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Los museos de las mujeres

El gran reto es que existan más museos que reivindiquen el derecho de las mujeres a la memoria y al goce de sus derechos. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

En medio de bodegas, casas del período novohispano convertidas en viviendas múltiples, locales comerciales, gritos de vendedores ambulantes, centenas de personas caminando y muchas escenas pintorescas del primer cuadro de la ciudad de México rodean a un inmueble de dos pisos que contrasta con su alrededor, y que en este año cumple una década de haberse convertido en el Museo de la Mujer, después de haber sido la Casa de la Imprenta de la Universidad de México por casi un siglo.

Inaugurado el 8 de marzo de 2011, se convirtió en el segundo en América Latina en entrar en funciones. Pero, a diferencia de otros Museos de la Mujer, este tiene un enfoque particular en hacer una revisión de la historia del país con enfoque de género, desde la época prehispánica hasta el tiempo presente, además de contar con un Centro de Documentación especializado en temas de mujeres e historia con perspectiva de género.

Así, esta área del centro, donde la gente solía transitar para ir a comprar peluches y juguetes, ahora ofrece actividades culturales la mayoría de los días de la semana, en las que se reflexiona, desde la perspectiva de género, sobre múltiples temáticas como la violencia en contra de las mujeres, la diversidad, la distribución social del trabajo, las familias, la salud sexual y reproductiva, los derechos humanos, el arte, la literatura, el cine, la historia y un sinfín de temas.

La definición más aceptada de museo indica que “es una institución sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público, que adquiere, conserva, investiga, comunica y expone el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo”.

Pero, en 1981, hace 40 años, en Bonn, Alemania, antigua capital de la Alemania Oriental, Marianne Pitzen, artista y activista feminista, fundó el primer espacio dedicado a exponer obras de arte contemporáneo elaborado por mujeres y recuperar la historia no solo de las artistas, también de las que pelearon y sufrieron brutalmente bajo una sociedad patriarcal. 

Para Pitzen, era impensable que muchas de las mujeres sólo estuvieran presentes en el arte como modelos y tuvieran un papel pasivo, sin posibilidades de tener una voz y un rostro propios. En contrapeso, era necesario dar espacios a aquellas disidentes de la expresión artística 

Así, desde hace cuatro décadas, comenzaron a crearse museos similares en diferentes ciudades del mundo, llegando a 96 a finales del año pasado, 21 de ellos virtuales, y con 48 iniciativas más para concretarse en un futuro próximo, según datos de la Asociación Internacional de Museo de Mujeres (AIMM).

De esta manera, la noción tradicional de museo se transversalizó, dando paso a un contrapeso en el ámbito museográfico, pues, por primera vez, el foco de las curadurías de las exposiciones y de las temáticas se centraría en las mujeres y sus aportaciones. 

En retrospectiva, la AIMM considera que el papel actual de un museo de la mujer es compartir los logros de las mujeres, convertir al mundo en un lugar más equitativo, brindar una nueva perspectiva de la historia y desarrollar conceptos para el futuro. Para lograrlo, apuesta por la creación de más museos, sobre todo, en lugares donde las violencias de género son una realidad lastimosamente impresentable.  

A una década de vida del Museo de la Mujer en México, su fundadora y directora, la historiadora Patricia Galeana, mencionó que “son evidentes los atavismos patriarcales de la cultura machista. Para superarlos se requieren las siguientes acciones paralelas: Vigencia de los tratados internacionales y de la legislación nacional. Políticas públicas afirmativas para acabar con la desigualdad de género. Educación formal e informal con enfoque de género, desde preescolar hasta posgrado, a través de todos los medios masivos de difusión”.

El último año del museo ha cambiado su dinámica y todas sus actividades han sido en línea, pero no han cesado de realizarse webinarios, conferencias, presentaciones de libros y algunos debates. Sin embargo, esperan pronto volver a recibir visitantes en República de Bolivia no. 17, para vivir una experiencia reflexiva en la que las perspectivas y nociones derivadas del sentido común, se derriben y se construyan nuevas visiones. 

Su espíritu e impacto ha llegado a otros puntos de la República Mexicana. Uno de ellos, el Museo de Mujeres Artistas Mexicanas,  cuya misión es hacer la memoria de las mujeres mexicanas en artes visuales a partir del siglo XX, y otro en Veracruz, donde se había creado el Espacio Virtual de Artistas Veracruzanas, derivado de una iniciativa universitaria de investigación de Gladys Villegas. 

El gran reto consiste en que haya más museos de este tipo en el país y en muchos otros rincones del planeta, que reivindiquen el derecho de las mujeres a la memoria, al goce de sus derechos, a su incorporación a todos los ámbitos de la sociedad y a una vida digna.