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Apuntes sobre el coaching

El coaching, por no tener una educación formal y científica, no entiende de los límites y las implicaciones emocionales que puede tener para una persona

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Escrito en HIDALGO el

Esta semana, tonteando en YouTube, me encontré con una entrevista a un coach de negocios por otro coach, pero personal (aunque en la misma entrevista dijera que no lo es, la aplicación de sus preguntas, el encaminamiento y el perfil, indican lo contrario). Originalmente iba a hablar de este video y los mecanismos discursivos y de edición que permitirían “vender” al consumidor una idea que está prediseñada para la venta de ideas (me recordó el relajo que pasó cuando se viralizó el cover de Rolling in the Deep con los Vazquez Sound: están pensados para dar la sensación de producciones “casuales” pero la verdad es que hay toda una pre y post-producción enfocados en dar un mensaje específico). Al terminar este texto, me di cuenta que era muy largo tan solo explicando cosas que creo que debería aclarar antes sobre la lógica del coaching, así que, a la mejor, retomaré el análisis de este video más adelante, o no, depende de sus mensajes.

Cabe destacar que no hablaré más que del coaching personal, ya que es desde el que puedo hablar, aunque me queda claro que otro tipo de coacheo, llevará dinámicas similares, por lo que hay que ser cuidadosos al entrar en este tipo de actividades, cuidadosos por muchos motivos, pero trataré de exponer solo algunos fundamentales con el fin de ser claro:

Mi primer acercamiento con el coaching fue cuando hice una estancia en Monterrey, en ese momento era estudiante de la carrera de Psicología. En ese momento se tomó como un tema delicado dentro de la Facultad de Psicología, ya que los mismos docentes notaban un incremento de alumnos que se acercaban a este tipo de actividades, y sé que se preguntarán ¿Cuál es el problema con ello? Bueno, consideremos que la psicología es una ciencia, y como toda ciencia, tiene una metodología positivista (comprobable, replicable, etc…) y crítica en cuanto al análisis, acercamiento y trabajo con el objeto de estudio que, podríamos llamar “la realidad”. Metodología que no tiene el coaching.

CIENTIFICIDAD

La ciencia no parte de la nada, sino que tiene una serie de fundamentos filosóficos, y a partir de estos fundamentos es que la ciencia se vuelve ciencia. Si el modelo de ejecución del coaching, no tiene una metodología, menos un sustento filosófico (epistémico), por tanto, no se puede corroborar lo que se dice desde ahí, es más, constantemente caen en diferentes falacias formales e informales (errores en la construcción de ejemplos y argumentos desde la lógica).

Podríamos pensar que estas bases solo tienen relación con el trabajo de investigación, pero no en la práctica clínica. Sin embargo, esto no es así: ya puntualizamos que la psicología es una ciencia, y como toda ciencia, tiene un método. Ahora bien, para que el método siga teniendo rigurosidad y profesionalismo, requiere de una ética. Incluso, existe el manual de la ética del psicólogo, libro que fundamenta y estructura cómo es que debemos realizar nuestro trabajo siempre en pos del bienestar del paciente/usuario/persona/sujeto. Este manual, más una metodología y una crítica constante al trabajo realizado, permite generar nuevas opciones y posibilidades sin poner en riesgo la salud mental y la independencia de los asistentes a terapia y, por tanto, no ser abusados por las relaciones de poder existentes en los procesos mismos.

ÉTICA

Desde el principio de la psicología, antes de la creación de la psicología moderna (en el psicoanálisis) Freud ya observaba la existencia de fenómenos como la transferencia, que se basa en un apego emocional por parte del paciente hacia el terapeuta, y desde ese momento se ha limitado y se es categórico y reacio en las limitaciones y las implicaciones de la relación terapeuta-paciente, con el fin de ser lo más objetivos posibles y evitar conflictos de interés o de observación (de aquí el conocidísimo argumento de que los psicólogos no podemos trabajar con amigos y familiares, ya que la misma cercanía implicaría que uno u otro no se abra completamente al proceso, o bien, que no se sea objetivo al analizar los síntomas, fenómenos y/o lenguaje del otro). 

Por otro lado, el coaching, como ya vimos, por no tener una educación formal y científica, no entiende de los límites y las implicaciones emocionales que puede tener para una persona, alguna dinámica, algún discurso o, incluso, alguna caricia (como un abrazo para contener la emoción). En primero lugar porque muchas de estas personas que se dedican a esto, no tienen una educación y preparación para trabajar con los fenómenos psicológicos (emociones, pensamientos y sensaciones), por lo que, al participar en esas dinámicas, estamos poniendo, muchas veces, en riesgo, nuestra salud mental, porque no estamos con especialistas que se hayan preparado para trabajar con dichos elementos. Esto se puede observar cuando la identidad personal comienza a centrarse en el grupo y no en uno mismo:

Por ejemplo, un psicólogo no te dirá que vayas y recomiendes su trabajo con tres familiares (como lo hace el coaching), o jamás dirás que eres “gestaltista” (por decir algo) porque es el tipo de terapia que tomas, sin embargo, dentro del coach, las personas sí validan una parte de su identidad desde el grupo al que perteneces.

