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Pandemia rompió su hogar, pero Lorena, Vanesa y Miriam luchan para sobreponerse

En Hidalgo, más de 400 menores de edad como Lorena y Vanesa han quedado huérfanos de padre, madre o ambos, a causa de covid-19

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Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.– El covid-19 le arrebató la vida al papá de Lorena y Vanesa, quienes desde hace un año intentan no caer en depresión y se esfuerzan para hacer sus actividades diarias, señala Miriam, quien se quedó sola a cargo de la crianza y los gastos de sus dos hijas de 12 y 17 años de edad.

La muerte de Alfredo, el padre de las niñas, modificó la rutina familiar. Adaptarse a la ausencia no ha sido fácil, pues Miriam reconoce que al principio las adolescentes dejaron de comer y bañarse.

Con ayuda de su mamá, las menores reorganizaron sus actividades. Ahora estudian, juegan y comparten la mesa juntas para aminorar su enojo y tristeza, aunque lo que no desaparece es el temor a contagiarse de coronavirus nuevamente y perder a otro integrante de la familia.

Todavía lo seguimos trabajando, nosotros empezamos como las personas adictas, que dejan la adicción y dicen: solo por hoy no voy a tomar, pero nosotras decimos: solo por hoy vamos a estar bien y le vamos a echar ganas”, mencionó la madre de familia.

 

Al igual que Lorena y Vanesa, en Hidalgo hay más de 400 niñas, niños y adolescentes en situación de orfandad de uno o ambos padres. La investigadora Carla Angélica Gómez Macfarland explica que las pérdidas en el contexto de la pandemia tienen consecuencias económicas, sociales, de salud y emocionales porque los menores enfrentan duelos a temprana edad.

EL CONTAGIO

Convertirse en viuda, madre soltera y con dos hijas huérfanas de padre fue complicado para Miriam, aunque señala que en realidad las dificultades iniciaron el 9 de febrero de 2021, cuando la prueba de su esposo salió positiva a covid-19.

Los cuatro integrantes de la familia se contagiaron. El más grave fue Alfredo, quien no mejoró con tratamiento a pesar de los buenos pronósticos que del médico.

Un doctor venía a casa, nos revisaba y decía que íbamos bien, pero yo a mi esposo lo notaba cada vez más mal”.

 

Para el 20 de febrero, el padre de familia empezó con problemas de respiración y dos semanas después pidió su traslado de casa a un hospital. Miriam al principio se negó.

“Yo le decía que no, yo escuchaba que todos los que se internaban morían yo le pedía que se aguantara, pero él me respondía: ya no puedo respirar, entiéndeme por favor”.

Alfredo fue internado el 7 de marzo y el día 28 del mismo mes, falleció.

LA VIDA SIN PAPÁ

La muerte del padre cambió la dinámica familiar, desde las actividades recreativas, hasta las escolares y laborales.

Miriam retomó su negocio de venta de calzado y ropa por catálogo, este dinero le sirve para completar la pensión que recibe desde septiembre de 2021. 

Al principio cuando pasó todo fueron muchos gastos y yo estaba en números rojos, la pensión de mi esposo no llegó al momento. Tengo familia en Estado Unidos y ellos me apoyaron económicamente un tiempo”.

 

Mientras su madre se hacía cargo de los gastos, Vanessa y Lorena dejaron de salir de casa por miedo a contagiarse una vez más de covid.

“Fue duro, difícil, nosotras estamos acostumbradas a él, fue muy difícil. De ahí nos entró a todo el pánico de no querer asistir a ningún lado, subir a la combi e intentar viajar era un tormento. Tan solo el ir al mandado y ver que había mucha gente nos daba mucho miedo, era ir al tianguis y regresar llorando”, dijo Miriam.

LA PÉRDIDA DE ALFREDO LO CAMBIÓ TODO

Antes de la muerte de su papá, salir a comprar frutas, verduras y alimentos para la comida era parte de las rutinas de Lorena y Vanesa.  

Luego del fallecimiento de su familiar, las menores dejaron de salir por temor a contraer el virus en tianguis o mercados. El miedo que sentían las niñas, también lo sentía Miriam.

Poco a poco el pánico que percibían las menores se convirtió en apatía, especialmente en Lorena, quien desde la muerte de su padre empezó a saltarse comidas y alimentarse a deshoras, principalmente cuando su mamá salía a los trámites de la pensión.  

Yo llegaba y les preguntaba: ¿qué comieron?, ellas me decían que nada. Yo les dejaba comida, también había alimentos en el refri, pero no comían”.

 

La alteración de los hábitos alimenticios no fue el único síntoma de depresión, el aseo personal también comenzó a ser motivo de disgustos entre la madre e hijas.

