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Los jóvenes se hicieron viejos

Tenemos el desafío de normalizar el envejecimiento y construir estructuras sociales que lleven hacia redes de protección para una vejez digna. | Carlos Gastélum

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Escrito en OPINIÓN el

Hace unas semanas una tía me preguntó mi edad. Al responderle declaró implacable: ‘los jóvenes se hicieron viejos, y los que estábamos ya viejos ahora somos de la tercera edad’. Envejecer es inevitable, salvo que por alguna circunstancia nuestra existencia termine de manera anticipada. 

México sigue siendo un país de jóvenes: la mitad de la población tiene 29 años o menos. Cuando lo comparamos con otros lugares la diferencia es notable: en Japón la edad mediana es de 48.2 años, en Italia lo es de 47.9 años, en China de 38.7, y los Estados Unidos 38.3 (datos del INEGI y Our World in Data). 

Pese a esta condición, el proceso de envejecimiento de los mexicanos ya inició. Según el INEGI, la proporción de personas adultas por cada 100 niños y jóvenes, conocido como el Índice de envejecimiento, pasó de 16 a 48 entre 1990 y 2020. De acuerdo con el último censo, en México residían 15.1 millones de personas de 60 años o más, equivalente al 12% del total de la población. 

Esta proporción irá incrementándose dado que la base de la pirámide poblacional, es decir, los niños entre 0 a 9 años, dejó de ocupar el lugar estelar para cederlo a los jóvenes de entre 10 y 19 años. Así, la CONAPO estima que hacia 2050 la edad mediana en México será de 38.2 años, y que una de cada cinco personas tendrá 60 años o más. Esto sin contar que la esperanza de vida supera ya los 75 años (más los que se sumen en las próximas décadas).

Ahora bien, el INEGI señala que alrededor de la mitad de los adultos mayores vive con su pareja o con hijos solteros, casi el 40% lo hace en núcleos familiares ampliados, y poco más del 11% viven solos. Ciertamente existen muchas personas que viven su edad de manera plena: tienen hábitos saludables, realizan actividades que los mantienen activos, y cuentan con una lucidez envidiable. No obstante, en otros casos, el envejecer socava lentamente la vida de las personas cuando estas sufren maltrato y abandono. Según el Sistema Nacional del DIF, esta situación la padece 16% de los adultos mayores en México.

Especialistas de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM señalan que los principales agresores de los adultos mayores son sus familiares. Los maltratos más comunes son los físicos y psicológicos que desvaloran la dignidad de las personas. Se ha reportado también el incremento de abusos de confianza para aprovecharse económicamente de las jubilaciones o pensiones consecuencia de la pandemia. Desafortunadamente, muchos de estos maltratos nunca serán denunciados por el miedo de que un familiar tenga problemas con la autoridad, el temor a represalias, o porque existe una incapacidad cognitiva. 

En otras situaciones, sobre todo cuando se presentan casos de demencia, a los adultos mayores simplemente se les abandona. Es común que en las casas de asistencia dejen en sus afueras a personas con una cobija para nunca más saber qué fue de sus familiares, o que se les arroje a la calle, llevándolos a la indigencia.

Existe una visión romántica en México de que a los adultos mayores se les cuida y respeta pero que, lastimosamente, es inconsistente con la realidad. De hecho, tenemos el enorme desafío de normalizar el envejecimiento y construir estructuras sociales que lleven hacia redes de protección para una vejez digna. También necesitamos de políticas públicas que permitan que actuales y futuros adultos mayores construyan un futuro con autonomía, independencia, hábitos saludables y respeto hasta el último de sus días.