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¿Incongruentes?

La incongruencia política es normal, pero muy costosa cuando rebasan ciertos límites. | José Antonio Sosa Plata

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Escrito en OPINIÓN el

La congruencia es uno de los requisitos básicos de la comunicación para lograr la confianza en cualquier tipo de relación política, económica, mediática o social. La armonía entre lo que se piensa y se hace es, por lo tanto, bien valorada no solo en los liderazgos, sino también en las instituciones.

Cuando hay congruencia, se fortalece la credibilidad y la reputación.

Sin embargo, la congruencia no puede entenderse solo como coherencia lógica o coherencia lógica y emocional. Mucho menos puede o debe aceptarse como el resultado de una argumentación persuasiva. Todas y todos hemos sido incongruentes en diversos momentos de nuestras vidas. La razón es tan clara como evidente, aunque no siempre lo queramos reconocer:

La incongruencia es un mecanismo natural de defensa, al igual que la mentira.

Mentimos, manipulamos, nos contradecimos, ocultamos información y somos algunas veces incongruentes porque somos animales políticos. La conveniencia y el instinto de sobrevivencia son las dos razones que alimentan este tipo de conductas, actitudes y expresiones. Pero hay límites. Siempre debe haber límites.

Consulta: Lucía Selios. Aspectos institucionales, ci´clicos y estructurales en la representacio´n poli´tica. Un ana´lisis diacro´nico de la congruencia poli´tica utilizando la "medida distancia terrestre" (EMD). Trabajo presentado en el Seminario de Investigacio´n 2017-2018 A´rea de Ciencia Poli´tica y Administracio´n, Universidad de Salamanca.

Para reducir la incongruencia, la Ética es nuestro mejor marco de referencia disponible.

Los valores y convicciones no son un obstáculo para cambiar de opinión. Tampoco impiden la corrección de las acciones anunciadas o en proceso cuando hay una justificación personal o colectiva que así lo justifique. Lo que en la praxis política resulta inaceptable, o por lo menos inconveniente —en términos de percepción ciudadana— es el incumplimiento de las promesas y compromisos.

Te puede interesar: Héctor Cuadra. Reflexiones sobre ética y política internacional. México, Universidad Iberoamericana, 2009.

El engaño burdo, cínico y reiterado tampoco son tolerados.

El autoritarismo, la demagogia y el populismo son los verdaderos jinetes del Apocalipsis de los gobiernos democráticos. También lo son la inequidad, la desigualdad, la corrupción, la falta de respeto a los derechos humanos, la restricción de las libertades constitucionales, la ausencia de diálogo y negociación, la inseguridad y la violencia, pero sobre todo la injusticia.

La inconsistencia recurrente siempre tiene altos costos.

El disgusto y el cansancio ciudadano se manifiesta en las encuestas y en las elecciones. A pesar de todo, está demostrado que los pueblos pueden llegar a desarrollar una gran tolerancia frente a algunas mentiras, contradicciones o incongruencias de sus líderes o autoridades. Lo que no se acepta es que se conviertan en un hábito.

Por eso, el buen líder no solo debe intentar ser congruente; debe parecerlo.

Por si no lo leíste: ¿Somos lo que decimos?

Sin embargo, como sujeto de poder, el líder también sabe que no siempre se puede decir toda la verdad a todas y todos. Primero, porque en ocasiones existe el riesgo de vulnerarse ante sus adversarios. Segundo, porque hay verdades incómodas, o que obedecen a razones de seguridad nacional, que deben esperar un tiempo prudente para salir a la luz pública. Y tercero —aunque parezca una obviedad— porque errare humanum est.

Transformar el deber—ser en ser es algo más que una simple aspiración.

La comunicación política es más efectiva cuando las palabras están sustentadas por acciones y resultados. Tengamos presente que la búsqueda de la perfección es deseable, pero nunca posible. No olvidemos que los errores, los conflictos y las crisis se pueden superar, sobre todo cuando partimos de análisis de riesgos serios y profesionales.

Te recomendamos: Pablo Ferri. "Amnistía Internacional califica de 'incongruente' la política de derechos humanos de López Obrador", El País, 28 Noviembre 2019.

En la búsqueda de la congruencia, los protocolos también son fundamentales.

Además, ninguna estrategia política debería desvincular los ejes de la narrativa y la realidad, porque el discurso y el hecho son más sólidos cuando van tácticamente ligados. En consecuencia, la prudencia indica que hay que tomarse muy en serio los compromisos que se asumen, primero en campaña, y luego como autoridades ya en el gobierno. El objetivo no solo es mantenerse en el poder; es lograrlo con la confianza, credibilidad y apoyo mayoritario de la gente porque estos elementos constituyen, a fin de cuentas, la base de la legitimidad.

Recomendación editorial: María Javiera Aguirre Romano. Ética de los medios de comunicación. Barcelona, España, Editorial Herder, 2016.