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La integración de la Cámara de Diputados

Una burla a la voluntad del pueblo de México. | Fernando Díaz Naranjo

Por
Escrito en OPINIÓN el

El sistema electoral mexicano se ha ido construyendo en el tiempo a través de una larga lucha social, de movilizaciones, de discrepancias y consensos y, porque no decirlo, con el alto costo de la sangre de muchos mexicanos.

Hoy nuestro sistema electoral aglutina todo un complejo andamiaje que hace posible que la voluntad de los ciudadanos que, de acuerdo a la legislación electoral, asisten a las casillas electorales y, con su voto, integren los órganos de gobierno, también llamados de representación política.

Es así, como nuestra democracia representativa se constituye en la voluntad del pueblo mexicano expresada en las urnas eligiendo a quienes serán sus representantes, los cuales tienen la obligación de cumplir no sólo con dicha representación, sino con toda una serie de funciones que la Ley determina.

En este sentido y tomando como ejemplo la conformación de la Cámara de Diputados, nuestro sistema electoral está conformado por dos vertientes: un sistema de mayoría relativa (MR) en donde la población elige, por mayoría simple, a 300 diputados federales en igual número de distritos electorales; así como un sistema de representación proporcional (RP) que, en principio, fue creado para resolver los problemas de una posible sobre y subrepresentación.

El sistema de RP basa su esencia en que se asignan 200 diputados a cada partido político tantos representantes como correspondan de acuerdo a la proporción de su fuerza electoral y que cumplen las disposiciones legales respectivas, entre la que destaca, obtener al menos el 3% de la votación emitida.

Como podemos observar, estos dos sistemas, el de MR y el de RP, y de acuerdo a nuestra norma Constitucional, buscan que al final ambos sistemas sean el reflejo de la voluntad del pueblo mexicano expresado en las urnas para que, proporcionalmente a la fuerza electoral de cada partido, la Cámara de Diputados, quede integrada lo más fielmente posible al mandato del pueblo de México.

Así, en la elección federal de 2018, y de acuerdo con los resultados obtenidos, la Cámara de Diputados quedó conformada de la siguiente manera:

Con la integración determinada por la autoridad electoral federal (INE) como por el máximo órgano jurisdiccional en materia electoral del país (TEPJF), la voluntad de la población quedo manifestada y reflejada en la composición de la Cámara de Diputados.

Sin embargo, la renuncia de muchos legisladores a su militancia, su incorporación a otra fuerza política, su determinación de constituirse como “independiente”, entre otros factores, dan como resultado que la Cámara de Diputados tenga una conformación muy distinta a la que emanó de la voluntad del pueblo mexicano.

Al mes de septiembre de 2019, la Cámara de Diputados, de acuerdo con registros públicos de la LXIV Legislatura[1], refleja la siguiente composición:

Consecuentemente, podemos inferir que la voluntad del pueblo mexicano ha sido corrompida de forma considerable. Su voto cuenta al momento de las elecciones, pero no conserva esa misma representatividad gracias a algunos legisladores.

Por ejemplo, Morena por sí sólo, hoy tiene una fuerza política de MR como RP, equivalente al 51.8% de la población cuando en la elección obtuvo una representatividad del 35.3% bajo el principio de MR y un 42.5% por la vía de la representación proporcional. Esto genera que esta institución política esta sobre representada.

El caso contrario lo encontramos en otros partidos como el del Trabajo. Este partido hoy representa una fuerza electoral del 6.8% por ambos principios (MR y RP). Sin embargo, lo que obtuvo en la elección de 2018 fue muy diferente; por la vía de MR obtuvo un 19.3% y por RP un 1.5%.

Esta descomposición ha generado una falta absoluta a la manifestación libre al sufragio universal dictado por la ciudadanía.

Consecuentemente, y a la luz de una muy probable Reforma Electoral, consideramos que es momento de analizar esta circunstancia con el objetivo de devolverle a la ciudadanía el poder de decisión de los órganos de representación y no que éstos últimos manipulen a su conveniencia, el mandato expresado en las urnas.

Entre otros aspectos posibles de analizar, sería el que la legislación electoral no permitiera que los legisladores que arribaron a la Cámara de Diputados por una fuerza política derivado de la expresión del voto ciudadano, pudieran renunciar a su militancia partidista hasta en tanto no concluyen con su encargo.

Lamentablemente, los señores legisladores tendrán la última palabra.

¡Hasta la próxima!

[1]  Fuente: Link: http://sitl.diputados.gob.mx/LXIV_leg/info_diputados.php