ASPECTOS SOCIALES Y DE SISTEMA

Un psicólogo no solo estudia de psicología, sino de otras ciencias que están familiarizadas con su área de estudio específico: desde ciencias biológicas a partir de las neurociencias, hasta antropología y sociología. De ahí, han surgido nuevas perspectivas dentro de la psicología, que han criticado su propio ejercicio clínico y lo ha desarrollado, mientras que el coaching, al carecer de todas estas estructuras que lo autocuestionen, cae, fácilmente, en diferentes discursos que romantizan, pero que no necesariamente son realistas. Por ejemplo:

La realidad como algo manejable: Desde la psicología (todas las ciencias en realidad) se ha estudiado mucho la existencia de una realidad objetiva y única, y en mayor o menor medida, desde diferentes acercamientos de diferentes áreas, se ha consensuado en este momento histórico que “la realidad” no existe, sino que, como diría Roberto Martínez, “es una construcción intersubjetiva a la que le adjudican un valor intrínseco” es gracioso que él dijera este concepto porque, la verdad es que él lo decía sobre algo específico, pero el concepto, en sí mismo, se puede aplicar a cualquier cosa, tangible o no, o sea, a cualquier perspectiva de realidad.

Si todo son construcciones intersubjetivas, entonces no existe una realidad, sino miles y millones, dependiendo de los lentes a partir de los cuales estemos acercándonos a nuestros objetos o realidades de análisis, y desde la psicología, lo que buscamos es hacer algo con esa realidad del paciente o persona, o, mejor dicho, que la persona decida qué hacer con ese problema, que tome sus propias resoluciones y tome el mando de su propia vida.

Tristemente, desde el coach, de nuevo, al no haber esta crítica interna, se acepta una realidad como una realidad social sobre la que todos debemos actuar, una realidad, por otro lado, que no está organizada desde las experiencias de vida de la persona, o sí, pero siempre detrás de un discurso social básico: la producción. El discurso básico en los grupos de coach es que la vida tiene sentido a partir del producir, del hacer, de ser productivo. Conceptos que solo tienen sentido en un momento histórico como el actual, pero que no soporta la pregunta de ¿por qué debe ser así? De manera profunda.

Estos grupos nos dan estas respuestas, y sobre ellas debemos actuar desde sus métodos (no científicos) para alcanzar el éxito, sin contemplar que el éxito, como todo constructo de la realidad, es meramente personal.

El mito de la meritocracia: o sea, pensar que si trabajas duro, podrás tener lo que quieras y como quieras. Esto es una falsedad. Hay muchísimos estudios que corroboran que, una persona que nace en cierto estrato social, no puede llegar hasta arriba, sino que tendrá un límite de desarrollo. Esto es porque, para que habláramos de una carrera justa y equitativa para todos, todos deberíamos nacer con las mismas posibilidades intelectuales, físicas y estructurales (tener la misma cantidad de capital económico y seguridad financiera, las mismas conexiones que todas las personas, las posibilidades tecnológicas y de seguridad social, por decir solo algunas) que, como sabemos, no ocurre.

Si se cae el mito de la meritocracia entonces no importa con cuanto esfuerzo luches por tus sueños, hay cosas que simplemente no ocurrirán. Se que puede sonar descorazonador, pero está bien, porque al final del día, si no ocurren, tampoco es tu culpa.

Por otro lado, estos sistemas de pensamientos mágicos son bonitos y son atrayentes para nosotros porque nos permiten tener una falsa sensación de seguridad (de éxito, de logro, de obtención). Y no trato de decir que no luchemos por lo que queremos, que no nos esforcemos al máximo por intentar lograr nuestros sueños. Solo invito a pensar que puede no ocurrir, y que eso no está mal, y no tenemos por qué avergonzarnos por ello, simplemente, así es la vida.

La libertad financiera. El discurso básico que me encuentro con personas que están en grupos de coach o que consumen textos de éste tipo, es que todos piensan en una “libertad financiera” como la posibilidad de gastar a diestra y siniestra… claro que el concepto se centra en “vivir las experiencias que quieres sin preocuparte por la cantidad”… es una forma bonita de decir “ser rico” y es un deseo utópico, porque tener el dinero significa tener cierto reconocimiento social, ciertas posibilidades de hacer (porque el dinero es una forma de poder que, como diría Foucault, es la capacidad de hacer), y porque implica libertad para hacer lo que uno quisiera, o sea, es un deseo fantástico para volver a la infancia temprana donde todo se resolvía sin la intromisión de uno mismo, sin la responsabilidad.

CONCLUSIONES

Creo que, en un proceso terapéutico, a diferencia de un programa de coach, las personas lo primero que encuentran son preguntas, y a partir del proceso, ellos mismos encuentran sus propias respuestas para, a partir de eso, ir construyendo su propia vida, en base a sus curiosidades, con sus herramientas y con sus fines. Por otro lado, el coaching no te permite esta exploración de preguntas: él te da las preguntas, te da las respuestas y te da las técnicas. El problema es que, bajo esa construcción, no estás viviendo tu vida, sino la de un sistema formado que te dice qué debería ser tu vida.

El meollo de todo este asunto es… que tarde o temprano, las preguntas reales llegarán, y entonces, tendrás menos tiempo para contestarte, para verte al espejo, para reconocerte y, finalmente, para conocerte.