conferencia de prensa es un instrumento indispensable, pero no es el único ni necesariamente el más importante si tomamos en cuenta la diversidad cultural y regional de un país como el nuestro. Los expertos consideran el formato como una pieza más de un engranaje complejo. Por tal razón, la OMS parte de que la comunicación de riesgos “consiste en el intercambio, en tiempo real, de información, consejos y opiniones entre los expertos, los líderes comunitarios, los funcionarios públicos y las personas en situación de riesgo”.

El repunte de contagios del 8% que se registró durante la última semana, presiona a que las autoridades presenten ya la nueva estrategia de comunicación porque aún no se ve la luz al final del túnel. La experiencia nacional e internacional facilita la labor. Existen los protocolos, narrativas, manuales, módulos formativos y otras herramientas de orientación que han probado su eficacia.

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Si en realidad las autoridades quieren solucionar el problema a fondo, se tiene que modificar el esquema que privilegia la cantidad por la calidad de la información. Cuando no están claros los principios de comunicación, la saturación informativa puede hacer tanto daño como la falta de información. Asimismo, se tiene que aceptar que el grave problema que estamos viviendo no se trata de un asunto entre “autoridades incomprendidas” y adversarios que simplemente las atacan porque quieren dañar su reputación. 

El proyecto debe contemplar todos los tipos e instrumentos de comunicación que tiene a su disposición porque hay muchos que se están subutilizando. Los desviadores de agenda deben desaparecer porque solo sirven para encubrir errores. Y es imperativo –insisto– hablar con la verdad. La figura de un Vocero sigue siendo necesaria. La convocatoria a conferencias de prensa, también. 

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Sin embargo, se tiene que evaluar si el Vocero debe seguir siendo el Dr. Hugo López-Gatell. El desgaste que tiene es muy grande, a pesar de la confianza que le sigue teniendo el presidente López Obrador. Y lo que no se puede mantener en las conferencias de medios es el formato que vimos durante más de quince meses. Su diseño, manejo y operatividad fueron varias veces conflictivos y disfuncionales, no obstante los resultados que sin duda ha obtenido el Subsecretario en distintos momentos de su gestión.

El esquema “diferente” de comunicación que propuso dista mucho de ser la estrategia que el país necesita. La argumentación que dio la semana pasada demuestra que la comunicación estratégica no es lo suyo: “Dejaremos, por supuesto, como siempre los canales abiertos pero usando otros mecanismos, otros recursos, posiblemente tendremos cápsulas informativas periódicas, siempre tendremos la apertura a tener conferencias de prensa y entrevistas, pero ya en periodicidades distintas, según vaya siendo necesario”. Por supuesto que esta propuesta no va a funcionar.

Para tener la epidemia bajo control, se tiene que recuperar el modelo estratégico que ha probado eficacia en otros momentos, en otras crisis, en otros países. Son varias las razones que así lo justifican. No hay que inventar el hilo negro. Simple y sencillamente hay que dejar el diseño y la operación de la estrategia de comunicación en manos de las y los especialistas.

Recomendación editorial: Comunicación de riesgos en emergencias de Salud Pública: directrices de la OMS sobre políticas y prácticas para la comunicación de riesgos en emergencias (CRE). Ginebra, Organización Mundial de la Salud (OMS), 2018, Licencia: CC BY-NC-SA 3.0 IGO.