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De vagones y “vagoneros”

Para nadie es un misterio que el STC Metro requiere inversión desde hace muchos años

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Escrito en OPINIÓN el

Ya son más de tres años y medio desde que se incrementó 67 por ciento la tarifa en el Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC) de la Ciudad de México, la “consulta” ciudadana en la que buscaron un consenso entre los usuarios “arrojó”, según lo dicho entre los impulsores de aquel momento, que más de la mayoría (55%) estuvo de acuerdo en el incremento de 2 pesos.

La propuestas efectuadas por el STC Metro fueron muy generosas: adquisición de trenes para las líneas 1 y 12; mantenimiento mayor a trenes de la línea 2; contratación de mil 200 policías para evitar el ambulantaje; sustitución de escaleras eléctricas; modernización de la línea 1; recuperación de trenes abandonados; mejoras al sistema de frenado; renivelación de vías; mejoras a la ventilación de trenes; modernización de torniquetes: una lista de necesidades urgentes en este sistema de transporte público.

Tres años y medio han pasado de aquellas promesas… por desgracia, muchos de los requerimientos para el Metro, arrastran una larga lista de inconsistencias, no de ahora, sino casi desde sus orígenes, a lo que se ha sumado la corrupción de quienes han visto en el STC Metro una “mina de oro” en lugar de lo que en realidad es: un sistema público de transporte que debería brindar servicio de manera adecuada en tiempo y forma.

Para nadie es un misterio que el Metro, desde hace muchos años, requiere inversión y al verlo agonizando y al borde del colapso al inicio de cada administración, o en cada lluvia de las mentadas “atípicas”, se busca de manera urgente reactivarlo y la manera más sencilla, como siempre, es permitiendo que paguen los costos las clases trabajadoras que, de una u otra forma, somos todos.

Existen tareas urgentes que no se pueden dejar de lado, como el mantenimiento mayor a trenes o la sustitución de escaleras eléctricas, o sencillamente las mejoras al sistema de frenado y la renivelación de vías, que no se entiende cómo fue que se dejó de lado realizarlas por tanto tiempo y que por fin se están adecuando paulatinamente las estaciones en este sentido; sin embargo, hay otra que me llama la atención.

“La contratación de mil 200 policías para evitar el ambulantaje” fue una de las banderas que más enarbolaron las autoridades capitalinas y sobre todo las del Metro para el aumento de la tarifa, sin embargo, en primero resalta que estos elementos que decían serían contratados nunca serían para combatir, o no en una primera instancia, la delincuencia al interior del STC Metro y, por otra parte, reflexionar: hasta dónde ha carcomido el fenómeno de los llamados “vagoneros” que es necesario contratar elementos de seguridad para inhibirlos.

Varios medios han publicado en diversas ocasiones reportajes sobre el negocio que representa para dirigentes sociales y políticos los vendedores ambulantes del Metro, las cantidades exorbitantes que se manejan día a día y mes tras mes son para entender que sencillamente han alimentado a una hidra que para extinguirla habrá que tocar fuertes intereses de muchas personas… lo que sencillamente no es cosa fácil, de ahí que se expliqué el por qué los usuarios del STC Metro continúan sufriendo el ambulantaje en pasillos, andenes, escaleras, vagones y accesos del sistema.

En su momento el STC Metro decidió implementar una campaña en la que ellos no se comprometían a sacar a los “vagoneros” del Metro, si no que abogaban por que fueran los usuarios quienes los eliminaran al no comprarles sus productos y con ello aseguraban “desaparecerán”; la ley de oferta-demanda, qué tremendo, publicidad en la que aceptan su incapacidad de ejecución y autoridad y el estado de indefensión en el que los usuarios nos encontramos ante uno de los problemas, aunque no el más grave, que enfrenta el STC Metro.

Es cierto, el boleto del Metro es muy bajo y sí, debería costar más, sin embargo, ante las muestras de corrupción de nuestras autoridades incompetentes – ya sean del pasado o del presente – y mientras se continúe esa línea, nunca será posible que los capitalinos gocen de un sistema de transporte público subterráneo de calidad a nivel mundial, no importa si el pasaje cuesta 3, 5, 7 o 10 pesos, el problema es más profundo de lo que se percibe y en los próximos dos años comenzará un nuevo debate sobre un cambio en el costo del boleto del Metro, que lo queramos o no, sufriremos los capitalinos.

@plumavertical

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DIORAMA

Esta semana en DIORAMA, mis recomendaciones:

La biblioteca de los libros rechazados” (Alfaguara). David Foenkinos. En Crozon (Bretaña), un bibliotecario decide albergar todos los manuscritos que han sido rechazados por los editores. Estando de vacaciones en la localidad bretona, una joven editora y su marido escritor visitan la biblioteca de los libros rechazados y encuentran en ella una obra maestra: “Las últimas horas de una historia de amor”, novela escrita por un tal Henri Pick, fallecido dos años antes.

Pick regentaba, junto a su viuda Madeleine, una pizzería y según ella nunca leyó un solo libro y mucho menos escribió nada que no fuera la lista de la compra. ¿Tenía el autor una vida secreta?

