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De sismo bien, pero la justicia en el piso

Es una pena que lleguen y se vayan gobiernos y sólo miren de lado cómo pasan los reclamos de los trabajadores. | Manuel Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Estaba redactando un apunte sobre el estado de la justicia en México y en eso sonó la alarma sísmica, al levantarme, mis papeles cayeron al suelo. Mientras el piso se movía fuertemente pensaba en la familia cercana, amigos, querencias, enfermos y en los trabajadores que están en los hospitales. El tiempo, que eran segundos, pasaba largo y todo se seguía estremeciendo.

Cuando terminó el movimiento telúrico regresé por mis papeles, los levanté uno a uno del piso, los leía y releía sin salir del asombro de esta justicia que se encuentra rota, lamentando su inmovilidad.

Con el primer fallecimiento en México por covid-19 el 28 de febrero de este 2020 la inquietud fue rebasando todos los espacios y el Consejo de la Judicatura Federal emitió su primer comunicado anunciando la suspensión de labores a partir del 18 de marzo, así fueron sucediendo y ya rebasamos los 90 días de suspensión de actividades.

Forzados por la presión de la sociedad muchos trabajadores de la justicia han abierto espacios de atención urgente y algunos tipos de amparo son permitidos. Con temor al contagio los servidores públicos llegan con sus caretas y cubrebocas a elaborar convenios de terminación de relación laboral y esos que llaman finiquitos. Sólo ven pasar caras tristes de trabajadores que llegan a que les entreguen unos cuantos pesos por sus años de trabajo.

Hay personas como Estelita de la Junta 15 de la Ciudad de México que se presenta todos los días, a pesar de tener días rolados y no estar obligada a presentarse, sus compañeros comentan con orgullo que llega con su sonrisa a darles ánimos.

Otros funcionarios más se han llevado a sus domicilios decenas y decenas de expedientes para seguir avanzando en su estudio, elaborando dictámenes, laudos, sentencias, acuerdos.

Un amigo me contaba preocupado por la seguridad de los expedientes. Me dice: -debo tenerlos levantados, porque mis hijos son muy traviesos, hasta perro tengo, ocupo la mesa del comedor para trabajar y no me puedo concentrar. Comparto la computadora con mi hijo mayor porque en la oficina no me proporcionaron una. Debemos apurarnos porque tenemos mucho rezago por la falta de personal.

En la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, personal que avanza con sus dictámenes y acuerdos pendientes llegan a las oficinas a imprimir sus avances del trabajo y les dicen que no hay papel suficiente ni tóner para las impresoras. Les señalan con reproche: -Si imprimes todo lo que traes nos acabamos el papel que tenemos para todo el año.

La preocupación persiste porque los juicios laborales están suspendidos en todo el país y por tanto son en promedio 7 mil audiencias diarias las que no se han podido realizar desde que cerraron las Juntas Locales de Conciliación y Arbitraje de las 32 entidades de la federación, la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje y los 31 Tribunales Locales Burocráticos.

Toda esa cantidad acumulada de audiencias tendrá que reprogramarse en los días, semanas y meses siguientes cuando se abran estas oficinas laborales, sumado al cúmulo de nuevos expedientes que se agregaran por los miles y miles de despedidos.

¿Para cuándo se señalarán las audiencias suspendidas? Es probable que en 2021 estén señalándose, mientras que de los nuevos despidos serán en los espacios que les dejen los asuntos añejos. Si los juicios laborales se tardan 7 años en promedio (si bien les va), al paso que vamos en 2027, para los que sobrevivan, podrán ir a recoger sus cheques quienes hayan podido lograr un juicio a su favor (que son los menos).

El problema se agrava porque en lugar de abonar mayor presupuesto para que respondan a esta emergencia se han venido restringiendo los recursos para esas instancias de justicia laboral. 

Es una pena que lleguen y se vayan gobiernos y sólo miren de lado cómo pasan los reclamos de los trabajadores.

Con motivo de esta pandemia miles de trabajadores han fallecido por estar en esas que llaman “actividades esenciales”, donde se tiene permiso para morir a la fuerza. Esto ha significado que las viudas o huérfanos, en su mayoría, no han podido cobrar los finiquitos o seguros de sus familiares por la inactividad de las Juntas de Conciliación y Arbitraje ya que sólo esta instancia puede reconocer a quienes serán beneficiarios.

Esta pandemia que no tiene fecha de término exige que la justicia laboral busque nuevos caminos para reanudar labores. La justicia a distancia ha sido la demanda de trabajadores, de patrones y de abogados para destensar esa suspensión por la gran afectación social que trae consigo.

Es necesario apresurar mecanismos para que no sea necesaria la justicia presencial, acabar con la dependencia de expedientes voluminosos, carcomidos por el tiempo y lograr que los procesos digitales puedan dar una salida a una justicia pronta y expedita como reza el artículo 17 constitucional.

Algunas autoridades se las han ingeniado para formalizar la recepción de las demandas vía internet, llevar a cabo conciliaciones a distancia usando medios digitales pero la reanudación de audiencias por medio de videoconferencias se ha dificultado por no existir legislación que la legitime y de llevarse éstas requerirá acuerdo entre las partes.

Hay interesados en que la justicia se siga pudriendo, que sigan alargando los juicios para evitar cumplir los reclamos de los trabajadores y de sus familias, pero esta inercia de desprecio es inadmisible. Los gobiernos tienen que asumir sus responsabilidades de atención de justicia, no pueden ser cómplices de esta insensatez.

Aun busco uno de los papeles que cayeron al suelo por el sismo de la mañana, no lo encuentro por ningún lado, es uno que decía: ¡justicia para los trabajadores!