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¿Nada de qué preocuparse?

No hay ninguna razón para que se descuiden en la tercera ola las medidas de prevención y contención del coronavirus. | José Antonio Sosa Plata

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Escrito en OPINIÓN el

La verdad es que no sabemos qué tan grave es la situación actual con la pandemia de la covid-19. La información es confusa y contradictoria. Mientras las cifras de contagios y hospitalización aumentan en forma acelerada, el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo esta semana que la tercera ola “es de menor intensidad y también menos dañina”, por lo que prevé que no se vuelvan a cerrar los negocios.

Sin embargo, México se mantiene como el cuarto país con más muertes por coronavirus, luego de Estados Unidos, Brasil y la India. Además, el incremento de contagios por día alcanzó niveles no registrados desde enero pasado. De manera particular entre jóvenes y adultos que aún no han sido vacunados. Y aunque la aplicación de las dosis mantiene un ritmo constante y creciente, sigue siendo bajo el número de personas que han completado su ciclo.

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En todo el tiempo que lleva la pandemia, tampoco se habían visto puntos de vista tan diferentes de los líderes de las naciones. Anthony Fauci, asesor médico en Jefe del presidente de Estados Unidos, advirtió que su país va “en la dirección equivocada” por los no vacunados y la virulenta variante Delta. Sajid Javid, ministro de Salud del Reino Unido, ofreció disculpas luego de pedir a la población que no se acobarde ante el coronavirus, hecho que provocó una serie de críticas en distintos sectores.

Las protestas por las restricciones suben de tono en algunos países. Francia, Italia y Australia han registrado enfrentamientos debido a la decisión de penalizar a quienes no se vacunen. Sobre la claridad de los lineamientos y restricciones de los semáforos, ni hablar. Desde hace varios meses se perdió la claridad y se abandonó buena parte de los protocolos en varios países. En este último punto, México no ha sido la excepción. Cada estado de la República toma las decisiones que mejor le parecen.

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La Secretaría de Salud anunció hace algunos días el nuevo lineamiento para la estimación de riesgos del semáforo por regiones covid-19. Pero aún no hay absoluta claridad sobre lo que la población debe hacer, por ejemplo, con el uso del cubrebocas. Las otras medidas de protección ya no se reiteran con la frecuencia que se debe en los medios de comunicación. Luego de que se cancelaron las conferencias de prensa vespertinas, todo parece estar relajado en materia de comunicación.

Además, los márgenes de aforo en los comercios y movilidad se mantienen muy altos, a pesar de lo que sugiere la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de que más del 60 por ciento de contagios en la Ciudad de México corresponde a la nueva variante Delta. En cuanto a las vacunas, las dudas sobre su eficacia se van incrementando. Sabemos que estamos en una fase de prueba y que se necesita tiempo para saber cuáles son sus limitaciones. Pero las autoridades del sector salud dan muy poca información. 

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En la tercera ola, la prioridad es la economía. Las señales negativas que dieron los mercados la semana pasada corresponden con el anuncio que hizo el presidente López Obrador de mantener abiertos los negocios al máximo posible. La decisión debió surgir de un análisis profundo y serio. Pero resulta difícil aceptar que se descuiden las medidas de prevención y contención del virus ante un problema que se ha reconocido en el mundo como muy delicado.

La razón de esta decisión obedece a que el número de hospitalizados y muertos por covid-19 ha descendido notablemente en relación con lo que sucedió en la segunda ola. Tal vez por lo mismo se relajaron las restricciones en muchas zonas turísticas, de manera particular la península de Yucatán y Baja California, que hoy están entrando en una situación crítica. Además, el gobierno se mantiene seguro y firme para que reinicien las clases presenciales el próximo 31 de agosto.

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El presidente López Obrador también está convencido. Habrá clases “llueva, truene o relampaguee”. El protocolo considera que se pondrá en marcha un modelo híbrido, voluntario y escalonado. No obstante, la propuesta deja muchas dudas sobre el significado de estos conceptos. Además, varios medios han reportado los daños severos que dejó la falta de uso en la infraestructura y que, por ejemplo, más de 18 mil escuelas no cuentan con servicio de agua potable.

La experiencia internacional no muestra un sentido de unidad para enfrentar la pandemia. Sin embargo, algunos países están demostrando que sí se puede mantener un equilibrio entre los objetivos económicos y los sanitarios. La clave está en los ajustes que necesitan las estrategias de comunicación. Una buena estrategia, que corra a la par del Plan Nacional de Vacunación, tiene el potencial no solo de reducir contagios, sino el número de personas hospitalizadas y muertes.

Consulta: Guía de orientación para la reapertura de las escuelas ante COVID-19. Secretaría de Educación Pública, Versión 2.0, Actualización 28 de mayo de 2021.

Es probable que el Gobierno de la República tenga hoy la nueva estrategia de comunicación para la tercera ola. Sin embargo, no se perciben con claridad sus objetivos, metas, narrativas, instrumentos y protocolos, por mencionar sólo los elementos más importantes que debe contener. La conferencia vespertina dejó de ser el eje principal y el Vocero oficial ya no tiene el papel protagónico que se le encomendó desde el inicio de la crisis, quizás por razones políticas más que técnicas o científicas.

En la última semana México ha promediado más de 12,700 casos confirmados de coronavirus. La cifra parece contradecir la afirmación del presidente López Obrador en el sentido de que “ya sabemos cuidarnos todos”. Y aunque ha sido conveniente garantizar la libertad sin exagerar en las medidas coercitivas o restrictivas, también es cierto que se puede y que se deben reforzar las acciones de difusión con el propósito de evitar un número tan alto de contagios a partir de la información, la persuasión y el convencimiento.

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