Rodeado de un gran misterio, el libro triunfa en las librerías, provoca efectos sorprendentes en el mundo editorial y cambia el destino de muchas personas, especialmente el de Jean-Michel Rouche, un periodista obstinado que duda de la versión oficial de los hechos. ¿Y si esta publicación no es más que un cuidado plan de marketing?


Los doce mexicanos más pobres” (Planeta). Coordinador Salvador Frausto. Más de la mitad de la población mexicana está en situación de pobreza. El reporte "Desigualdad extrema en México" (Oxfam, México, 2015) revela que el 1% de la población concentra el 43% de la riqueza del país. Muchos viven sin luz ni agua ni electricidad. No comen todos los días y, cuando enferman, acceden a hospitales de pésima calidad. Sus hijos tienen que caminar durante horas para ir a la escuela y muchos no tienen acta de nacimiento. Este libro muestra quiénes son los más pobres del país: los olvidados de los olvidados. Un grupo interdisciplinario de reporteros, videastas y fotógrafos localizó a las doce personas con peor situación económica del país. ¿Cuánto ganan? ¿Dónde viven? ¿Qué comen? ¿Cuáles son sus condiciones de acceso a la salud, educación y vivienda? Esta, que es la otra cara de la lista de millonarios, apuesta por generar un contraste entre la miseria y la riqueza, enfrentándonos a la enorme desigualdad en que estamos insertos como país.


La corte del zar rojo” (Crítica) de Simon Sebag Montefiore. En cierto sentido, esta es la primera biografía real de Stalin. Lo que se había publicado hasta ahora no dejaba de ser más que pasajes de su vida y su tiempo, complementados con la historia de la Unión Soviética para compensar la ausencia de información directa sobre uno de los dictadores más famosos del mundo. Sin embargo, en este libro, Simon Sebag Montefiore, que ha tenido acceso a los archivos de Stalin y de sus colaboradores abiertos recientemente, nos descubre un Stalin inusual, sorprendente. Un Stalin menos enigmático, más íntimo, no menos brutal pero más humano. Y con él nos introduce a la apasionante historia de su corte imperial, a una epopeya de miedos y traiciones, a un mundo de privilegio y corrupción, a una vida en la que se mezclaban el amor familiar y la brutalidad asesina. Stalin cultivaba el peligroso juego del poder con sus cortesanos durante las cenas y los bailes que tenían lugar en las impresionantes villas del Mar Negro y en los enormes apartamentos del Kremlin: un mundo secreto, pero extrañamente cálido, poblado por asesinos, fanáticos, degenerados y aventureros. Desde el enano bisexual Yezhov hasta el depravado Beria, cada uno representaba un papel para Stalin: Molotov, el de necio, Ordzhonikidze el de exaltado, Kaganovich el de bruto, Voroshilov el del graciosillo estúpido; Mikoyan el de listo; Zhdanov el de presuntuoso. Todos caminaban sobre el filo de la navaja, matando para sobrevivir, durmiendo con una pistola bajo la almohada; dejando morir a sus mujeres por capricho de Stalin o permitiendo que sus hijos vivieran según un código de mentiras. Pero todos fueron fieles a la fe cuasirreligiosa del bolchevismo.


Viaje al centro de la mente” (Paidós) de Daniel J. Siegel. ¿Qué es la mente? ¿De qué está hecha realmente la experiencia del yo? ¿En qué difieren mente y cerebro? Los contenidos de la mente — emociones, pensamientos y recuerdos—  se describen con frecuencia, pero rara vez se define su esencia.

En este libro, Siegel hace uso de su sensibilidad tan característica y de su formación interdisciplinaria para ofrecer una definición de la mente que esclarezca el cómo, el qué, el cuándo, el dónde e incluso el porqué de quienes somos, de lo que es la mente y del potencial que puede lograr nuestro yo mental. Sumerge al lector en un profundo viaje personal y científico al interior de la conciencia, la experiencia subjetiva y el procesamiento de información, revelando las propiedades de auto organización de la mente que surgen del cuerpo y de las relaciones que mantenemos con los demás y con el mundo que nos rodea. Además de presentar una gran variedad de ciencias de una manera apasionante y asequible — de la neurobiología a la física cuántica, de la antropología a la psicología — este libro ofrece una experiencia que aborda algunas de nuestras preguntas personales y globales más acuciantes sobre la identidad, la conexión y el cultivo de bienestar en nuestra vida.


Llamadme Stalin” (Crítica) de Simon Sebag Montefiore. La vida de Stalin antes de la Revolución fue siempre un enigma, que él mismo ocultaba con silencios y falsedades. Lo mismo podría decirse de los antecedentes de la propia revolución, convertida en una leyenda épica tras el triunfo de los bolcheviques. Gracias a una impresionante aportación de nuevos documentos, Simon Sebag Montefiore, el autor de aquella obra maestra que es “La corte del zar rojo”, nos descubre un joven Stalin hasta ahora desconocido, que cobra una sorprendente dimensión humana en estas páginas y nos da una visión por dentro de la forma en que se preparó y triunfó la Revolución: “una prehistoria de la URSS”.