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La alternativa inviable

Los Estados Unidos ya no son la punta de lanza en muchas cosas en las que antes lo eran.

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Escrito en OPINIÓN el

Escribo estas líneas retomando mi colaboración semanal después de un tiempo de no haberlo hecho y con el propósito de volver a la antigua rutina, de contar un poco lo que sucede desde la capital de los Estados Unidos. Si bien hay muchas cosas que mencionar, cabe decir que los fenómenos y acontecimientos que rodean a Washington tienen un impacto mundial y hay que analizarlos como tal y a la luz de dichas consecuencias. No es la excepción esta semana pues apenas hace unos días el presidente de Estados Unidos, Donald Trump decidió retirar a su país del Acuerdo de París (sobre cambio climático) en una decisión que contraviene un poco la lógica de las naciones, las organizaciones y la ciencia del día de hoy.

Pero debemos tomar un momento para entender realmente por qué pasó esto. Para ello diremos que el tema de creer o no en el fenómeno del cambio climático, en este país – me refiero a Estados Unidos – es un asunto meramente partidista y no científico. No es así en el resto de las naciones, pero aquí la ciencia se subordina a la ideología del partido al que pertenece dicho militante. De manera simplona, los demócratas creen en el cambio climático, los republicanos no. Una muestra: la asesora especial del Presidente Trump Kellyane Conway dijo que, en este tema, el presidente “empezó con la conclusión y después de revisar los datos, llegó a la misma conclusión”. ¿Entonces para qué revisar datos, si la conclusión ya se tiene desde antes y es ideológica y no científica? ¿Cuál es la razón para hacer una simulación al respecto? Pues nada, que Trump sabe que no puede convencer a otros ciudadanos de su propuesta y por ende ha decidido seguir hablándole a su base, a todos aquellos quienes votaron por él (que no son pocos), pero no son suficientes para liderar el cambio global (como les gusta decirlo a ellos mismos).

¿Cuál era la alternativa viable para este grupo de personas que piensan que el cambio climático es una invención de los chinos? ¿Cómo convencer políticamente a un grupo de ciudadanos enojados contra el sistema porque la “globalización y los tratados de libre comercio les quitaron sus empleos”? ¿Qué se le puede ofrecer a alguien que está en contra de todo aquello que representa el sistema, y que jamás hubiese votado por una candidata de apellido “Clinton” que justamente personifica – para ellos – lo más corrupto y dañino de su sistema político y la culpable de la situación en la que viven? Ciertamente el punto y el argumento era demasiado complejo. Todo este grupo de individuos creyó que votando por Donald Trump realmente tendrían una alternativa viable a sus aspiraciones, a sus esperanzas, a sus conflictos, a su situación, al desempleo y a la desesperación en la que viven. Ellos no querían escuchar sobre “responsabilidad política” sino respuestas concretas. Trump se las dio. Pero es como una medicina que no cura, sino que solamente alivia el dolor.

Trump es ahora presidente y esos grupos de personas que pensaron que la solución sería verlo a él en la Casa Blanca, se están dando cuenta que no tendrán soluciones mágicas, ni instantáneas y que lejos de ello, están perdiendo liderazgo en la escena global. En muchos casos la comunidad internacional se ha mostrado escéptica (y hasta burlona) porque los Estados Unidos ya no son la punta de lanza en muchas cosas en las que antes lo eran. ¿Cuál era su alternativa?

Norberto Bobbio dice en su libro “El Futuro de la Democracia” que para que un sistema sea realmente democrático, no basta con tener elecciones libres, periódicas, donde la prensa y los medios no sean censurados y los votantes no sean coartados en su libertad de escoger; no, sino que también es necesario tener opciones viables de dónde elegir. De otro modo, aunque hagamos todo en su forma, en el fondo la democracia seguirá siendo inestable e incompleta. En Estados Unidos me queda clarísimo que sucedió precisamente eso: a pesar de tener elecciones libre, periódicas, etcétera, no tenían alternativas viables. Tenían que escoger entre lo que no querían, y entre lo que han decidido que tampoco quieren.

Al final de cuentas es una lección para México y para nosotros. ¿Cuánto de todo aquello que hacemos en el país emula a las elecciones sin alternativas en Estados Unidos? ¿Cuánta gente en México se queja de no tener opciones y acaba escogiendo al candidato que – al final del día – le daría más problemas que soluciones? Y eso sucede en todos los niveles de gobierno. Y sucede también en el ámbito privado y social. La lección es: si queremos que nuestro país sea democrático, nuestra sociedad debe serlo. Y para ello, tenemos que darle opciones y alternativas viables de donde poder escoger. 

@fedeling