“Siempre he dicho que habremos alcanzado la verdadera igualdad social cuando podamos ser tan necias, ineficaces y malvadas como lo son algunos hombres sin que se nos señale especialmente por eso”, así afirma la escritora española Rosa Montero en el prólogo de la última edición del libro Historia de mujeres, ahora titulado simplemente: Nosotras. 

Hablar de nosotras se ha vuelto un tema de la agenda internacional, la violencia contra las mujeres es insostenible y no estamos dispuestas a seguir callando, aunque nos tachen de histéricas, vándalas, ridículas y en los casos más extremos de ignorancia, feminazis.

 

“Somos malas, podemos ser peores” es una de las consignas que los colectivos feministas gritan durante sus manifestaciones.

Quitarnos esa imagen celestial e inmaculada que nos han atribuido cultural y socialmente es uno de los objetivos de Rosa Montero al contar las historias de diversas mujeres en su humanidad más pura, con sus luces y con sus sombras, sus terribles sombras.

Pero también con su audacia, como ocurrió en la provincia de China, Hunan, donde se dice que la concubina del emperador inventó una caligrafía secreta para poder contarle a sus amigas sobre los sinsabores de su relación. Este código fue conocido como nushu, cuenta con dos mil caracteres y tiene una antigüedad de más de mil años. Muchas mujeres aprendieron esta escritura porque no tenían derecho a escribir el idioma oficial, a ellas se les mantenía ignorantes, pero con el nushu pudieron comunicarse y organizar cierta resistencia.

(Rosa Montero, escritora de Nosotras)

Textos conservados de esta caligrafía dicen frases como la siguiente: “debemos establecer relaciones de hermanas desde la juventud y comunicarnos a través de la escritura secreta”. 

En cuanto a mujeres oscuras, Montero cuenta la historia de la poeta y crítica literaria de los años veinte, Laura Riding, quien creía tener poderes sobrenaturales. Ella tuvo una relación con el poeta Robert Graves y con su esposa, un consenso llamado el “círculo de la trinidad”, donde Laura compartía cama y escribía con Graves en el piso de arriba de la casa que habitaban, mientras que la esposa cuidaba de los niños en el piso de abajo. 

Laura trajo más amantes a la casa, era una gurú, Graves y su esposa la obedecían ciegamente, hasta que encontró al hombre que le destrozó la vida y ella a él.

Una de las relaciones más complejas es el de una madre y una hija, la historia de Aurora y Hildegard Rodríguez es espeluznante. Hildegard era una chica alegre y fuerte, siempre a lado de su mamá, eran los años 30. 

Aurora era una mujer dura, un suceso la marcó de por vida y la volvió un ser posesivo. Desde que nació Hildegard, Aurora se propuso hacerla una mujer de excelencia y libre, sin embargo, cuando vio el potencial de su hija y que se le escapaba de las manos, la mató. Durante el juicio dijo sentirse orgullosa de su acto: “es mucho más penoso matar a una hija que parirla; de parir son capaces todas las mujeres, de matar a sus hijos, no”.

Montero visibiliza la vida no solo de los ejemplos citados, nos trae también las historias de Agatha Christie y su obsesión por el orden; Mary Wollstonecraft, escritora profesional e independiente en pleno siglo XVII, mejor conocida por ser la madre de Mary Shelley, la autora de Frankenstein. También destaca la altivez de Simone de Beauvoir, Frida Kahlo y su tormentosa vida. 

Escritoras, antropólogas, médicas, científicas, diversidad de mujeres nos podemos encontrar en esas páginas, mujeres de carne y hueso, a veces maravillosas, a veces perversas, fuertes y débiles, humanas pues.

Rosa Montero nos trae sus voces y sus aportaciones, ese pasado oculto que sin duda nos enriquece a nosotras, las mujeres de hoy.