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Medio ambiente, #covid-19 y ¿estrategia económica?

El desdén a la temática relacionada con el medio ambiente y la ecología ha sido una constante en el último año y medio. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

En medio de una de las crisis sanitarias más grandes de la historia, derivada de la irrupción de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, covid-19, el gobierno de México presentó un Plan Económico para hacer frente a la situación. Las medidas anunciadas destacaban la creación de dos millones de empleos durante los próximos nueve meses, la garantía de no creación de nuevos impuestos, un recurso adicional de 65 mil millones de pesos para Petróleos Mexicanos, la reducción de salarios y aguinaldo de altos funcionarios, la continuación de la construcción del aeropuerto de Santa Lucía y de la refinería de Dos Bocas, la inversión de 25 mil millones en redes de agua potable, el impulso al programa Sembrando Vida y la firma del contrato para el inicio de la construcción del primer tramo del Tren Maya.

La construcción del Tren Maya ha recibido múltiples críticas, por parte de varios sectores, algunas fundamentadas, y muchas otras, sin respaldo alguno. Con el fin de aportar evidencia sobre el impacto del proyecto, un grupo de más de 30 científicos, de diferentes instituciones del país, respondiendo a la invitación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, elaboraron el informe “Territorios Mayas en el Paso del Tren: Condiciones Actuales y Riesgos Previsibles”, en el que se explica que el objetivo del ferrocarril, conjuntado con el tren transístmico, es generar infraestructura y ordenamiento económico y poblacional en el Sur-Sureste mexicano, desde la Península de Yucatán hasta el puerto de Salina Cruz, Oaxaca, pasando por Coatzacoalcos, Veracruz a fin de convertir a la zona en un hub de competencia mundial equivalente al de Panamá.

Sin embargo, advierten las y los especialistas, la economía panameña está anclada en los servicios prestados para el paso de cargamentos comerciales, y depende, en gran medida, de actores externos.

En términos ambientales, históricos, sociales y culturales, el documento advierte que “la región combinada por los dos megaproyectos coincide con la ubicación de los yacimientos petroleros del país y con una buena parte de los mineros; abarca las áreas de mayor biodiversidad y de mayor número de endemismos, con condiciones ambientales y de generación de vida únicas en el mundo; y engloba la mayor riqueza cultural del país, milenaria, invaluable e irreproducible, con 44 grupos etnolingüísticos diferentes, de un total de 62 en el país”.

El recorrido marcado cruzará por zonas de selvas altas, pantanos, sabanas, humedales y manglares, consideradas como áreas de conservación por su alta biodiversidad; áreas naturales protegidas, zonas de reserva de la biosfera, todas ellas, en general, consideradas como áreas esenciales para la recarga de los mantos freáticos y para la captura de bióxido de carbono disperso en la atmósfera.  

Sumado al impacto en las zonas arqueológicas circundantes a las vías del tren, el desplazamiento interno forzoso de algunas comunidades, la incursión masiva de turismo en lugares protegidos, el reordenamiento territorial, y el riesgo de la generación de empleos precarios, entre otras situaciones.

El desdén a la temática relacionada con el medio ambiente y la ecología ha sido una constante en el último año y medio. Institucionalmente, se presentan graves rezagos, como lo advierte el informe “El desmantelamiento institucional del sector ambiental: un balazo en el pie”, elaborado por Lucía Madrid del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, en el cual se analiza que las instituciones encargadas de la salvaguarda del medio ambiente en México han sido reducidas en capacidades operativas y mermadas en presupuesto.

Algunos aspectos resaltados en el informe indican que se ha prescindido de los delegados estatales de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), colocando en su lugar a encargados de despacho, quienes carecen de las facultades necesarias para desempeñar funciones específicas; se ha reducido al personal encargado del apoyo para la realización de trámites, alrededor de 130 mil al año; las gerencias estatales de la Comisión Nacional Forestal operan con el mínimo de personal a pesar de la ampliación de sus funciones; la subsecretaría de gestión para la protección ambiental de Semarnat carece de titular y su operatividad depende de otras áreas, y se han desaparecido otras áreas y direcciones y creado otras sin que haya modificaciones a los reglamentos y normativas vigentes.  

Como parte de las situaciones derivadas por estas lagunas institucionales, hoy en día existen problemas como el desbordamiento de la pesca ilegal de totoaba en el Alto Golfo de California; el crecimiento de la extracción ilegal de especies maderables de alto valor, como granadillo y ciricote en la zona de Calakmul, y la presión que viven ejidos como Bacalar, en Quintana Roo, por la entrada ilegal de talamontes a sus selvas.

A través de una editorial, la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Inger Andersen, advirtió que crisis, como la que se vive actualmente a causa del covid-19, son claro ejemplo de que el estado del planeta influye directamente en la diseminación de enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas que se transmiten de animales a seres humanos, debido a que el ser humano, en su afán expansivo, ha comenzado a abarcar áreas naturales donde únicamente convivían la flora y la fauna, propiciándose contactos más estrechos entre animales y personas. 

Lo anterior se refleja en el tráfico ilegal de especies y la deforestación de ecosistemas para la introducción de monocultivos comercialmente muy explotables, que sumado a los cambios de temperatura global, la agricultura intensiva, la urbanización sin control, la tala clandestina, el cambio de uso en los suelos y la sobre explotación de recursos naturales, se ha generado que 75 por ciento de la superficie planetaria esté intervenida por el ser humano.

Por esas razones, Andersen hizo un llamado a que las respuestas económicas que den los diferentes países a la crisis propiciada por el nuevo coronavirus estén sustentadas en un marco que permita la conservación de la riqueza y la diversidad natural, pues estos son elementos clave para el soporte de la vida, ya que, en caso de seguir el mismo ritmo de crecimiento y expansión, serán más comunes las crisis sanitarias generadas por la aparición de virus desconocidos.

Sumado a la implementación de una “economía diferente” en la que se prioricen estilos de vida con menor impacto climático, haya infraestructura urbana sustentable, se favorezca el desarrollo sustentable, se mejoren los sistemas de transporte público, se generen empleos “verdes” o con menor impacto en la emisión de gases de invernadero y el crecimiento financiero esté apegado a la responsabilidad con el medio ambiente.