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La igualdad de género en los escenarios de la pospandemia

Las mujeres no podemos quedarnos en casa, ni ser invisibilizadas de nuevo. | Teresa Incháustegui Romero

Por
Escrito en OPINIÓN el

Agradecimiento por siempre a todas las amigas y amigos

que nos asistieron y dieron aliento en medio del covid-19.

Espero no haya un covid-20.

Quiero aprovechar el espacio que retomo hoy en La Silla Rota, después de unas semanas fuera del aire, para hilar un comentario en torno a un muy interesante foro organizado el viernes 10 por el INMUJERES [1] con la participación de destacadas legisladoras feministas entre éstas las senadoras Patricia Mercado y algunas personalidades con amplia trayectoria internacional como Rebeca Grynspan, la propia directora del Instituto Nadine Gasman y Helmut Schwarzer de la OIT.

El tema central del diálogo fueron las condiciones que marcarán el futuro próximo, así como las características de la multillamada “nueva normalidad” en la región latinoamericana y su impacto u oportunidades para la igualdad de género. Paso en lo que sigue a sintetizar las reflexiones comenzando por las de más amplio horizonte y espectro, puntualizando los aportes que se les incorporan para integrar un panorama poco mas completo.

Primero esbocemos el panorama laboral. Retomo aquí las reflexiones iniciales de Nadine Gasman sobre los retos de la llamada Revolución Industrial 4.0 y las respuestas de Rebeca Grynspan que, con una mirada histórica de largo plazo y una visión de economía política, ubicó a la pandemia como un factor precipitador del proceso de cambio en el mundo del trabajo que se venía dando y anunciando desde al menos cuatro décadas atrás. La Revolución Industrial 4.0 con la entrada al uso intensivo de inteligencia artificial y reducción neta de trabajo humano ha inflado sus velas con la pandemia, dando: “un salto cualitativo en algunas de las tendencias que se venían teniendo y que cristalizan definitivamente con la pandemia” (Grynspan dixit) Cosa de ver quiénes son los que han ganado con la situación sanitaria y económica provocada por SARCOV-2  de manera que estamos ahora sí ya en el suelo socio histórico del siglo XXI en lo que hace al mundo productivo.

En consecuencia, la nueva normalidad no va a traernos la recuperación económica de los más de 400 millones de empleos formales que se perdieron en el mundo según OIT.[2] El sector o los sectores económicos que emerjan y las empresas que logren sortear las dificultades de la pandemia y la recuperación, requerirán de menos mano de obra y con nuevas habilidades, capacitación, condiciones laborales y disposiciones horarias.  Seguramente representarán una oportunidad para mucha población joven, pero también entrañan el riesgo de que, por constituir nuevos tipos de trabajos, los empleos no sean formales o, estén fuera de los esquemas de protección social y derechos laborales por lo que serán empleos precarios. Tanto más cuanto el desempleo de muchos representará una fuerte competencia entre la población buscando empleo con la oportunidad para que los empleadores saquen ventajas en términos salariales y de condiciones laborales.

Entre estas modalidades están el teletrabajo que puede ser ventajoso para algunos y desventajoso para otros. Requiriendo no sólo nuevas habilidades que van más allá de la disponibilidad de equipo y servicio de Internet, sino también de una infraestructura de redes y servicios de calidad accesibles para todos.  Se requerirá de nuevas capacidades en términos de saber hacer en el manejo de software, diseño y tecnologías virtuales y en general de una nueva mentalidad y racionalidad de trabajo, lo que se dice fácil, pero requiere todo un nuevo entrenamiento. La tercerización de procesos que puede generar la Revolución Industrial 4.0 implicará también crecimiento del trabajo independiente (free lancer) y del cuenta propismo que exigen recursos de inversión y plazos de recuperación con temporalidad incierta o variable, que no cualquiera puede afrontar. Por último, requiere condiciones habitacionales adecuadas para conjuntar la vida cotidiana y la actividad laboral en un mismo espacio.

