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Pandemia hunde más en la pobreza a comunidades indígenas de NL

A miles de indígenas de Nuevo León, el covid los dejó sin empleo, pues la mayoría trabajan en la construcción, en deberes domésticos y en el comercio

Escrito en ESTADOS el

MONTERREY.- El 26 de septiembre pasado, los hermanos Venancio y Gregorio fueron asesinados a manos de policías de Fuerza Civil de Nuevo León; hoy su familia deambula por dependencias gubernamentales en busca de justicia.

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Ellos, junto con otros familiares, llegaron a Monterrey para buscar empleo, pues en su natal Aquismón, donde eran guías de turismo, el trabajo se acabó por la pandemia.

En Monterrey cuidaban una quinta al sur de la ciudad cuando los policías en un rondín intentaron revisarlos, lo que provocó un problema que llevó a los uniformados a dispararles por la espalda.

Este caso es uno de tantos que sufre, en carne propia, la comunidad indígena asentada en Nuevo León; “es un asunto derivado de la crisis del coronavirus”, afirma Carmen Farias, fundadora y presidenta de la organización Zihuame Mochilla, A. C.

Pero el coronavirus ha sido implacable con los poco más de 350 mil indígenas de diversas etnias que habitan en la zona metropolitana regiomontana y en municipios de los llamados periféricos, opina Galileo Hernández, presidente de Procuración de Justicia Étnica A. C.

Foto Cuartoscuro

Ambos, entrevistados por separado, coinciden en que la pandemia dejó sin empleo a miles que trabajaban en la industria de la construcción, como trabajadoras o trabajadores domésticos y comerciantes entre otros rubros económicos.

Por si fuera poco, abundan, la pandemia dificulta las clases escolares de los niños por falta de herramientas tecnológicas, como teléfonos celulares, tabletas y computadoras, así como señal de televisión y de Internet.

REZAGOS, TRUEQUE…

A través de Zihuame Mochilla y otras organizaciones, se ha ayuda a las comunidades indígenas con despensas, así como algunas tabletas y teléfonos que permitan a los niños tomar sus clases vía Internet, explica Carmen Frías.

"Ha sido tan grave la situación que perdieron su empleo quienes trabajaban en la obra, en el comercio y en el servicio doméstico, donde la desocupación es temporal pero sin sueldo", agrega y celebra que algunos sectores, como el de la construcción, empiezan a reactivarse.

Otros grupos dedicados a la artesanía se vieron obligados a intercambiar sus productos por alimentos, pues no se les dejaba estar en la calle o, bien, cerraron los centros comerciales, resume la fundadora de Zihuame Mochilla.

Galileo Hernández, presidente de Procuración de Justicia Étnica, es Nahuatl y dice ser privilegiado. Llegó de su natal San Luis Potosí a estudiar Derecho en la Universidad Autónoma de Nuevo León y ahora es abogado, ve los asuntos jurídicos de los indígenas. Sin embargo, miles de ellos no tuvieron esa oportunidad que él aprovechó.

Se trata de una gran diversidad de más de 352 mil indígenas entre Nahuatl, Huastecos, Zapotecos, Otomi y Miztecos. Una población dispersa en la zona metropolitana y en municipios de los llamados periféricos.

Además, se agrupan algunos en comunidades en colonias como Genaro Vázquez y Ampliación Modelo Norte, en Monterrey. Unos más en colonias de los municipios de Juárez y Escobedo.

LA PANDEMIA LOS ALCANZÓ

Hernández ha visto de cerca la muerte por covid entre sus hermanos de raza, “en los últimos meses supe de uno a dos muertos por semana, pero el drama es la falta de dinero para pagar los funerales, entonces se recurre al Estado que apoya en ocasiones y en otras se retrasa la ayuda, pero las organizaciones diversas han sostenido sus programas solidarios.

También coincide con Farias en el desempleo en la obra, en el comercio informal y los trabajadores domésticos, "una situación complicada, grave, pero que se palia con ayuda de organizaciones diversas, pero que va más allá con el impacto a los niños que carecen de los medios tecnológicos para tomar las clases vía Internet. No tienen computadoras en su gran mayoría, ni teléfonos o tabletas ", añade.

Carmen Farias ahonda: "A la falta de tecnología, se suma la falta de señal de televisión en algunos sectores del municipio de Juárez, la carencia de señal de Internet en otros y la necesidad de recursos económicos en otros para adquirir datos".

Va más allá: "Las madres de familia en las que recae la responsabilidad de estar cerca de sus hijos y apoyarlos, en la mayoría de las veces no están a la altura de los requerimientos educativos y entonces viene el problema para la captación de las clases virtuales cuando tienen acceso".

Esto es lo que ha dejado la pandemia para más de 352 mil 296 indígenas, de lo que Monterrey reporta en su territorio 48 mil 582, el 4.38 por ciento de su población, pero en municipios como Ciénega de Flores se ubican  nueve mil 51, el 21.19 por ciento los habitantes y en Escobedo, 77 mil 79, el 18.13 por ciento, puntualiza la presidenta de Zihuame Mochilla.

Ambos dirigentes  mantienen su lucha en favor de las etnias, en contra del racismo, la discriminación y ahora en contra de la pandemia.

Mientras tanto, acompañan en busca de justicia a la familia de los potosinos asesinados por policías de Fuerza Civil, cuando tenían quince días de haber llegado en busca de empleo, expulsados de su tierra por la pandemia.