Así como los micromachismos, podemos hablar de los microrracismos, aunque nombrarlo como “micro” sería un poco para bajar el nivel de crueldad de nuestro lenguaje.

¿A cuántas y cuántos de nosotros nos han discriminado nuestros propios familiares y amigos por tener un color de piel más obscuro?

“Saliste morenita, aún así estás bonita”, dijo mi abuelo.
 

“Pero mira, fuiste la única que salió indita”, me señaló un expretendiente cuando vio la foto de mi abuela quien era era blanca.
 

“Ya no te pongas tanto en el sol, mira que negra te estás poniendo”,me pedía mi mamá en la universidad.

 Por años, tuve que usar cremas aclaradoras de la piel. Recuerdo que tal racismo lo vi en la película de Angelitos negros de 1948 escrita y dirigida por Joselito Rodríguez, fue protagonizada por Pedro Infante, Emilia Guiú, Rita Montaner, Titina Romay y Chela Castro. La cual está inspirada en el poema que tiene el mismo nombre del poeta venezolano Andrés Eloy Blanco.

 Hasta ahora le pongo atención. El famoso poema Angelitos negros podría considerarse un himno contra al discriminación racial. 

"Pintor nacido en mi tierra,

con el pincel extranjero,

pintor que sigues el rumbo

de tantos pintores viejos,

aunque la Virgen sea blanca,

píntame angelitos negros"

¿Trabajar como “negro"?

 La muerte de George Floyd ha hecho que la población estadounidense tome las calles contra el racismo. Un fenómeno que nos invita a cuestionarnos sobre nuestro el lenguaje.

 Manuela Sanoja del diario El País hace una recopilación de frases racistas que hemos normalizado, algunas de ellas son: “llevo toda la semana trabajando como un negro”. “La oveja negra de la familia”, expresión que hace referencia a una persona inadaptada o problemática. “Un negro literario”, el escritor que redacta la obra de una persona que la firma y se lleva la fama.

 El problema surge cuando se hacen valoraciones reduccionistas sobre quiénes son los demás, dijo el profesor de psicología social de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Fundación Psicología Sin Fronteras, Guillermo Fouce.  Sobre todo, cuando influyen en el ser de las otras personas.

 El problema se agranda  cuando pasa a convertirse en un prejuicio, "que es cuando esa imagen se carga de negatividad. Entonces, esta carga nos predispone a actuar o responder de determinada manera ante esas personas". Inevitablemente, "todo esto se ha filtrado en el lenguaje cotidiano, en las frases hechas... Y al haber estado en nuestro sustrato cultural desde hace tanto tiempo, se ha convertido en una de las cosas más difíciles de cambiar”.

 Diverso estudios han demostrado el poder que tienen los estereotipos en las personas. Un ejemplo es el historial de trabajos del profesor de psicología de la Universidad de Stanford (EE UU) Claude Steele, quien ha constatado que cuando le repites a una persona negra que por su color de piel es menos lista, termina obteniendo peores resultados en pruebas relacionadas con la inteligencia. También si le dices a una estudiante negra que por su etnia y género no es igual de capaz que sus compañeros de clase, saca peores notas en las evaluaciones.

¿Cómo le ponemos fin al lenguaje de discriminación?

“Lo que no se nombra no existe”, dicen las protestas feministas. Lo que se nombra existe. Por ello, el secretario general de SOS Racismo Mikel Mazkiaran, no invita a frenar este tipo de discursos y menciones: 

"La manera de corregir este tipo de lenguaje, expresiones y adjetivos debe ser de forma constructiva. Quien emplea esos términos normalmente no lo hace de una manera consciente y en absoluto subyace una intencionalidad de ofender. Lo tiene normalizado en su habla, lo cual no quiere decir que no deba ser corregido".