“Al principio las tres peleábamos mucho. Mi hija pequeña no se quería peinar, ya quería todo el día andar en pijama, primero sí la entendí, pero después hable con ella, le dije que si seguía así caería en depresión”.

Miriam indicó que con el paso de los meses Lorena y Vanesa han logrado retomar sus rutinas.

Actualmente las menores continúan con clases virtuales y aunque ya quieren regresar a las aulas, la secundaria y preparatoria de Tizayuca a donde están inscritas todavía no abre sus puertas a las actividades presenciales.

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“A nosotras nos ha ayudado mucho el vivir con su recuerdo, él físicamente ya no está, pero si vamos a comer mis hijas se acuerdan de él y así pasa en cualquier actividad, así hemos vivido”, finalizó Miriam.

MENORES DE EDAD, MARCADOS POR LA PANDEMIA

La desintegración familiar a causa de la muerte de uno o ambos padres tiene consecuencias en el ámbito económico, social y en la salud de niñas, niños y adolescentes, explica la investigadora mexicana Carla Angélica Gómez Macfarland en su estudio “La Orfandad ocasionada por la pandemia”.

La pérdida genera consecuencias traumáticas tanto para la sociedad en general, como para las familias en particular. Las niñas, niños y adolescentes han experimentado el duelo de manera temprana, al perder tanto a cuidadores primarios como secundarios. Por lo que, aunado al cierre de escuelas, parques, centros de diversión y, en muchos países, al lockdown obligatorio, los infantes han sufrido la pérdida de sus progenitores y abuelos (as)”.


Como Lorena y Vanessa, en Hidalgo hay más de 400 menores de edad en situación de orfandad según datos estatales del Sistema del Desarrollo Integral de la Familia (DIF).

Después de que inició la pandemia, las cifras de mortandad aumentaron al igual que las infancias que se quedaron sin uno o los dos padres, tan solo en febrero de 2021, el DIF de Hidalgo informó que había 251 niñas, niños y adolescentes huérfanos.

Sin embargo, este número incrementó a 419 para septiembre del mismo año, de acuerdo con datos obtenidos mediante solicitudes de información.

Del total, 222 menores son mujeres y 197 hombres. Las estadísticas también especifican que las personas de 6, 10, 11 y 14 años de edad son las que más están en dicha condición.

Mientras que datos del gobierno federal también conseguidos por transparencia, revelan que, del 19 de marzo de 2020 hasta el 14 de febrero del año en curso, 215 de los huérfanos que habitan en 36 municipios de la entidad tenían una Beca para el Bienestar Benito Juárez.

Esta ayuda social se otorgó a estudiantes de educación básica y media superior que perdieron a su padre o madre, la entrega es mensual y consiste en 800 pesos.

Respecto a las becas para población en orfandad, Rafael Castelán Martínez, titular de la organización hidalguense Servicios de Inclusión Integral y Derechos Humanos A.C. (Seiinac), consideró que se requiere apoyo más allá de lo económico para afrontar una pérdida familiar.

Las respuestas de las autoridades han sido becas, pero en realidad la pérdida se tiene que ver como un plan más integral. No sabemos si la beca sea suficiente para estudiar, o las condiciones económicas que tiene el familiar con el que se quedaron, si cuenta con un trabajo o tiene los recursos para mantener a los infantes”.


De igual manera, agregó que la muerte de un padre, madre o ambos a causa del covid-19, tiene consecuencias emocionales, escolares y familiares en las infancias.

Todo va en cadena, porque si hay un golpe emocional, seguramente eso va a repercutir en la vida escolar, y seguramente si repercute en la vida escolar, va a tener consecuencias en la identidad y desarrollo adecuado”.


Las estadísticas de la Coordinación Nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez revelan que Pachuca es el municipio con mayor incidencia de orfandad, con 36 casos; en Actopan hay 17; Cuautepec de Hinojosa, 14 y el mismo número en Tulancingo.

Los subsidios restantes se distribuyeron en Agua Blanca de Iturbide, Ajacuba, Alfajayucan, Almoloya, Apan, Atitalaquia, Atotonilco de Tula, Cardonal, Chilcuautla, El Arenal, Francisco I. Madero, Huejutla, Huichapan, Ixmiquilpan, Metztitlán, Mineral de la Reforma, Mineral del Chico, Mineral del Monte y Mixquiahuala.

Así como en Progreso de Obregón, San Agustín Tlaxiaca, San Salvador, Santiago Tulantepec, Tepeji el Río, Tizayuca, Tlahuelilpan, Tlaxcoapan, Tula, Zacualtipán, Zapotlán, Zempoala y Zimapán.

 

 

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