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Los desafíos de la democracia: el caso Trump y su política

Estados Unidos no sólo sufre una crisis política sino también una ideológica. Se rompieron las certezas y las tradiciones de diálogo y tolerancia. | Laura Baca Olamendi

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Escrito en OPINIÓN el

En los tiempos que corren hemos presenciado cómo una política demagógica  ha radicalizado a la nación americana. Lo ocurrido en los últimos días es la muestra de la exasperación de los contrastes políticos e ideológicos que tuvieron su cúspide con la invasión de grupos extremistas al Capitolio la cuna de la democracia. Es sin duda evidente que el populismo de derecha del presidente Donald Trump ha provocado un fuerte descalabro de una de las democracias más avanzadas del mundo. Nadie hubiera creído la fuerte influencia que ha tenido su política basada en discursos racistas que impactaron de manera masiva a los grupos sociales más conservadores de la nación como son los blancos y la clase media, quienes fieles a los discursos del presidente tradujeron sus ideas en una fractura social al irrumpir de manera violenta en el Capitolio, -sede de los poderes políticos-, que se vio amenazada por grupos sociales extremistas quienes irrumpieron de manera violenta en este templo de la democracia provocando un desafío sin precedentes. Las imágenes dieron la vuelta al mundo y han conmocionado a todas las regiones y a todas las naciones, pues parecía imposible que fuera violado el máximo recinto de la nación. El acto masivo violento provocó la muerte de algunos de los manifestantes que al interior del Capitolio destruyeron las oficinas y la sede legislativa.

El rechazo no se hizo esperar por parte de los diferentes países del mundo, quienes se manifestaron con repudio ante la violenta invasión a este espacio democrático. Tal fue el disenso a esta barbarie inédita donde el racismo y la violencia se unieron para rechazar un status quo. Hoy quedará en la historia como un hecho sin precedentes que vulneró los ideales de la república norteamericana y que fracturó de manera clara a los dos grupos políticos: los republicanos y los demócratas. El día 6 de enero del 2021 será recordado como el evento más trágico en la historia de la nación norteamericana, ya que se violaron los ideales democráticos y donde no sólo los demócratas como el nuevo presidente Joe Biden, quien aseguró que fue más que un desorden ciudadano, fue un acto político de terroristas domésticos, y que es imperativo identificar a los responsables de este ataque violento a la democracia norteamericana.

La necesaria destitución de Trump no se hizo esperar no solo por el grupo demócrata sino por parte de algunos sectores de los republicanos que repudiaron este dramático evento. Legisladores como Nancy Pelosi urgieron destituir al presidente por considerarlo un actor político inapropiado por su extremismo político. Las consecuencias políticas no demoraron. El rechazo a incitar a la violencia es una propuesta generalizada entre la clase política norteamericana, y donde el presidente electo Biden afirmó que esta protesta violenta debe tener un ajuste de cuentas capaz de sacar de la crisis política a este país, donde cuenta con el consenso de sectores importantes de la bancada republicana. En estos dramáticos eventos, Estados Unidos no sólo sufre una crisis política sino también una crisis ideológica. Se rompieron las certezas y las tradiciones de diálogo y tolerancia que eran parte cotidiana de la sociedad norteamericana.

Por su parte el nuevo presidente Biden hizo nuevos nombramientos rumbo a la Casa Blanca para poder ofrecer una propuesta política basada en nuevos líderes capaces de sacar a la nación de esta crisis ideológica, con miras a ofrecer a los norteamericanos un futuro equitativo y justo, basado en una renuncia de Trump a pesar de que tiene un fuerte apoyo republicano. La invasión del Capitolio es resultado de una polarización de la política que fracturó a la sociedad norteamericana que gozaba de una salud democrática fuertemente atacada por la violencia y el racismo. Sus antecedentes fueron las elecciones en este país dividido y que requiere de un juicio político basado en una voluntad democrática que permita eliminar las intolerancias y los prejuicios que imperan en la sociedad dividida y fragmentada por los migrantes, los afroamericanos y los latinos por nombrar los más significativos. Hoy, este país requiere de justicia social y paz para evitar estas fracturas políticas que son un cáncer de la democracia. Se requiere un juicio político capaz de otorgar confianza y certeza a todos los diferentes grupos sociales. Lo único que queda claro es la urgencia de la destitución de Donald Trump para poder iniciar un proceso de reconciliación social e ideológica que permita a los ciudadanos recobrar la confianza en las instituciones y en la clase política.

Ante este hecho político sin precedentes se requiere promover una nueva mentalidad de carácter incluyente que permita a la sociedad norteamericana fortalecer los valores democráticos esenciales para una convivencia pacífica, que permita la urgente reconciliación ideológica entre los diferentes grupos sociales. La tarea es ardua pues existen muchos obstáculos como la discriminación y el racismo que impera entre los diferentes grupos y segmentos de la población. Se requiere un proceso de transición que recupere la tradición democrática y que permita la reconciliación social que tanto se requiere un país multiétnico y multicultural. Se precisa un juicio político que permita evitar que Trump siga dañando con su intolerancia y sus dogmas a una nación, basada en el diálogo y la tolerancia. Es un proceso complejo pues el daño cultural y político requiere una actitud diferente, donde puedan convivir de manera pacífica entre los diferentes grupos sociales. Hoy más que nunca urge un diálogo intercultural encontrando puntos de reencuentro y de solidaridad entre seres diferentes, e iguales entre sí. Como diría el filósofo italiano Norberto Bobbio, se requiere de una invitación al diálogo para construir puentes entre los diferentes grupos sociales basados en el respeto y la comprensión mutua. Hoy Norteamérica necesita un juicio político basado en la inclusión y la equidad entre los diferentes sectores políticos y sociales, para fortalecer la solidaridad y la inclusión.

No cabe duda que es un naufragio de una democracia que necesita del diálogo y la cooperación entre los diferentes sectores sociales y políticos, que sean capaces de establecer puentes imaginarios entre las diferentes generaciones y grupos sociales para recuperar un proyecto de país basado, como diría Alain Touraine, en las premisas iguales y diferentes entre sí. Se necesita promover un cambio de mentalidad que permita eliminar los contrastes políticos, sociales y económicos, y promover una cultura democrática que permita incluir todas las voces y todos los puntos de vista. Este evento  dramático debe ser recordado como una exasperación de los contrastes y que requiere del diálogo y la cooperación cultural para dar unidad a un país democrático que ha sido guía de muchos otros países.