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La patada de Maradona a Pachuca

La vez que Diego Armando Maradona jugó un mundialito en Pachuca. En el Hotel Excelencia Plaza sellaron todo un piso para él y su séquito | Omar Pérez Díaz

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Escrito en HIDALGO el

Verano de 1994. Amanecía una era para la historia del Pachuca.

Como a cualquier otro novel reportero, me asignaron cubrir un partido de pretemporada entre los Tuzos y el Necaxa, en Cuautitlán Izcalli.

La orden incluía viajar en una camioneta junto con un nuevo directivo de nombre Andrés Fassi. Con la intención de romper el hielo, mi primera ocurrencia fue preguntarle  -sabía que era argentino- sobre lo que había sucedido dos meses atrás:

- ¿… Y que le pareció lo de Maradona, en el Mundial?

Fassi volteó y sin más pausa soltó:

- “No, no… fue un boludez (tontería) lo que hizo …”.

Esas palabras son el único recuerdo que me dejó esa mañana.

Dos meses más tarde, el director deportivo tuzo no podía dormir.

Sus contactos le ofrecieron traer a Diego Armando, que estaba suspendido dos años por la FIFA, luego de su doping en la Copa del Mundo  de Estados Unidos.

El dirigente movió cielo mar y tierra para armar lo que parecía imposible: tener al futbolista más conocido del mundo en la Bella Airosa.

Ideó con Alejandro Bocardo, presidente de la Federación Mexicana de Futbol Rápido, armar un mundialito de ocho selecciones para que jugara la estrella.

Con apoyo del gobierno estatal rápidamente se construyó una cancha en el Polifórum Morelos y Pavón, se consiguieron jugadores y hasta invitaron a otra figura internacional: el brasileño José Dirceu.

Salió agua de las piedras. Fassi reunió varios miles de dólares para pagar la visita. Maradona era manejado por Guillermo Coppola, representante de perverso semblante.

Y sí, el 12 de diciembre el campeón del mundo en 1986 volvía a México para presentarse en la capital hidalguense, rodeado por una multitud de guaruras y amistades que solamente se le despegaban cuando entraba a la cancha.

Diego Armando lucía como en sus mejores épocas. Delgado. Arete en la oreja y pulserita de estrellas en la muñeca izquierda. Sus compañeros, que ahí mismo conoció, babeaban de verlo calentar, en ese entonces con una cumbia andina de moda: El Carnavalito. Y no arrancaba hasta que no la tocaban en el sonido.

Primero se armó un partido entre “invitados especiales”, en realidad amigos de la directiva, contra artistas y comentaristas, entre los que estaban Mijares, por ejemplo, con las tribunas a reventar.

El Pelusa era un encantador de serpientes con el balón. Ningún otro ser humano ha tenido esa técnica individual para controlar el esférico mientras casi levitaba a velocidad sobre la alfombra. Un espectáculo. Los rivales casi le aplaudían y cientos se acercaron para tomarse una foto. Nunca se negó.

Ese Mundialito de jugó del 14 al 17 de diciembre. Argentina y el “10” armaron tremendo escándalo cuando perdieron la semifinal contra Estados Unidos. Odiaba perder.

El verdadero tornado de Maradona sucedía fuera del campo: en el Hotel Excelencia Plaza sellaron todo un piso para él y su séquito, donde desfilaron varias personalidades para conocerlo. Las noches eran de fiesta y mujeres… la mayoría sin Diego, quien prefería ir a la Ciudad de México.

Allá lo entrevistó Jacobo Zabludovzky para el noticiero que todos sintonizaban y también fue a un concierto de Luis Miguel.

Maradona volvió a Pachuca únicamente a jugar por el tercer lugar bajo sus condiciones: el sábado, muy temprano. Terminar el contrato firmado.

Esa semana, Diego puso a la Cuna del Futbol Mexicano en el mapa. Algo distinto empezaba a gestarse en Pachuca con la visión de Fassi.

Con su presencia, Maradona le dio esa “patada” de la buena suerte a la ciudad que soñaba con estar en el firmamento del futbol internacional.

Así de grande es la huella que dejó el crack a su paso por esta tierra; lo mismo que en el planeta futbol.

REMATE

La “patadita de la buena suerte” es una costumbre que nació en los escenarios; a todo artista que comenzaba un nuevo proyecto se le pegaba suavemente en el trasero para atraer la buena fortuna. El fallecido conductor Raúl Velasco la hizo famosa en TV con los cantantes.

 

mai