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La realidad de la reelección legislativa

Los aspectos generales de la reforma aprobada por las y los diputados, fue en precisar en qué consistiría la reelección. | Fernando Díaz Naranjo

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Escrito en OPINIÓN el

Fuerte escándalo mediático generó la reforma aprobada por la Cámara de Diputados con relación a la reelección legislativa. Y la atención se concentró principalmente, en dos aspectos fundamentales. Primero, en alusión de que cómo era posible que los señores diputados, en plena pandemia del covid-19, tuvieran en la agenda este tipo de temas y segundo, porque varios medios de comunicación afirmaron, sin razón, que analizaban y aprobaban un tema tan polémico justo en momentos en que la opinión pública prestaba atención a diversos temas de salud, y con ello buscaban perpetuarse en el cargo.

Estos dos últimos supuestos son lecturas que se generan de diversos diarios de circulación nacional que generaron de esta noticia una serie de confusiones ante la opinión pública.

Recordemos que algo fundamental del periodismo, es justamente la investigación que es, el elemento fundamental de generar una noticia, una nota, una opinión y hasta un encabezado editorial.

La realidad es que la reelección legislativa fue aprobada en una reforma constitucional desde 2014, donde se instituyó que a nivel federal las y los legisladores de la Cámara de Diputados puedan reelegirse hasta por cuatro periodos consecutivos, en tanto que los senadores hasta por dos periodos. Esto significa que ambas figuras que integran el Congreso de la Unión, puedan reelegirse por un periodo continuo de hasta 12 años como máximo, así los diputados pueden reelegirse hasta por 4 períodos consecutivos (cada periodo es de tres años) y los senadores hasta por dos (6 años cada periodo).

Sin embargo, era importante que en la legislación electoral se precisara, con todo detenimiento, cómo operaría dicha reelección toda vez que los actuales legisladores, de acuerdo a lo aprobado en 2014, pueden acceder a este mecanismo de reelección.

Los aspectos generales de la reforma aprobada por las y los diputados, fue en precisar en qué consistiría la reelección, quienes podrían estar sujetos a la misma y, si obteniendo nuevamente la candidatura se separarían de cargo o no; situación que causó gran polémica toda vez que las y los legisladores que busquen reelegirse podrían hacer campaña sin separarse del cargo.

Hay que recordar que, entre varios aspectos que subyacen “atrás” de esta reforma, están, entre otras, la triste realidad que en los hechos se materializa en que muchos legisladores sólo se cambiaban de asiento elección tras elección, es decir, ocupan una curul a nivel local para que terminando su encargo buscaran la curul federal o bien, hasta una presidencia municipal o alcaldía en el caso de la Ciudad de México, por mencionar unos ejemplos.

El espíritu central de la reelección legislativa está fundamentado en los resultados que generen las y los diputados, así como las y los senadores y, consecuentemente, la ciudadanía con la fuerza de su voto, ratificaría o no, dicha reelección. Esto se convertiría en un auténtico balance no sólo hacia los partidos políticos, sino principalmente, hacia las personas que ostentan un cargo lo que trasciende a que la población pueda diferenciar no sólo a un partido político de otro sino también evalúe las características de determinados legisladores con base a sus resultados en beneficio de la población.

Este contexto llevaría, a que el ciudadano pueda valorar positivamente el buen trabajo de un legislador o bien, en determinar escoger mayoritariamente, de acuerdo a las reglas de nuestra democracia representativa, a otra opción política que le dé las esperanzas de cumplir con sus necesidades.

La primera prueba de fuego, sin duda, será la elección de 2021 donde se renovarán los 500 legisladores que integran la Cámara de Diputados.

Habrá que estar atentos a lo que finalmente determine el Senado de la República, pero, sobre todo, a lo que la ciudadanía determine en las urnas en la elección que será la más grande que se haya observado en nuestra historia electoral.

¡Hasta la próxima!