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Las mujeres y su intervención en el campo

En general se ha estudiado y pensado el mundo del campo como eminentemente un espacio de hombres, y solía serlo. | Fausta Gantús*

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Escrito en OPINIÓN el

En el siglo XIX las mujeres no eran ciudadanas. La Constitución Política de la República Mexicana de 1857 sólo reconocía como tales a los varones mayores de 18 años si estaban casados o de 21 si eran solteros; la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824, sin entrar en la materia, estaba redactada en masculino. En el mismo tenor, la Constitución Política del Estado de Campeche de 1861 definía quién era campechano y quiénes ciudadanos campechanos también refiriéndose sólo a hombres. Las mujeres, pues, no tenían existencia en términos de derechos políticos ni en el ámbito estatal ni en el nacional. Las mujeres estaban excluidas del mundo de la política directa, esto es, en tanto no eran reconocidas constitucionalmente como ciudadanas no podían votar ni acceder a cargos de representación ni ocupar puestos en el aparato público; pero eso no significa que no participaran en ella, y a veces desde lugares prominentes. En efecto, las mujeres estaban presentes en muchos de los aspectos de la vida pública y en las cuestiones económicas.

En términos de la posesión de bienes o la administración de negocios durante la centuria decimonónica en el caso del sureste mexicano podemos constatar la intervención de mujeres como propietarias o como administradoras de establecimientos agrícolas. En general se ha estudiado y pensado el mundo del campo como eminentemente un espacio de hombres, y solía serlo. Se ha hecho así en investigaciones que abarcan el país o partes de él, y en particular para las regiones del centro y norte de la República. Pero lo cierto es que en la Península de Yucatán las mujeres tuvieron presencia en ese universo a todo lo largo del siglo XIX. Por supuesto, se trata de una presencia minoritaria, pero no por ello sin importancia.

Para la primera mitad del siglo, en la Península, Pedro Bracamonte, en su estudio sobre las haciendas, explica la presencia de mujeres que poseían haciendas como derivado del sistema de herencia y que, en tal sentido, eran integrantes de familias prominentes. Para el Campeche de la segunda mitad de la centuria nos encontramos con varias mujeres propietarias o administradoras de haciendas o de ranchos. Algunas de esas mujeres, además, como sus apellidos lo dejan ver, no pertenecían a las grandes familias. Es más, no sólo no formaban parte de la élite económica, sino que algunas de ellas provenían del mundo maya: Ek, Haas, Huchín, May, Uc. Lo que podemos destacar, entonces, es la participación excepcional en el mundo del campo de una población marginada por su condición de mujer y doblemente marginada por ser mujer e indígena.

Evidentemente el que estas mujeres estuvieran al frente de sus familias y negocios no impactó sustancialmente en los equilibrios del poder económico, ni del general ni del agrario en particular; no por el simple hecho de que fueran mujeres, porque el género de quien estaba al frente de un establecimiento de campo, industria o comercio, como el de quien importaba o exportaba mercancías, el de quien otorgaba préstamos al gobierno o pagaba impuestos, no es posible distinguirlo en las cifras. Su presencia es relevante porque muestra que, en términos de la historia, hay visiones que deben ser revisadas y matizadas y que los factores explicativos deben multiplicarse y no simplificarse. El asunto de fondo es que estas mujeres, en general, ni siquiera han sido consideradas por la historiografía local. Pero esta es una cuestión que tendrá que revisarse. Ciertamente su presencia fue la excepción y no la norma, pero algunas de ellas llegarían a detentar un importante poder en términos económicos y, por ende, podemos suponer que políticos. Lo que es posible observar es que, en esta región del país, a pesar de no tener mayores derechos políticos ni legales, sí tenían, en la práctica, un papel en el ámbito de los negocios.

El estudio de la presencia de mujeres en la economía agraria es uno de los apartados del capítulo “Hacienda y política en Campeche, 1857-1910. Una discusión en ciernes” que formará parte del libro Arquitectura para la producción: orden y progreso, que bajo la coordinación de Aída Casanova e Ivett García, aparecerá publicado en los próximos meses bajo el auspicio de la Universidad Autónoma de Campeche y la Secretaría de Cultura de Campeche.

*Fausta Gantús. Escritora e historiadora. Investigadora del Instituto Mora (CONACYT) y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes. Es autora de una importante obra publicada en México y el extranjero, entre las que destaca su libro Caricatura y poder político. Crítica, censura y represión en la Ciudad de México, 1876-1888. Ha coordinado varios libros sobre las elecciones en el México del siglo XIX.