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¿Debemos impulsar Policía Estatal Única con casos como los de Sinaloa y Veracruz?

Miles de millones de pesos gastados en seguridad y los ciudadanos vivimos inseguros.

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Escrito en OPINIÓN el

El pasado miércoles 27 de enero, en el poblado de Cristo Rey, Esquinapa, en Sinaloa, seis policías abandonaron el lugar en el que un grupo armado amenazó y luego mató a un hombre.

 

Una mujer grabó el evento con su celular y en el video se exhibe la retirada a gran velocidad de 4 policías estatales y dos municipales minutos antes que se consumara el homicidio. Ver Video

 

Tras la circulación en redes de este video, el secretario de Seguridad Pública del Estado dio a conocer que los 6 elementos se encuentran detenidos mientras se investiga las posibles responsabilidades. El secretario explicó que la retirada de los elementos estatales y municipales de seguridad se dio para evitar una confrontación con los delincuentes y evitar herir a ciudadanos en el fuego cruzado.

 

Difícilmente alguien podrá afirmar que la labor policial es un trabajo sencillo: Como si el simple hecho de arriesgar la vida no fuera suficiente, tienen que enfrentar horarios inhumanos, bajos sueldos, pésimas prestaciones, derechos laborales inexistentes, maltrato de ciudadanos y de autoridades, falta de insumos para poder hacer su trabajo (equipamiento, armamento, calidad de los vehículos, gasolina, balas, etcétera).

 

Sin embargo, aún reconociendo que la labor policiaca es difícil e ingrata, este evento nos permite analizar por lo menos 5 aspectos generales de las debilidades que tenemos en las condiciones de seguridad del país:

 

  1. Hay fallas institucionales.

 

  1. Hay fallas individuales.

 

  1. Las personas nos encontramos en total indefensión.

 

  1. Los gobernantes buscan resolver los problemas de delincuencia y violencia sólo mediante la fuerza pública y la policía cuando la cuestión es más compleja.

 

  1. Hay una persistente falta de respuestas institucionales sustentadas en diagnósticos, información y evidencia.

 

Un caso en donde la gente pide a la policía que intervenga y que ayude porque está por consumarse un homicidio y que ésta huya —por el motivo que sea— exhibe lo indefensos que estamos los ciudadanos en este país.

 

¿Y por qué la institución policial no logra proteger a la población y dotar de las mínimas condiciones de seguridad a una comunidad? Las razones son primero institucionales y luego individuales.

 

Las policías en México, en su gran mayoría, carecen de mucho: Desde los insumos para poder realizar su trabajo, hasta capacitación de calidad y profesional sustentada en protocolos de actuación (que sí existen) para responder a un evento de casi, cualquier naturaleza.

 

De alguna manera, se le exige a los policías del país que respondan ante un enemigo que pelea sucio, bien equipado, mejor pagado, que vive fuera de las normas, que no debe responder por daños colaterales o violación a derechos de las personas, sin las armas o balas suficientes, pero, sobre todo, sin los conocimientos, la motivación, la capacidad y la integridad necesarios.

 

Y es que en México la simulación, improvisación y corrupción que acompañan a las políticas públicas, también se puede ver en las áreas de seguridad y justicia: Casi una década trabajando bajo un nuevo modelo policial que se ha quedado en el papel; veinte años en crisis de inseguridad, miles de millones de pesos gastados en seguridad y los ciudadanos vivimos inseguros, sin que podamos afirmar que ni las policías, ni la situación, estén mejor.

 

Al mismo tiempo, sigue pendiente la depuración de los cuerpos policiales empezando por los secretarios y mandos, hasta llegar a los policías de tránsito; no hay fomento verdadero a las buenas prácticas, ni a la integridad profesional o a la cultura de la legalidad.

 

Sin estos elementos es imposible lograr un trabajo apegado a derecho, con desempeño impecable. Es imposible crear una institución a la que sea un orgullo pertenecer y que fomente que en lo individual, quien decida ser policía, lo haga por vocación y no sólo porque era el único trabajo disponible.

 

En este escenario, la respuesta política busca una solución aparentemente fácil: La desaparición de las policías municipales, "endebles, mal armadas, con patrullas destartaladas y coptadas por el crimen" en favor de una Policía Estatal Única.

 

El actual presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (CONAGO), Eruviel Ávila, Gobernador del Estado de México, en recientes fechas afirmó que: "Es más fácil recomponer 32 policías estatales que 1800 municipales que se encuentran con dificultades económicas, de infiltración y de capacitación". 

 

El doctor Ávila aparentemente deja pasar que la reconstrucción de las policías implica la atención a casi 400 mil personas tanto en 32 instituciones estatales como en más de 1,800; que hay una ausencia de un modelo claro de Policía Estatal Única al cual hacer referencia; que hay un franco incumplimiento de la ley de Seguridad Pública que desde 2009 da pie al actual modelo policial y que pone en evidencia que, por sí misma una reforma de ley no es suficiente; que hay un claro riesgo de politización con posibles graves consecuencias al concentrar en los gobernadores las políticas locales de seguridad; que hay evidentes carencias que viven también las policías estatales; que hasta el momento no conocemos ni el plan económico que explique los costos y pasos de la medida ni de dónde saldrán los recursos necesarios para ejecutarla adecuadamente y, desde luego, también hay casos de infiltración en las policías estatales e incluso la federal. En suma, que no existe evidencia alguna para afirmar que 32 Policías Estatales Únicas serán mejor de lo que hoy tenemos.

 

Dicho de otra manera, las declaraciones de Eruviel Ávila hacen parecer como si, por el simple hecho de incorporar una policía municipal a la estatal, las asimetrías en entrenamiento, construcción de capacidades e insumos se resolvieran sin que se prevea cómo y en qué pasos se dará el proceso.

 

Lo que sucedió en Sinaloa es sólo un ejemplo de las debilidades que también las policías estatales tienen: No saben responder, no siguen protocolos, no tienen suficientes insumos y a veces están coludidas con los criminales como en el caso que vimos recientemente en Veracruz.

 

Antes de aclamar a las policías estatales como el modelo ideal y desacreditar todo el trabajo de las corporaciones municipales, debemos preguntarnos ¿policías como las de Sinaloa y Veracruz son ejemplos de la policía que queremos?

 

Recordemos que en los días pasados se expuso con toda contundencia que la policía estatal de Veracruz desapareció a 5 jóvenes, y que según lo que informó el Fiscal General de esa entidad, fueron entregados a un grupo del crimen organizado. Por desgracia, el caso de los 7 policías estatales veracruzanos que se encuentran detenidos, no es ni el primero ni el único; las policías de este país siguen estando en condiciones bastante deplorables y son débiles. Quien tenga alguna duda podrá corroborarlo con el excelente análisis que hace la organización social Causa en Común sobre el tema en el Semáforo de Desarrollo Policial.

 

A la CONAGO le urge entender y discutir el modelo, los recursos y buenas prácticas para avanzar en el fortalecimiento policial antes de improvisar acciones de poca sustancia. 

 

Señores gobernadores, legisladores, autoridades de seguridad, se lo deben a los cientos de miles de víctimas del delito del país, a los cientos de miles de policías honestos que hacen su labor día con día con todas las carencias que los malos manejos de recursos han generado. Se lo deben a todos los mexicanos a los que pidieron su confianza con su voto. 

 

Errores en materia de políticas seguridad se han cometido muchos, no deben cometerse más si en algún momento esperamos vivir en país donde los robos, homicidios, extorsiones y secuestros dejen de ser una simple noticia más que se suma a las miles similares.