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Oficina del alto comisionado para DH en México

El esfuerzo no ha sido suficiente para remontar la crisis de derechos humanos. | Edgar Cortez

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Escrito en OPINIÓN el

Muy recientemente se anunció la llegada de un nuevo representante en México de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en este caso será el señor Guillermo Fernández Maldonado, quien previamente formaba parte de una oficina similar en Colombia. ¿Qué relevancia tiene está oficina? y ¿qué desafíos deberá afrontar el nuevo encargado?

En la segunda mitad de la década de los noventa los casos de violaciones de derechos humanos se multiplicaban. Representativo de esa época son la masacre de Aguas Blancas y el Charco en Guerrero; los casos de Taniperla y Acteal en Chiapas; las numerosas denuncias de tortura y desapariciones por la represión en contra de las organizaciones armadas (EPR y ERPI), entre otras.

Gracias a las denuncias de las organizaciones civiles mexicanas la señora Mary Robinson, entonces Alta Comisionada, prestó atención a lo que pasaba en México y ofreció al gobierno de Ernesto Zedillo, asistencia técnica para resolver los serios problemas de derechos humanos.

La oferta se concretó con el presidente Vicente Fox, quien firmó con la Alta Comisionada un acuerdo de asistencia técnica el 2 de diciembre del 2000.

Sólo a partir del 2002 se instaló una oficina con un representante de la Alta Comisionada en México. De entonces a la fecha se ha contado con cinco representantes, cada uno con talento y aporte propio.

Durante estos veinte años se pueden contar numerosos aportes, como los siguientes: Diagnóstico sobre la situación de los derechos humanos en México en 2003, Informe sobre la situación de los defensores de derechos humanos en 2010, Informe sobre violaciones a derechos humanos en la investigación del caso Ayotzinapa en 2018.

El último de los representantes, Jan Jarab, mantuvo una firme postura de cuestionamiento respecto del proceso de militarización de la seguridad pública en el país. Dicha postura generó muchas tensiones con el anterior gobierno y continuó con el actual, particularmente por el cuestionamiento a la Guardia Nacional y su evidente talante militar.

Durante veinte años esta oficina ha observado en terreno lo que sucede con los derechos humanos, señala fallas y coopera de manera decidida con las autoridades para corregir los problemas. Pero todo este esfuerzo no ha sido suficiente para remontar la crisis de derechos humanos.

Guillermo Fernández Maldonado, nuevo representante del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en México, deberá enfrentar a un gobierno que tiene un discurso pro derechos humanos, pero al que realmente le importan poco. Un gobierno que carece de planes para adelantar los derechos humanos. Un gobierno que desdeña propuestas que provienen de la sociedad civil, como la de verdad,  justicia y reparación.

Bienvenido el representante del Alto Comisionado, ojalá que su presencia contribuya a decantar las cosas en favor del pleno respeto y cumplimiento de todos los derechos para todas las personas y todas las comunidades.