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"No es igual, no hay ganas de vivir", mamá de Citlally, víctima de feminicidio

Uno de los implicados en el asesinato de Citally obtuvo su libertad a través de un amparo, la mamá de la joven exige que el hombre pague por el homicidio

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Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.– El feminicidio de Citlally le quitó las ganas de vivir a su mamá Vicenta, una adulta mayor de 64 años de edad que vive en Tezontepec de Aldama y que a seis años del asesinato de su hija, continúa exigiendo justicia porque uno de los tres presuntos feminicidas del caso salió de la cárcel tras ganar un amparo.

La noche del 1 de mayo de 2015 fue la última vez que la señora Vicenta Salvador Simón vio a Citlally, las dos se despidieron y la joven de 24 años se fue al baile anual de la Santa Cruz. Al día siguiente los vecinos de la comunidad La Cruz de Mangas le avisaron a la madre que habían encontrado a su hija sin vida en el terreno de un vecino.

Desde el asesinato, Vicenta dejó de cocinar y descuidó su aseo personal, ya no escucha música, ni asiste a fiestas, con la muerte de su hija se le fueron los anhelos de vivir, pero continúa de pie para que exigir que se respete la sentencia de 55 años dictada en contra del presunto responsable, Mario S.H., quien salió del Cereso de Tula en diciembre de 2021.

VICENTA Y EL PUEBLO DE LA CRUZ, EN LUTO

A Vicenta le gusta recordar a su hija bajo la sombra de uno de los árboles que hay en su casa, un predio ubicado en La Cruz de Mangas, a unos dos kilómetros del centro del municipio de Tezontepec de Aldama, Hidalgo.

En esta localidad nació Vicenta y aquí mismo crió a sus cinco hijos: Raymundo, de 43 años, Juan Antonio de 40, Luis Manuel de 37; Dalia de 35 y a la más pequeña, Citlally, víctima de feminicidio a los 24 años de edad.

Con la muerte de Citlally no solo su mamá se puso de luto, los habitantes de la comunidad hicieron lo mismo y como gesto de solidaridad suspendieron la fiesta de la Santa Cruz, la feria patronal más esperada del pueblo hasta que en la madrugada del 2 de mayo de 2015 desaparecieron a la joven en ese evento.

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Vicenta recuerda que previo al baile de aquel año, su hija la invitó, le pidió que fueran juntas, pero al final solo salió Citlally cerca de las 9 de la noche con rumbo al campo deportivo de la comunidad, donde fue el festejo. Para llegar solo caminó unos cinco minutos, cruzó una milpa y se reunió con sus amigas.

Mi hija se fue al baile, ella me llevaba, me decía que fuéramos, pero yo como ya me sentía cansada le dije que no, ella se fue con unas amigas, pero ya no regresó”.

En el baile Citlally también convivió con su hermana Dalia y su cuñada, ellas se fueron entre las 2:30 y 3:30 de la madrugada, pero Citlally les dijo que esperaría un rato más con sus amigas y que pronto llegaría a casa.


Cuando amaneció, Vicenta se dio cuenta que su hija no llegó y le marcó por teléfono, las llamadas sí entraron al celular, pero no contestó.

Para las 8 de la mañana, el delgado de la comunidad acudió a la vivienda de Vicenta para avisarle que en un canal cercano al crucero de La Cruz había ropa y una blusa color verde, similar a la que Citlally vistió horas antes en el baile.

A partir de ahí los vecinos comenzaron a organizarse para buscarla y lanzaron tres cohetes para alertar a los demás habitantes de la comunidad sobre la desaparición.

Empezó la búsqueda milpa por milpa, pero no aparecía, mientras que la gente buscaba mis hermanos y yo nos fuimos al MP para notificar los hechos”, dijo Dalia, la hermana mayor de Citlally e hija de Vicenta.

Al mismo tiempo que los familiares llegaron al Ministerio Público recibieron una llamada de los pobladores de Cruz De Mangas. Citlally había sido localizada sin vida atrás de la casa de uno de los vecinos, el señor Mario S.H.

LA EXIGENCIA DE JUSTICIA

Vicenta recuerda la solidaridad que unió al pueblo aquel 2 de mayo, se acuerda de como los lugareños que desde hace años conoce la ayudaron a buscar a la más pequeña de sus hijas hasta que la encontraron en el predio de un vecino.

Todo el pueblo ayudó y anduvo buscándola, se encontró en la casa del señor Mario S. H. Son tres los que fueron detenidos, los otros son Julio César Sánchez Morales y Juan Hernández”, mencionó la madre.

