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OPINIÓN

Entremos al “divertido” juego de los números: el sobrecosto de una refinería

Los opinadores quieren hacer creer que la inversión en la Refinería es una mala decisión. | Ismael Jiménez

Escrito en OPINIÓN el

La recién inaugurada refinería de Tabasco, puso a más de uno con los pelos de punta. Los costos se incrementaron hasta 30 por ciento, más de los 8 mil millones de dólares presupuestados cuando se anunció la construcción.

¡Vaya fiasco, ni siquiera calcular los costos de una refinería que está de más, hacen bien!, dicen los opinadores. Que su costo total en realidad alcanzará los 18 mil millones de dólares, dicen algunos, es decir, más del doble presupuestado inicialmente, y lejos de los 12 mil millones que dice el gobierno terminará costando la obra.

Que no se producirá una sola gota de gasolinas sino hasta dentro de dos años; los más delirantes dicen que sus fuentes de “expertos” aseguran que ocurrirá hasta dentro de seis años, mientras que otros, no dejan de repetir hasta el cansancio y sistemáticamente que las inversiones en Pemex, son “dinero bueno echado al malo”.

Y aunque persisten las voces que argumentan que recurrir al pasado es encubrir la ineficiencia del presente; en el caso de los números de la refinería y de Pemex, vale la pena entrar al divertido juego de los números hurgando en el pasado.

Siguiendo la tesis de quienes afirman que la refinería Olmeca costará 18 mil millones de dólares, la pregunta que nos surge es: ¿Cuánto habría costado construirla en el 2003, o cuál hubiera sido la inversión de haberse concretado la refinería de Hidalgo durante el sexenio de Calderón?

Seguramente y amén de hacer los ejercicios para deflactar el costo de los insumos de construcción, de haberse levantado al menos una refinería en los últimos tres sexenios, el costo habría sido mucho menor que los sobrecostos que los opinadores pregonan.

Pero, ¿y por qué no se construyó entonces en alguno de los tres últimos sexenios una refinería? La respuesta es sencilla, el objetivo era quebrar a Pemex. La idea era desmantelar a la otrora segunda petrolera más grande de América Latina.

Los números hablan por sí solos; de acuerdo con datos de Pemex, durante el sexenio de Fox, periodo en el que se registraron los ingresos petroleros más grandes de la historia, sólo en el 2006, se ingresaron 34,706 millones de dólares por la exportación de petróleo crudo. Durante el sexenio de Calderón, los ingresos por exportación de petróleo en el 2011 fueron por 49,379 millones de dólares. Para 2013 ya en el gobierno de Peña Nieto, las exportaciones fueron por 42,711 millones de dólares.

Estamos citando únicamente el año en el que, las exportaciones de petróleo, alcanzaron su nivel máximo de ingresos en cada uno de los sexenios señalados. Es decir que, a lo largo de los seis años de cada sexenio, los ingresos por exportaciones de petróleo se multiplicaron al menos por cinco.

¿Qué significa esto? Que, con los ingresos por exportaciones de petróleo, se habría construido, de haberse tenido la determinación, una refinería por sexenio, o cuando menos, una entre los tres sexenios. El costo de la obra habría sido menor al sobrecosto más elevado que hoy manejan los opinadores.

Pero, si lo anterior es cierto, ¿entonces por qué no las construyeron? El argumento favorito hace 20 años era que Pemex estaba perdiendo competitividad y que la producción de barriles de petróleo venía en picada, que la deuda de la paraestatal la ahogaba y que su terrible carga fiscal la hacia ineficiente. A lo anterior, se sumó el argumento de que los autos serían eléctricos, decían que para 2015 serían una realidad.

Lo que no explican o no desean explicar, es cómo y por qué Pemex cayó en esa espiral de ineficiencia operativa y financiera amén de la corrupción rampante que vive y vivió el gigante petrolero.

Efectivamente, la producción de Pemex comenzó a caer y los apologistas de la apertura energética, argumentaban que poco o nada se podía hacer por una empresa que querían quebrada. Y aunque la paraestatal se negaba a morir porque seguían encontrando y explorando yacimientos, invertir un peso en Pemex estaba de más.

En cuanto a la deuda de Pemex, precisamente en el periodo de 2000 a 2018, los “administradores” de la paraestatal emitieron la mayor cantidad de bonos de deuda en los mercados financieros, decían, para mantener la operación de la empresa. Todavía no se entiende cómo los mercados internacionales seguían avalando los bonos de deuda de una empresa quebrada.

Desde entonces y hasta el día de hoy, el 70 por ciento de los pasivos totales de Pemex, son precisamente la deuda contratada por cada uno de quienes ocuparon el cargo de director general durante ese periodo de tiempo en la empresa.

Y mientras en México el contubernio de políticos, funcionarios y empresarios corruptos enterraban a Pemex, a nivel mundial, la demanda y producción de petróleo continuaba en ascenso. De acuerdo con datos de la Agencia Internacional de Energía entre el año 2000 y 2019 la demanda mundial de petróleo creció 22 por ciento, una tasa promedio de 2.4 por ciento anual. De hecho, a partir de 2007 hay un repunte exponencial de la producción mundial de petróleo que contribuyo a mantener los precios bajos del barril. Otro de los argumentos para descarrilar a Pemex.

De acuerdo con las cifras de exportación, los ingresos generados por Pemex durante las dos últimas décadas, habrían permitido construir al menos dos refinerías. Pero hacerlo, habría contravenido el plan de apertura del sector y todos los “empresarios” que se formaron para importar combustibles, no habrían podido usufructuar con la especulación de los precios internacionales del petróleo. Factor principal del encarecimiento de las gasolinas en los últimos 12 años.

Construir la Refinería de Tabasco, tiene como objetivo bajar la dependencia de las importaciones de gasolinas que llegaron a representar el 80 por ciento del consumo nacional. Siguiendo con el juego de números de los opinadores, si la refinería Olmeca producirá su primer barril de gasolina en seis años, la de Fox hubiera producido combustibles en 2009, si la refinería de Hidalgo hubiera entrado en operación, habría producido sus primeros litros de gasolina en 2016. En cualquier escenario, de haberse construido una refinería, el precio de las gasolinas en México, hoy serían más bajos.

Aún así, los opinadores quieren hacer creer que la inversión en la Refinería es una mala decisión, pero, se ha preguntando amigo lector dónde estarían, y dónde estarán en unos años más los precios de las gasolinas sin subsidio, sin Deer Park y sin refinería Olmeca.

Al día de hoy, los precios de las gasolinas, estarían por arriba de los 30 pesos el litro; las ganancias de las importaciones de gasolinas, en las arcas y bolsillos de los políticos que avalaron la reforma energética de Peña Nieto y usted y yo amigo lector, estaríamos pagando el sobrecosto de ese y otros petroquímicos que consumimos todos los días. Pero de eso, hablaremos en otra entrega.