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Pandemia y terremoto de 2017, crisis que obligan a repensar la vivienda

Las Unidades Habitacionales fueron sustituidas por departamentos que sólo se usan para llegar a dormir, sin espacios comunes y que además tienen elevados precios

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Escrito en METRÓPOLI el

El terremoto del 19 de septiembre de 2017 y la pandemia, son dos crisis recientes que obligan a repensar el tema de vivienda y además resaltan lo que se ha dejado fuera de las prioridades de su construcción durante las últimas décadas: los edificios con espacios públicos comunes como terrazas, jardines y locales comerciales.

Esos diseños fueron sustituidos por departamentos que sólo se usan para llegar a dormir, sin espacios comunes y que además tienen elevados precios, lo que ha convertido a las casas y departamentos, que son una necesidad básica para cualquiera, en un lujo inalcanzable.

Así lo explica en entrevista con La Silla Rota la arquitecta, Fernanda Canales, autora del libro de reciente publicación, Estructuras compartidas, espacios privados, editado por Actar.

“Eso ocurre incluso en proyectos de interés social o masivos. Ese desinterés que existió en función de las necesidades básica de ventilación e iluminación natural, espacios de esparcimiento, la productividad asociada a la casa. Antes las vecindades lo hacían muy bien, había convivencia en los espacios comunes y había actividades comerciales en los propios conjuntos. Son lugares donde puedes vivir, trabajar, jugar y cuidar a alguien y hacer más funciones que las que después se limitaban a comer y a dormir”, afirma la miembro del Sistema Nacional de Creadores del Fonca-Conaculta.

“(El arquitecto) Luis Barragán decía, que una casa debe ser jardín y un jardín una casa. Hablaba de cosas que hoy en día cualquiera daría la vida por estar en un proyecto así, vivir en pandemia en una casa que sea jardín y un jardín que sea una casa. ¿Cómo hacer accesible eso a todos? Ese es el gran reto de la vivienda colectiva y este libro se enfoca en hacer cómo más personas se puedan enfocar en beneficios que se podían encontrar en las casas unifamiliares”, agrega Canales, que es la encargada del diseño de uno de los nuevos Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (Pilares) en Iztapalapa, proyecto que está en proceso de licitación.

© J. Paul Getty Trust. Getty Research Institute, Los Angeles

FALTÓ CAPACIDAD PARA PLANEAR A LA CIUDAD

Canales, quien es doctora en arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, dice que la crisis de unidades habitacionales con visión social en México comenzó luego del sismo de 1985 que afectó a Tlatelolco, y que se sumó a la herida que 17 años antes había dejado la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968.

“Fue el fin de la capacidad de planear la ciudad y ofrecer los servicios modernos a las mayorías y en cambio se fue dejando en manos de la iniciativa privada, que se desentiende de dar espacios comunes de convivencia, ventilación y actividades comerciales y se volvió este negocio inmobiliario del cual ya sabemos sus efectos negativos”, explica.

“Lo único que se comparte con el anterior modelo son las escaleras y el elevador, ya no hay espacios donde puedan jugar los niños, se pierde la idea de productividad asociada a la vivienda, que pudiera haber comercios y acercar servicios a la comunidad. Se van haciendo más grandes las brechas entre lo público y lo privado. Si no tienes llave no puedes entrar, sin recursos no puedes acceder a viviendas o sólo vivir en lugares alejados y no hay soporte para que más personas tengan acceso a los servicios”.

Esos espacios donde se podía jugar en un parque dentro de la propia unidad habitacional, y que había tiendas y no era necesario salir, es lo que se echa en falta en la pandemia, agrega.

LOS GRANDES PROYECTOS

El libro trae una lista de 70 proyectos de vivienda, de unidades habitacionales, construidos desde 1917 hasta 2017. Entre los proyectos incluidos están el Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA), el Conjunto Urbano Presidente López Mateos de Nonoalco Tlatelolco, o la Unidad Independencia.

Se trataba de grandes proyectos impulsados por los presidentes en turno, y cuyos conjuntos tenían prácticamente todo a la mano: jardines, escuelas, deportivos y locales comerciales.  

“Los conjuntos multifamiliares en los 50 sí eran como el sueño de prosperidad, de cómo modernizar al país, era creer que no se iba a poder modernizar a la gente o educar mientras no tuvieran un lugar digno para vivir. Cómo va relacionada la prosperidad con la vivienda, no sólo era proveerles de departamentos cómodos, sino tener derecho al agua potable, al drenaje, a centros deportivos, a guarderías, ofrecer estos servicios que eran para garantizar una sociedad sana, educada, y así crear mejores comunidades.

“El problema de estos conjuntos es que no se planeó su futuro mantenimiento, se inauguraron y se desatendieron y el gobierno no siguió con su papel de Estado benefactor”, dice la arquitecta egresada de la Universidad Iberoamericana.

“Ha habido épocas en que hacer vivienda era educar a la sociedad y otros que es sólo vender metros cuadrados”.

ENTRE UNA SOLUCIÓN Y UNA PESADILLA

Una de las peculiaridades es que además del texto, el libro incluye dibujos axonométricos -con perspectiva- de modelos de vivienda, como son el Cupa, la Unidad Independencia, la Iztacalco o Tlatelolco.

“Aquí lo que ves es una narración accesible, los balconcitos, los jardines y puedes entender el proyecto de manera más fácil, ves las terrazas, o si se te antoja vivir ahí. Ese juicio no debería ser exclusivo para los arquitectos, y puedes decir ‘qué horror vivir ahí o me gustaría tener ese pedacito de casa’. Es para hacerlo para un público muy amplio, pero también es un libro objeto con una labor titánica, al tener dos tipos de papeles distintos (para los planos), empatar la imagen en línea con la de color, fue un gran reto, como lo fue hacer un libro sobre arquitectura que no sea para arquitectos”.

También incluye citas de arquitectos de distintas épocas, entre ellos Luis Barragán o Mario Pani, que participó en el diseño del Cupa y de Tlatelolco.

“El libro narra esa historia pero de diferentes maneras, en las escalas de proyectos y frases de los arquitectos. Uno propone que eso debe pasar con la vivienda que se multiplica, otros proponen como un gran conjunto que coloniza el territorio, otra vez a través de espacios colectivos. Cada arquitecto da su propia visión de cuáles deberían ser las prioridades y la oferta, que la vivienda debe estar asociada a qué. A mí me gusta pensar en proyectos cuando deben estar asociados a la educación, la cultura, el trabajo. Incluso Tlatelolco y estas unidades son el sueño de la vivienda de tener a pie de tu casa los servicios para que los niños jueguen de manera controlada y no estar tan encerrada, como sucede en las torres de departamentos más recientes”, concluye.


fmma