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En los conflictos laborales, la paja en ojo ajeno

Tanto los liderazgos sindicales se van alejando de los trabajadores como las empresas, y son esas conductas las que crean problemas laborales. | Manuel Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Seguramente en la Coparmex estuvieron meditando mucho si daban a conocer su posición frente al conflicto generado en la planta automotriz de General Motors en Silao, Guanajuato, que debe repetir el proceso de Legitimación de Contrato Colectivo por supuestas irregularidades. 

Los empresarios de la Coparmex prefirieron ser cuestionados públicamente por opinar en este tipo de procesos legales, competencia exclusiva de los trabajadores, a quedarse callados ante un conflicto que ha alcanzado repercusiones internacionales y que puede alcanzar la supervivencia de la fuente de trabajo.

La prolongada discusión que se dio en esa organización patronal de considerar tener prohibido meterse en los procesos en que los trabajadores deben definir si están o no de acuerdo en conservar su contrato colectivo de trabajo, y al mismo tiempo exponerse a sanciones no solo nacionales sino también internacionales si durante los procesos de votación incurren en irregularidades que incidan en la voluntad de los trabajadores.

La Coparmex argumenta que el trasfondo de estos ataques tiene como propósito que las fuentes de trabajo creadas en México y que han salido de sus países, regresen ante la pérdida de sus fuentes de empleo y membresía, destacando entre éstas “un interés muy particular en ciertas ramas industriales como son la automotriz y minería”.

El comunicado de la Coparmex refleja la preocupación de que al existir un interés interno entre los organismos y liderazgos “puedan incitar a problemas laborales que afecten la operación de las empresas establecidas en territorio nacional”.

De esta afirmación, cabe preguntar si los procesos de votación en que se consulte a los trabajadores si desean continuar o no con su contrato colectivo, puede ser motivo para “incitar a problemas laborales”. Se ve poco probable, porque se llevan ante la presencia de inspectores e incluso de observadores autorizados para vigilar que los trabajadores depositen su voto de forma personal, libre, directa y secreta.

Sin embargo, es necesario reconocer que México se convirtió por mucho tiempo en el país “del no pasa nada” en materia sindical. Nunca han sido considerados los trabajadores ni en las negociaciones salariales, ni en las contractuales, y en todo ha sido el líder sindical, que, en acuerdo con el patrón, ha decidido el futuro de los asalariados.

El proceso de legitimación pretende que los trabajadores conozcan su contrato colectivo de trabajo y decidan si están de acuerdo en que se les siga aplicando. Resulta obvio que votar en contra significaría quedarse sin la protección de un contrato colectivo de trabajo y de su representación sindical. Por ello han adquirido importancia algunas legitimaciones en que los trabajadores prefieren perder su contrato colectivo a fin de deshacerse de los líderes sindicales, ¿vale la pena?

Conviene preguntarnos si esa es la mejor forma de lograrlo. Me parece inconveniente el costo de perder un Contrato Colectivo de Trabajo cuando hay otras vías para sustituir a los sindicatos que no representan los intereses obreros como es por la vía de titularidad de contrato colectivo por medio de voto secreto.

En los procesos de legitimación de los contratos colectivos también va inmersa la legitimidad de la política que en materia de relaciones laborales imponen las empresas. En muchas ocasiones sus operadores están alejados de los trabajadores y en lugar de establecer una comunicación adecuada los ignoran, y lo peor es que en ocasiones los enfrentan sin sustentar razones.

Tanto los liderazgos sindicales se van alejando de los trabajadores como las empresas, y son esas conductas las que originan el “incitar a problemas laborales”.  Acusan a factores externos y ven la paja en ojo ajeno y no la viga con la que cargan. 

Se acusa de factores externos cuando la mayoría de los dirigentes no rinde cuentas de las cuotas sindicales que reciben, ni tampoco se ejerce una democracia sindical por medio del voto secreto para elegir a sus representantes.

El proceso de legitimación de los contratos colectivos debe sustentarse en los trabajadores, no en sus dirigentes. 

Se necesita una reforma laboral que le permita a los trabajadores, con al menos el 33% de éstos, solicitar se legitimen sus contratos colectivos de trabajo. Actualmente, si el líder sindical no decide realizar este proceso no se puede llevar a cabo la legitimación. 

La mayoría de los contratos colectivos están congelados porque los dirigentes sindicales no pretenden impulsar su legitimación, prefieren legalizar su ausencia. Que se mueran solos por inercia.

Se requiere una reforma en la que los actores del proceso de legitimación sean los trabajadores, a través de coaliciones, para impulsar la democratización en las organizaciones sindicales, que ahora se estremecen con el inicio de la reforma laboral que camina todavía de manera muy precaria.