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La caída de James Comey

Los demócratas están furiosos por las acciones de Comey.

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Escrito en OPINIÓN el

"Que recuerde sólo una vez había sido destituido un director de FBI desde su fundación; ocurrió en 1993 bajo el mandato del presente Bill Clinton (D) y el motivo fue ético: el uso de dinero público para fines privados. Desde entonces, la agencia ha soportado todo tipo de tempestades, hasta esta semana. ¿Qué sigue?

El martes 9 de mayo de 2017, el presidente estadounidense Donald Trump destituyó  sorpresivamente a James Comey, director de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) quien había sido nombrado en septiembre de 2013, por 10 años en el cargo. De un plumazo  se  acabó una larga carrera de 30 años en temas de seguridad.

"Durante mucho tiempo he creído que un presidente puede despedir a un director del FBI por cualquier razón, o sin ninguna razón en absoluto.", escribió Comer en una misiva de despedida (abajo).

Ese despido jamás se lo hubieran hecho a Edgar Hoover quien dirigió La Oficina durante casi cincuenta años; sobrevivió a ocho presidentes y se convirtió en un mito poderoso, polémico e enigmático.

El secretario de Justicia Jeff Sessions (número 1) y el subsecretario de Justicia Rod Rosenstein (numero 2), quien envió un memorándum a Sessions- recomendaron el despido al presidente Trump,  así nomás, y éste hizo caso.

El punto central de la justificación de Rosenstein para la destitución fue el manejo de la investigación del caso del uso por parte de Hillary Clinton de un servidor de correo electrónico privado, su decisión de recomendar que no se presentaran cargos (a Clinton) y la conferencia de prensa que él sostuvo para explicar su razonamiento. Todo eso ocurrió en 2016.

Rosenstein acusó a Comey de intentar "usurpar la autoridad del secretario de Justicia" anunciando públicamente por qué sentía que el caso debía ser cerrado sin procesamiento.

"Agravando el error, el director ignoró otro principio de larga data: no mantenemos conferencias de prensa para divulgar información despectiva sobre el tema de una investigación criminal rechazada", argumentó Rosenstein.

El subdirector Andrew McCabe será director interino, hasta en tanto se nombra a uno nuevo.

Trump dijo en una carta firmada que había concluido que Comey no era "capaz de liderar efectivamente" el FBI. "Es esencial que encontremos un nuevo liderazgo para el FBI que restaure la confianza del público en esta misión letal".

Agregó según un comunicado de prensa que el Buró "es una de las instituciones más apreciadas y respetadas de la nación y hoy marca un nuevo comienzo de nuestra joya de la corona en aplicación de la ley".

"No estaba haciendo un buen trabajo. Simplemente, eso. No estaba haciendo un buen trabajo", dijo Trump este miércoles al ser preguntado por el despido de Comey, cuando estaba reunido en su despacho con Henry Kissinger, su consejero y ex secretario de Estado del presidente Richard Nixon (1969-1974). Curiosamente de Nixon.

Como leemos el pecado formal de Comey fue el haber mentido bajo juramento a un comité Judicial del Senado de aquel país exagerando la gravedad de los riesgos para la seguridad nacional de Estados Unidos del uso por Clinton de su correo electrónico.

Por eso 

a pocas horas después de que Comey reconociese errores graves en su declaración sobre el caso de los correos, la Casa Blanca aprovechó y anunció su destitución fulminante".

Y para justificar el despido Trump se apoyó en una ex temporánea recomendación del fiscal general -número 1- y su ayudante -numero 2- que consideran improcedente el comportamiento que tuvo al cerrar en julio pasado el caso de los correos de Hilary: eso fue lo formal.

Pero lo real tiene que ver en mucho con la investigación que traía el director del FBI con la presunta intervención de Rusia en el proceso electoral norteamericano y que definió la elección para la victoria de Trump.

Recordemos que el FBI jugó el año pasado un rol muy público, diez días antes de la elección y ocupó los titulares y la cobertura de medios impresos y electrónicos con una carta; en ella insinuaba que podría estar a punto de encontrar nueva evidencia condenatoria contra Hillary Clinton. 

Y de eso se agarró Trump. Usó el caso -de los correos-, como un proyectil en contra de Clinton pero jamás demostró ilegalidad alguna; eso sí, el entonces candidato republicano presentó en campaña mediática el asunto como una cuestión delictiva.

El uso de los correos privados era la "prueba", a su juicio, de que no se podía confiar en Clinton para la Presidencia.

Y lo que sucedió fue que literalmente, no encontró nada.

¿Qué pasó?

En julio de 2016 Comey dio carpetazo al asunto, lo que le generó una ola de críticas del entorno de Trump quienes no admitían que el caso quedará clausurado.  

Tres meses después, en octubre de 2016, a sólo 11 días de las votaciones, Comey reabrió fugazmente el asunto, por lo que Trump saltó de alegría: "Esto lo cambia todo; es la mayor historia desde el Watergate", proclamó entonces.