América Latina y la igualdad de género en el contexto de la pos-pandemia

La mayor parte de los países de América Latina y El Caribe están hoy en la zona del mundo donde los trabajadores encuentran más restricciones o dificultades para volver o recuperar sus trabajos por efecto de la pandemia. En el contexto de los mas de 400 millones de empleos a tiempo completo perdidos a nivel mundial, 55 millones corresponden a empleos de tiempo completo perdidos en la región. Por lo que considerando que en nuestras economías la informalidad del trabajo y de las empresas, cubre más del 60% tanto de la población ocupada como de las actividades económicas, la pérdida de empleo formal que se registra es sólo la punta de un iceberg que oculta una debacle económica mayor. De ahí que las estimaciones que tanto CEPAL como OIT hicieran de la población que se incorporaría a los sectores de pobreza y pobreza extrema, se ha duplicado de las estimaciones iniciales en marzo, pasando de 28 millones a 40 millones en la primera y de 15 a 28 millones en la segunda, tres meses después. Las previsiones de los expertos señalan la inminencia de una crisis alimentaria, que en términos concretos se traducirá en hambre, para buena parte de estas poblaciones y no por dificultades de la cadena productiva del sector alimentario sino básicamente por falta de dinero.

En este marco se enfatizaron las preocupaciones por la situación y oportunidades de las mujeres y la igualdad de género. Helmut Schwarzer expresó su preocupación porque el avance logrado en los últimos treinta o cuarenta años en la participación económica (entre 64 y 48%) no haya dejado de sostenerse sobre un piso de desigualdad en términos de diferenciales en salarios, puestos, calidad del empleo, pensiones, etc. y que pueda incluso profundizarse por las consecuencias de la pandemia y sobre todo por los enfoques y políticas pública que adopten los gobiernos para manejar la recuperación económica.

En este aspecto se subraya la tentación que pueden tener los gobiernos ante la escasez recursos para atender el cuidado la vida y la salud de las personas, para plantear de nuevo a las mujeres frente a la crisis “quedarse en casa” y seguir cuidando a sus familiares en vez de retomar su vida laboral o profesional, sus proyectos educativos. También que ese “quédate en casa” para las mujeres se derive de la depresión económica en sectores laborales feminizados que van a tardar mucho en recuperase y que quizá no lo logren del todo, como los servicios sociales (comercio, hoteles, restaurantes, trabajo doméstico) y algunos más de la manufactura (industria alimentaria) donde el trabajo de las mujeres pueda ser sustituido por inteligencia artificial.   

En el análisis del panorama político les comentaristas de este interesantísimo foro virtual fueron enfáticxs en retomar la crisis de la legitimidad y apoyo social que antes de la pandemia se había manifestado contra los gobiernos en la región, como resultado de los deslucidos resultados económicos y de la rampante desigualdad económica y social generada por las políticas neoliberales. En particular se destacó la gran movilización del movimiento feminista en la región y sus demandas por la igualdad, el derecho a la contracepción y al aborto, la no discriminación y una vida libre de violencia, que experimentaron un momento histórico excepcional justo antes de la pandemia y que ahora ante la Nueva normalidad habrían de reactivarse ante el riesgo de que los servicios de salud ligados a la garantía de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres sean desplazados por escasez real o restricciones fingidas de parte de gobiernos conservadores ante la agenda de igualdad entre mujeres y hombres.

Ante la crisis económica mas aguda de la que se tenga registro en nuestra historia, que llevará al menos una década para la recuperación, las mujeres no podemos quedarnos en casa, ni ser invisibilizadas de nuevo en los impactos de la pandemia, por eso se requieren estudios, conocimiento, propuestas precisas y sobre todo participación política. Si no intervenimos activa e inteligentemente en el diálogo social frente a las salidas de la crisis generada por la pandemia, tenemos el riesgo de ser desplazadas y experimentar un retroceso equivalente a una centuria. La nueva realidad no debe trocarse en una vieja pesadilla para nosotras, convirtiendo una consigna general y perentoria de la pandemia, en la reedición del mandato de género que venimos derrumbando a trompicones desde hace doscientos años.


[1] https://www.facebook.com/magda.coss/videos/10223174306288197

[2] La COVID-19 y el mundo del trabajo. Quinta Edición, 30 junio de 2020 disponible en: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/--- dcomm/documents/briefingnote/wcms_749470.pdf