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#PresidenteRompaElPacto

El apoyo de AMLO a Félix Salgado tiene aristas delicadas. La más preocupante es la relación del guerrerense con la delincuencia. Adolfo Gómez Vives

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Escrito en OPINIÓN el

Sabemos que no ocurrirá. Su tozudez responde a varias lógicas, ninguna de las cuales tiene relación alguna con el bienestar de los gobernados. Están, primero que nada, sus compromisos con quienes lo apoyaron para ganar la Presidencia de la República, sin importar sus orígenes priístas o panistas o su vinculación con hechos de corrupción o delitos. Sus mecanismos de “purificación” ocupan el lugar que debiera corresponderle a la legalidad.

Está, desde luego, el mensaje contundente del poder, de su poder. En su partido se hace lo que él ordena. En su cálculo político, el triunfo de su candidato está asegurado y todo lo demás es lo de menos. Las denuncias por delitos sexuales no tienen relevancia alguna para el jefe del Ejecutivo federal.

Está su magnanimidad para con los suyos. Para ellos, la presunción de inocencia; la duda razonable. No los toca ni con el pétalo de un epíteto. La gracia juarista muy por encima de la justicia a secas.

Está también la polémica que se genera con su abierto apoyo a José Félix Salgado Macedonio, que le permite distraer la atención mediática respecto de temas de interés público como el número de decesos provocados por el torpe manejo de la pandemia, que ha alcanzado los 180 mil casos oficiales.

Pero está también la posibilidad de apropiarse del control que históricamente ha compartido con los gobiernos priístas de Guerrero respecto de la producción y trasiego de los opiáceos que se producen en el estado.

Salgado Macedonio maneja algunos de los hilos que mueven a la delincuencia organizada guerrerense, por más que el otrora poderoso secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna le haya pedido disculpas en alguna ocasión, por haber informado que se le investigaba por sus vínculos con el narcotráfico.

Los informes del extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional —que Andrés Manuel López Obrador se comprometió a hacer públicos, sin que tal cosa haya ocurrido hasta el día de hoy— también dan cuenta de dicha relación, lo mismo que las del general retirado Juan Heriberto Salinas Altés, ex secretario de seguridad de Guerrero, con quien Salgado Macedonio mantiene una relación muy cercana.

A López Obrador no le preocupa que se le señale por proteger a delincuentes. Al cinismo de reconocer que fue suya la determinación de liberar ilegalmente a Ovidio Guzmán López y al gesto de aproximarse a saludar a la mamá de Joaquín Guzmán Loera, habrá que añadirle ahora su abierto interés por impulsar a un personero del narcotráfico en Guerrero, contra quienes también existen varias denuncias por abuso sexual.