Empero, la alegría le duró poco.

A los tres días, Comey dio marcha atrás y volvió a cerrar las investigaciones.

Sin embargo, en el camino, quien había quedado dañada era Clinton. 

En efecto, su credibilidad había sido puesta en duda. Y hasta hoy la candidata demócrata aún piensa que, junto al ciberataque ordenado por el Kremlin, esa fue la causa de su derrota.

La semana pasada Comey asistió de carácter rutinaria ante el Comité de Asuntos Judiciales del Senado. 

Ahí los legisladores le preguntaron sobre los dos grandes escándalos con los que el FBI ha ocupado los titulares en 2016: el uso por Hillary Clinton de un servidor de correo electrónico privado cuando era secretaria de Estado, y la presunta intervención de Rusia en favor de Trump en la campaña electoral de 2016.

Y ahí fue donde Comey cayó.

El ex director del FBI dijo que su controvertida decisión de reabrir la investigación de los emails de Clinton, el 28 de octubre pasado, cuando apenas quedaban 12 días para las elecciones, se debió a que habían aparecido cientos y miles de correos de la candidata en el ordenador del ex congresista demócrata Anthony Weiner. 

Como sabemos la relación entre Weiner y Hillary está en que la esposa del congresista -aunque están separados- es Huma Abedin, la mano derecha y confidente de Clinton.

Así pues, Abedin habría reenviado esos "cientos y miles de correos" de Clinton a su pareja, que está siendo objeto de una investigación separada por presuntas relaciones con una menor. 

Y entre esos mensajes había 12 documentos con información clasificada, según dijo Comey. 

El ex director del FBI declaró que Abedin parece haber tenido el hábito de reenviarle correos  (a Weiner) para que éste se los imprimiera. 

Sin embargo, el FBI informó el martes 8 de mayo después de que la web de periodismo de investigación ProPublica lo desvelara, que la cantidad de correos que Abedin reenvió a Weiner era muy pequeña; ¡insignificante!

Mintió bajo protesta de decir verdad…

Además, la prensa especuló con unas pocas decenas de correos, entre los que sólo dos -no 12, como dijo Comey- tienen información reservada, según el FBI.

Por su parte Clinton acusó de nuevo a Comey de haber jugado un papel clave en la victoria de Donald Trump ese 28 de octubre.

El pecado de Comey fue no sólo por haber reabierto la investigación, sino haber informado al Congreso de su decisión".

Apenas una semana después de anunciar la nueva línea de investigación, el FBI cerró la investigación de los correos, alegando que no había encontrado nada sospechoso. 

O sea…

Para entonces, Clinton ya había caído en las encuestas, y el rebote que se produjo después de su exoneración por el FBI no fue suficiente para que ganara unas elecciones en las que obtuvo tres millones de votos más que el vencedor. La historia es conocida.

La semana pasada -principios de mayo-, Comey declaró que le produce gran malestar la idea de que el FBI haya podido haber influido en las elecciones con su gestión de los correos de Clinton. 

La audiencia del todavía director del FBI se produjo un día después de que Clinton, culpara a Comey en una entrevista de ser responsable parcialmente de su derrota.

En efecto, Clinton afirmó en declaraciones en el evento Women for Women International que estaba en camino de ganar la Presidencia el año pasado hasta que una combinación de factores -una carta del director del FBI en octubre y una filtración de WikiLeaks- crearan dudas en las personas que estaban inclinadas a votar por ella.

La carta de Comey a la que se refirió Clinton fue enviada 11 días antes de las elecciones.

La misiva informaba a los legisladores estadounidenses que investigadores habían descubierto correos electrónicos que parecían pertinentes en la investigación de la oficina sobre el uso indebido de Clinton de un servidor privado de correos.

La investigación ya se consideraba como completada para entonces, lo que hacía ese hallazgo bastante inusual. Esa acción definió en gran manera las elecciones en Estados Unidos.

El Departamento de Justicia investiga hoy las acusaciones de que Comey violó las políticas del FBI con la carta, es decir, con sus revelaciones públicas respecto a esa investigación.

Sin embargo,  los demócratas están furiosos por las acciones de Comey, especialmente por el hecho de que, en contraste, no fue sino hasta el mes de marzo que el FBI finalmente hizo pública una investigación sobre posibles vínculos con Rusia de la campaña de Donald Trump durante las elecciones.

Entonces Comey no sólo desmintió entonces la acusación de que Barak Obama hubiese grabado a Donald Trump, sino que admitió que su Departamento investiga los nexos entre el Kremlin y el equipo del multimillonario para derrotar a Hillary Clinton. 

Meses antes al final del año, el periodismo de investigación -The Washington Post- con información de la CIA determinó que los hackers que trabajan para el gobierno ruso actuaron para inclinar la elección a favor de Trump. 