Luego del hallazgo del cuerpo sin vida y las indagatorias, el Poder Judicial del Estado de Hidalgo (PJEH) sentenció a las tres personas.

Julio César S.M. y Juan H.H. continúan recluidos en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de Tula, pero Mario salió en diciembre de 2021 tras ganar un juicio de amparo ante el Poder Judicial de la Federación (PJF).

Ya vamos para siete años y cuánto tiempo recorrido con pruebas y con todo, él fue sentenciado y cómo es posible que ahora de buenas a primeras lo hayan soltado, se me hace injusto”.

Dos años atrás, el 30 de agosto de 2019, autoridades del Juzgado Primero Penal de Tula lo condenaron a 50 años de prisión por feminicidio en agravio de Citlally.


La autoridad judicial también le impuso una multa de 44 mil 382 pesos, según consta en una cédula de notificación que data del 3 de septiembre de 2019 y que mostró Vicenta.

A su vez, ese documento exhibe que Mario fue condenado a cinco años de cárcel por cohecho en agravio a la administración de la justicia; el Código Penal para el Estado de Hidalgo explica que comete dicho ilícito el “particular que de manera espontánea dé u ofrezca por sí o por interpósita persona, dinero o cualquier otra dádiva u otorgue promesa a un servidor público o a interpósita persona, para que dicho servidor público haga u omita un acto justo o injusto relacionado con sus funciones”.

Respecto a la resolución de la justicia federal que permitió la libertad de Mario, Vicenta expresó rechazo ante la decisión, tal como lo hizo la tarde del 13 de diciembre de 2021, cuando se manifestó junto con familiares y pobladores de su localidad a las afueras del Poder Judicial del nivel estatal y federal.

Ojalá nunca sientan ese dolor de uno como madre. Es injusto, yo quisiera que sí haya justicia, pido justicia para mi hija porque pasará el resto de mi vida y a mí nunca se me olvida, nunca se me olvidará”.

LA AUSENCIA DE CITLALLY

Alegre, trabajadora y ahorrativa, son las virtudes que más recuerda Vicenta de su hija, una mujer de 24 años recién egresada de la Licenciatura en Educación y maestra de telesecundaria.

Dos meses antes de que le arrebataran la vida, Citlally había entrado a trabajar a una escuela en la comunidad de San Bartolo, municipio de Nopala; diario viajaba desde su comunidad La Cruz de Mangas hasta su nuevo trabajo.

Tan pronto como empezó a laborar, otros maestros de la telesecundaria la propusieron para dirigir la ceremonia del día de las madres, pero ya no lo logró, ocho días antes fue víctima de feminicidio.

Ella era bien alegre, bien sonriente, ella estaba contenta con su nuevo trabajo, la trataban bien, estaba feliz porque en el festival del 10 de mayo iba a dirigir como maestra de ceremonias”.

Vicenta también recordó que a su hija le gustaba hacer ejercicio, que era una mujer responsable, inteligente y que, a diferencia de otros estudiantes, no le costó cansancios o desvelos realizar la tesis que presentó y le aprobaron.

Sin embargo, Citlally no recibió su título universitario porque la ceremonia para recibir el documento, ocurrió tres meses después de su asesinato.

Cuando ella falleció aun no le daban su título, apenas estaba en proceso. Al final ya solo fueron sus hermanos a recogerlo, porque yo no fui”, expresó la madre.

Con el paso del tiempo y la ausencia de su hija, a Vicenta se le fueron las ganas de realizar actividades cotidianas como bañarse o comer y reconoce que desde hace seis años la sensación de tristeza y soledad aumenta cada día porque su hija ya no regresará a casa.

Yo hasta en mi aseo personal ya no, a veces digo: ya para qué me baño, para qué me cambio, si ya no tengo a quien esperar. Para guisar, para hacer la comida, yo ya no, no me dan ganas, ya para qué, con quién voy a comer”.

Sentada, desde el patio de su casa donde se pone a recordar a su hija, Vicenta considera que a las madres con hijas víctimas de feminicidio, también les arrebatan las ganas de vivir.

La vida ya no es igual, uno vive con tristeza, con soledad, sin ganas de vivir, hay ocasiones que yo digo: ya para qué (…) yo tengo odio y coraje y más ahora, por las injusticias, me da coraje con las autoridades. Yo solo le pido a dios que haya justicia divina, porque aquí ya no hay”.

 

sjl