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A pesar de la contingencia, la violencia sigue

Seguimos siendo víctimas de la delincuencia, pero también de la incapacidad e indolencia gubernamental. | Agustín Castilla

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Escrito en OPINIÓN el

En estas últimas semanas la atención se ha centrado casi exclusivamente en el incremento en el número de contagios y defunciones por el covid-19, en las medidas de higiene, sana distancia y resguardo domiciliario, así como en los efectos de la suspensión de actividades económicas no esenciales que ya se están resintiendo sobre todo en las micro, pequeñas y medianas empresas, y por supuesto en la economía de la gran mayoría de familias.

Sin duda, la pandemia del covid-19 representa un desafío enorme para el sistema público de salud y también para nuestra estabilidad económica y social, pero no por ello podemos ignorar la crisis de inseguridad y violencia por la que atraviesa el país y que, a diferencia de lo sucedido en otros países, lamentablemente no ha disminuido en estos tiempos de contingencia.

Las cifras de homicidios dolosos siguen siendo alarmantes. Durante el mes de marzo se registraron 3 mil 78 personas asesinadas, lo que representa un promedio de 102 cada día, y en total 8 mil 829 personas perdieron la vida durante el primer trimestre del año víctimas de la violencia. Es de resaltar que según los informes emitidos por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en estos primeros tres meses de 2020 fueron asesinadas 964 mujeres, siendo que en marzo se presentó un crecimiento de 21 casos al compararlo con el mes anterior. Es decir, los significativos actos de protesta en contra de los feminicidios y la violencia por razones de género que se realizaron el 8 y 9 de marzo, no han tenido respuesta por parte de las autoridades.

A una semana de que termine el mes de abril, y ya en plena cuarentena, el panorama tampoco pinta nada bien. Apenas el pasado lunes se registró una jornada sumamente violenta con 114 homicidios dolosos, mientras que el día anterior se registraron 105 asesinatos -justo coincidió con el llamado que hizo el presidente a los narcos para que en vez de repartir despensas le bajaran a la violencia-, con lo que el promedio del mes superaba los 85.9 casos diarios y de acuerdo a los cálculos del especialista en temas de seguridad Alejandro Hope, de mantenerse la tendencia este mes cerraría entre 3 mil 104 a 3 mil 221 víctimas fatales.

Otro de los delitos de alto impacto, el secuestro, también presenta cifras preocupantes ya que en 2019 se registraron mil 887 casos, mientras que tan sólo en marzo de este año se reportaron 170 superando el promedio del año pasado que fue de 157 secuestros por mes.

Habrá que esperar los reportes posteriores a la cuarentena, pero cuando menos se espera un incremento importante de violencia intrafamiliar -aunque es probable que, por temor, en la mayoría de los casos no se presenten denuncias-, así como de otros delitos como extorsión o robo con violencia.

Lo cierto es que los niveles de inseguridad y violencia en México no han dejado de crecer a pesar de las reiteradas promesas presidenciales -en varias ocasiones ha pedido nuevos plazos para dar resultados- e incluso del encierro y la consecuente disminución en la movilidad de la gente. La apuesta por la guardia nacional -que en realidad se trata de más de lo mismo, la militarización medio disfrazada de las tareas de seguridad pública-, el reparto de dinero a través de los programas sociales y mayor penalización, no han servido de nada.

Es lamentable que se insista en negar la realidad, ejercer un mínimo de autocrítica, negarse a escuchar opiniones distintas, y culpar de todo al pasado eludiendo la responsabilidad presente. Mientras tanto seguimos siendo víctimas de la delincuencia, pero también de la incapacidad e indolencia gubernamental.