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Un muro no impidió a Roberto llevarle serenata a su esposa

La historia entre Roberto y Carmen cambio en marzo, cuando él fue deportado y ella detenida y obligada a portar un grillete electrónico en el tobillo

Escrito en ESTADOS el

Con un grillete electrónico al tobillo izquierdo, que le fue colocado por oficiales de migración hace dos meses, así llegó Carmen a su cita hasta la frontera entre Tijuana y San Diego.

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Carmen se arriesgó a llegar hasta la frontera sólo para que Roberto, su esposo, deportado hace cuatro meses, le dijera que tenía que verla en persona, que era muy importante, que no faltara.

Ante el temor de ser deportada por si la señal del GPS en el grillete se perdía a centímetros de la frontera, probablemente vendrían a detenerla, con todo eso se acercó hasta la malla metálica, por el que apenas se podía ver hacia México y trataba de distinguir entre los pequeños orificios.

“Roberto… Roberto, ya llegué; aquí estoy”, dijo Carmen a su esposo.

Por un instante nadie contestó, pero en seguida del lado mexicano un grupo le gritó “Feliz cumpleaños”, y enseguida comenzaron los acordes de un trío de música norteña, “Celebremos, señores con gusto, este día de placer tan dichoso”.

Roberto llegó a la frontera acompañado de cuatro de los 10 hermanos de Carmen, sobrinos y nietos que ella no conocía, porque tenía 15 años sin ver a su familia.

Don Roberto, dijo que esta sorpresa era para “traerle gallo a mi amor, por su cumpleaños”.

''''Estoy en shock'''', dijo Carmen; “venía muerta de miedo y encuentro esto, tan lindo”.

Carmen pidió la canción el ''''Libro abierto'''' y la cantó de uno a otro país.

La historia entre Roberto y Carmen cambio en marzo, cuando él fue detenido en un retén de migración, le revisaron la licencia, se dieron cuenta de su situación y lo arrestaron.

En 25 años de vivir en San Diego, don Roberto sólo contaba con dos infracciones de tránsito.

Días después también detuvieron a Carmen; parte de una ofensiva regional contra los migrantes.

Aunque Roberto fue deportado, Carmen se quedó en San Diego en libertad condicional, con su grillete, porque cuatro hijos estadunidenses menores dependen de ella y ahora tendrá que probar en una Corte que merece permanecer.

El menor de los hijos tiene 10 años y Roberto, el mayor cuando cumpla la mayoría de edad legal en Estados Unidos a los 21, pueda solicitar para su padre un perdón, aunque el trámite tarda años.

Mientras tanto, Roberto ya trabaja en Tijuana y aunque su ingreso es insuficiente para mantener a su familia que está en California.

Carmen no sabe cómo sobrevivirá las siguientes semanas. “Ya no tengo para pagar al abogado de migración, eso nos estresa más”.

Por eso la celebración del pasado domingo se convirtió en una ducha de felicidad, dijo Roberto. ''''Nunca dejé de celebrarle el cumpleaños a mi esposa, y esta vez un muro no me lo iba a impedir''''.


Con información de Excélsior

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