Por eso, para los demócratas la destitución de Comey no es más que un intento de obstrucción a la Justicia. 

Según ello lo que Trump ha hecho es aniquilar al máximo responsable de la investigación entre su campaña y el Gobierno ruso. 

Más recursos.

Además, nos enteramos que Comey pidió la semana pasada a Rosenstein, más recursos para investigar la presunta relación entre el equipo de Donald Trump y el Gobierno ruso. 

El lunes 8 de mayo, transmitió esa petición a varios miembros del Senado, y un día después  fue cesado de forma fulminante. Todo está muy raro.

Trump destituyó a la persona que le investiga, a instancias de otra persona que podría estar siendo blanco de esa misma investigación. 

La cuestión, ahora, es qué va a pasar. 

El FBI siempre ha sido una organización independiente.

Los demócratas han pedido una investigación, crear una Comisión Especial del Senado, o el nombramiento de un fiscal especial, para que investigue el Rusiagate, que es como algunos llaman al escándalo de la relación entre Trump y Putin.

El cese de Comey ha sido equiparado por el senador demócrata Bob Casey de nixoniana por referencia a la Masacre del Sábado Noche de octubre de 1973, cuando el presidente Richard Nixon cesó de repente al investigador especial del Watergate, Archibald Cox, en un intento de acabar el proceso que iba a acabar forzándole a dimitir 9 meses más tarde.

El periodismo de investigación hizo su trabajo…

Recordemos que el asunto concluyó con la destitución del presidente Nixon como resultado de la investigación de dos periodistas del diario The Washington Post: Carl Bernstein y Bob Woodward.

El trabajo periodístico fue clave, para conocer las trapacerías del sistema político de Estados Unidos".

¡El golpe fue durísimo! Es más, todavía no se reponen.

Pero dicen los que saben que hay dos diferencias entre el cese de Cox y el de Comey, el primero provocó la dimisión inmediata -e inesperada- de los números uno y dos del Departamento de Justicia de Nixon.

Ahora, son esos mismos número uno y dos quienes han pedido la destitución del director del FBI. 

Además, con Nixon, la oposición demócrata controlaba el Congreso, y los propios republicanos coincidían en que la actuación del presidente en todo el escándalo debía ser investigada.

Ahora  las cosas son distintas....

La decisión de Trump es sorprendente, ha dañado a una de las instituciones de la inteligencia de los Estados Unidos de América. No es la primera vez que ocurre.  Hace unos meses cuando Trump era Presidente electo puso en duda a las agencias de inteligencia y espionaje, como la CIA o la NSA.

No pasó nada.

Hasta la fecha, los republicanos del Congreso han tratado de bloquear toda la investigación sobre las relaciones entre Trump y Rusia. 

Pobres.

Rusia ha dicho que espera que la decisión de destituir a Comey no afecte a las relaciones diplomáticas y ha remarcado que el despido no tiene nada que ver ellos: "Esto es un asunto interno de Estados Unidos, es una decisión soberana tomada por el presidente que no tiene nada que ver, o no debería tener que ver, con Rusia", ha declarado el portavoz ruso, Dmitry Peskov, en una conferencia de prensa.

Por su parte, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, se mostró ''sorprendido'' cuando los periodistas le pidieron ayer en Washington una valoración sobre el despido de Comey, y la posible influencia de esta decisión en las conversaciones con el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson.

Empero, antes de que la prensa estadounidense comenzase a lanzar preguntas al canciller ruso y a su homólogo de Estados Unidos, una de las periodistas preguntó si el despido del director del FBI influiría negativamente en las conversaciones.

-"¿Le han despedido? ¿Está usted bromeando?", respondió Lavrov a la periodista (agencia sputniknews.com).

Mmm…

El golpe fue certero. El FBI está herido, pero no de muerte…

PD.  Comey se despidió de sus compañeros en una carta, dice, traducida al español:

A todos:

Durante mucho tiempo he creído que un presidente puede despedir a un director del FBI por cualquier razón, o sin ninguna razón en absoluto. No voy a pasar más tiempo pensando en la decisión o la forma en que fue ejecutado. Espero que ustedes tampoco. Está hecho, y estaré bien, aunque los echaré mucho de menos y a la misión.

Ya les he dicho antes, en tiempos de turbulencia, que el pueblo estadounidense debería ver al FBI como una roca de eficacia, honestidad e independencia. Lo que hace duro dejar el FBI es la naturaleza y calidad de su gente, que, unida, genera esa roca para América.

Es muy difícil dejar a un grupo de personas que se compromete sólo a hacer lo correcto. Mi esperanza es que mantengan los valores y la misión de proteger al pueblo estadounidense y defender la Constitución. Si lo hacen, aunque también estarán tristes cuando se vayan, el pueblo estadounidense estará más seguro.

Trabajar con ustedes ha sido una de las grandes alegrías de mi vida. Gracias por ese regalo.

Jim Comey

Firmado.

@fredalvarez