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¿Por qué hasta ahora?

La OMS establece que una mujer víctima de violencia sexual suele no denunciar por vergüenza, por temor a sufrir represalias, entre otras | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

En múltiples hilos de conversación en redes sociales, usuarios han cuestionado el hecho de que actrices, deportistas, artistas, entre otras, estén denunciado haber sido víctimas de violencia sexual años después de ocurridos los hechos. La más asediada ha sido la actriz Karla Souza, quien no titubeó ante las cámaras, durante una entrevista con la periodista Carmen Aristegui, para asegurar, con los ojos semi llorosos, que fue violada cuando era más joven mientras se encontraba rodando una telenovela.

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Ella nunca señaló un culpable, pero Televisa reaccionó de manera inmediata, cortando vínculos con el productor Gustavo Loza. Ante el hecho, decenas de notas periodísticas se han centrado en  determinar si existía o no una relación sentimental entre ellos; por ejemplo, el Sol de México rescató fragmentos de entrevistas de la actriz, en las que comenta que al detectar la posible atracción por parte de un productor o director, intentaba utilizarlo para conseguir algo mejor. Sin embargo, la nota no retoma lo que Souza dice después sobre darse cuenta de que esas prácticas no son correctas y que estaba arrepentida de lo ocurrido, pues en pos de alcanzar un sueño, había hecho cosas que la pisoteaban como persona.

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Los otros testimonios compartidos a lo largo de la semana como los de las también actrices Stephanie Sigman, quien reveló que fue tocada sin su consentimiento por un director y su pareja durante una fiesta; y de Paola Núñez, quien incluso consideró que no haber accedido a propuestas sexuales, propició que se le cerrarán puertas en el mundo de la actuación; o el de la standupera Sofìa Niño de Rivera, reflejan que el asedio sexual hacia las mujeres es constante, y, como refirió la propia Niño de Rivera, no saben qué hacer cuando ocurre, pues entran en shock.

Caso contrario fue el de la ex clavadista Azul Almazán, quien desde 2001 había denunciado que su entonces entrenador, Francisco Rueda, la acosaba sexualmente, intentando darle masajes prolongados mientras estaba desnudo, además de inculcarle terror psicológico. No era la primera denuncia del tipo hacia Rueda, otra clavadista, Cristina Millán, había comentado, un año antes, que el entrenador la acosaba sexualmente, intentando entablar con ella una relación sentimental. Un caso más salió a la luz tiempo después: la familia de la ex clavadista Laura Sánchez, dio a conocer que era víctima de abuso sexual, no solo por parte del entrenador, sino también de su esposa. Ella y él continúan unidos hasta el momento y la única sanción fue la separación del cargo de entrenador, ahora viviendo en Colombia y quien ha señalado que lo recientemente expuesto por Almazán “es un show y drama” de su ex pupila, a quien, afirma, ayudó mucho en su momento.

Violencia sexual


De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia sexual es:

Todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo

Por coacción, el organismo internacional sugiere que puede ser “uso de grados variables de fuerza, intimidación psicológica, extorsión, amenazas (por ejemplo de daño físico o de no obtener un trabajo o una calificación, etc.)”.

A quienes preguntan por qué hasta ahora, la actriz, la deportista, la violinista, la standupera, entre muchas otras mujeres que gozan de cierto reconocimiento y fama, se han atrevido a compartir lo ocurrido, la OMS establece que una mujer víctima de violencia sexual suele no denunciar por vergüenza, por temor a sufrir represalias, a ser culpada de los hechos a pesar de que estos ocurrieron en contra de su voluntad, por miedo a que no les crean o a ser tratada mal o ser socialmente marginada.

Violencia sexual en México


La realidad mexicana relata que las mujeres que se atrevieron a denunciar por acoso sexual al ex director del Canal Judicial, Enrique Rodríguez, y a algunos de sus colaboradores del medio de comunicación dependiente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fueron removidas de su lugar de trabajo hacia otras adscripciones y/o viven bajo la zozobra de ser despedidas, sumado a que su proceso lleva años estancado en la propia Corte, que hasta el momento no ha dado una resolución contundente. 

Por primera vez, en sus más de 140 años de trabajos legislativos, el Senado de la República dio la razón a una mujer que denunció un acto de acoso sexual dentro de su área de trabajo por parte de un superior, quedándose en espera la emisión de la penalización en contra del agresor, tras seis meses de proceso.

Datos de la Encuesta Nacional de Relaciones en los Hogares 2016 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, muestran que 41.3 por ciento de las mujeres mayores de 15 años  ha padecido una situación de violencia sexual en alguna etapa de su vida. Aproximadamente una de cada 10, en la escuela por parte de sus propios compañeros. Una proporción similar en los espacios laborales, a manos de sus compañeros o de sus jefes directos. En las calles, plazas y otros espacios públicos, la cifra se incrementa hasta un 35 por ciento y estas van desde piropos groseros u ofensivos, intimidación, acecho, abuso sexual, violación e intento de violación. En más del 90 por ciento de las ocasiones, las mujeres optaron por no denunciarlo ante ninguna autoridad.

Muchas organizaciones de la sociedad civil y víctimas o familiares de víctimas de violencia de género han denunciado que en los ministerios públicos cuestionan la manera de vestir de las víctimas, si trabajan o no, si de verdad fue una agresión sexual o era algo consensuado, y, en muchas ocasiones, les hacen describir de manera explícita lo ocurrido. Un panorama totalmente adverso para quien quiere denunciar a una persona que la ha agredido sexualmente.

La pregunta no es por qué hasta ahora estas mujeres se atrevieron a hablar públicamente sobre situaciones de violencia sexual que vivieron en algún momento de su vida, sino qué podemos hacer para que ese 90 por ciento de las mujeres que han padecido situaciones similares y han optado por no hablar ni denunciar, reciban el apoyo necesario para enfrentar una situación que marcó sus vidas, y qué hacer para prevenir y erradicar ese tipo de actos. Sin duda, una serie de respuestas que debemos como sociedad.

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@leonardobastida | @OpinionLSR | @lasillarota