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“Una noche sentí que me iba a morir”; confinamiento acentuó depresión de Karla

Karla encontró una red de apoyo de otros jóvenes que como ella que padecen cuadros de depresión y que suspendieron sus tratamientos durante el confinamiento

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Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.- Karla es una de las más de 2 mil 265 personas diagnosticadas con depresión en Hidalgo. Antes de la pandemia acudía regularmente a terapia psicológica, pero suspendió su tratamiento cuando se establecieron medidas de sana distancia. Durante meses su padecimiento se agudizó hasta que encontró una red de amigos virtuales que, igual que ella, necesitaban apoyo emocional.

Cada 13 de enero se conmemora el Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión, que es un trastorno emocional que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, se considera la primera causa mundial de discapacidad.

A sus 22 años, Karla narra que su adolescencia no fue fácil, socializar, ir a la escuela e incluso comer son actividades que se le complica realizar. No recuerda en el momento en el que se dio cuenta, pero supo que algo no estaba bien.

Yo veía que mis compañeros salían, a mí me invitaban a ir a algún lugar y el simple hecho de pensarlo me costaba trabajo. Mi familia tiene una tendencia de depresión y algunos trastornos, así que me tocó a mí”.

Por la pandemia suspendió sus consultas psicológicas con un especialista privado, el confinamiento agravó lo que sentía. Pensar en los contagios le hizo tener miedo, angustia y preocupación por su familia.

“Dicen que no todos resistimos de la misma manera, y algunos sentimos con más intensidad. Estar encerrados, preocupados y estresados, nos trajo una dinámica familiar difícil. Una noche sentí que me iba a morir porque mis pensamientos hacían que ni siquiera pudiera respirar. Yo sé que suena exagerado, pero de verdad, sentí que me iba a morir”.

Después de varias noches con insomnio y ansiedad, dejó de entrar a sus clases virtuales y evadió contacto con su familia, mientras, la depresión se agudizaba.

En redes sociales leyó un comentario en una publicación que describía lo que ella sentía, abajo había más comentarios que coincidían en ella. Se adentró a leer comentarios y ver videos, hasta que decidió compartir la situación que enfrentaba durante el confinamiento.

Después de unas horas, recibió un mensaje privado en Facebook, una de las personas que leyó su comentario le había escrito, así comenzó una red de apoyo, de quienes pasaban por lo mismo. Son tres mujeres y tres hombres, y ella, quienes ahora, también son amigos.

Empezamos a pasar las noches juntos, platicando por whats, estábamos para cuando los otros se sentían mal, porque nosotros sabíamos cómo se siente estar ahí, es un alivio saber que hay alguien que va a estar para ti escuchándote llorar a las 3 de la mañana porque tienes miedo”.

La conectividad y los medios digitales le permitieron fortalecer una red de apoyo que trasciende fronteras, sus amigos se encuentran en Tijuana, Monterrey, Tamaulipas y la Ciudad de México.

Aunque no se han conocido, se han vuelto cercanos, tienen constante comunicación y tras empezar a acompañarse sus miedos se calmaron.

Karla refirió que esta red le ayudó a pasar el confinamiento sin que se agudizará la depresión. Cabe mencionar que aún, o ha retomado la atención especializada, debido a que la contingencia, no lo ha permitido.

En la Secretaría de Salud de Hidalgo, al corte epidemiológico de la última semana del 2020, el conteo de personas que fueron atendidas por depresión es de 2 mil 265, el año pasado el registro fue de mil 580.

En el registro, las mujeres son quienes más han demandado el servicio, de los 2 mil 265 casos, mil 806 le pertenecen a este sector de la población. En tanto que 459 son masculinos.

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De acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), e cada 100 mexicanos, 15 padecen depresión. Los afectados pueden vivir hasta 15 años sin saber que tienen este trastorno, los niños, jóvenes y adultos mayores, poblaciones vulnerables indicó Alfonso Andrés Fernández Medina, subdirector de Información de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM

Algunos signos de alerta son: Persistente estado de ánimo triste, pleno de ansiedad o “sin sentido”, cambios en los hábitos de sueño, reducción del apetito y pérdida de peso o aumento del apetito y aumento de peso, insatisfacción y desinterés por actividades que antes disfrutaba, incluyendo el sexo.


sjl