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María Guadalupe, de víctima a asesina

María asesinó a su pareja Carlos de un balazo.La justicia la declaró culpable de homicidio, pero ella asegura que fue defensa propia.Estos son los hechos del caso

Escrito en ESTADOS el

Ciudad Juárez (La Silla Rota).- Frente a la juez, la acusada. En la Sala 2 de la Ciudad Judicial el Poder Judicial del Estado de Chihuahua tiene una versión de los hechos. Dice lo siguiente: Que María Guadalupe Pereda estaba en su habitación con su pareja sentimental, Carlos Balderas. Que éste le dio una cachetada que la tiró al piso. Que estaba armado. Que había consumido cocaína y alcohol en una fiesta que duró al menos tres días. Que era violento. Que María Guadalupe vivía una situación desfavorable porque él tenía 36 años y ella 17 cuando iniciaron la relación. Que él ejercía el poder económico y social porque era abogado y ella ama de casa. Que Carlos fue hacia la entrada con la intención de cerrar la puerta para que María no saliera. Que repelió una agresión. Que ella tomó el arma que estaba en el buró. Y que disparó a una distancia de más de 60 centímetros. Que como él no provocó su propia muerte es homicidio. Que por estar más lejos de 60 centímetros, no representaba una amenaza real de muerte para María. Que no fue defensa propia. Que María Guadalupe es homicida.

Esa es la verdad oficial. Pero para contar esta historia, es necesario ir hacia atrás.

Casi todos los hechos de esta historia son comprobables, excepto por una escena, el momento en el que María Guadalupe y Carlos se quedan solos en su recámara con una arma entre los dos. Lo demás sucedió así.

Los hechos

María Guadalupe y Carlos se conocieron en un McDonald’s en el que ella trabajaba. Él llevaba casos federales, regularmente del crimen organizado, en los juzgados federales que están enseguida. Ahí la veía, se veían. El 17 de mayo de 2013 la hija del hombre que cuidaba los vehículos en el estacionamiento recibió un regalo por sus 15 años, una fiesta. Entonces la coincidencia y la plática.

Después Carlos le ofreció trabajo como su secretaria. Ella aceptó. Y lo demás se dio, como un camino de pólvora que se terminaba dos años más tarde, sin pausas ni respiros. Empezaron a salir. Carlos dejó a su esposa y a sus dos hijos. Los primeros días de diciembre ya vivían juntos. Los tres. Porque María Guadalupe tenía una niña de poco más de dos años.

La madrugada del 18 de febrero María se levantó de la cama conducida hacia el baño casi de manera automática por el asco, vomitó una y otra vez hasta el amanecer. Pero no había en su cuerpo algo mortal para expulsar, al contrario. Una prueba de embarazo le confirmó que en su cuerpo había un ser humano desarrollándose.

Carlos le pidió que abortara, o eso dice María Guadalupe, pero no hay con que más corroborarlo. Lo que sí se puede probar es que creía que no era él quien la había embarazado. Eso lo dijo uno de los testigos conocidos de él. La mañana del 8 de noviembre llegaron los dolores como preámbulo al nacimiento de Melany. Carlos negó a la niña todavía ese día y semanas después hasta que le aplicó una prueba de ADN. Sin embargo pagó el parto en el hospital particular de El Paso, Texas. María Guadalupe pasó la cuarentena en casa de su mamá sin saber si su relación con Carlos aún existía.

Después las flores, los perdón y vuelve a la casa con las niñas.

Las muchas versiones

La violencia, a partir de ahí, fue como cualquier objeto en caída libre. Lo que pasó se bifurca en discursos forzados e inverosímiles que plantean la existencia de muchas verdades. Pero muchas verdades es lo mismo que una gran mentira.

Para esta parte de la historia hay varias entradas. El Ministerio Público fue el primero en construir una. Citó como testigos a dos socios en el despacho de abogados de Carlos y a un amigo que funcionaba como su chofer y compañero de fiesta.

Primero Guillermo Siqueiros dijo que sus amigos empezaron a dejarlo porque veían mal, él particularmente, que Carlos dejara a su esposa e iniciara una relación con María Guadalupe. “No la traigas a donde estemos”, le pidió.

Dijo también que en una ocasión que Carlos salió de vacaciones con María, éste le habló para decirle que estaba solo a la orilla del mar porque ella era una persona muy agresiva y posesiva.

Dijo que sabía que Carlos usaba cocaína y que portaba, siempre, un arma. “Diez años de trabajar con él y nunca pude quitarle el arma”, declaró.

Luego pasó a testificar Édgar Iván Villalobos Escudiero, el otro socio. Habló emotivamente de un Carlos sensible y preocupado por el prójimo. “Le gustaba mucho ayudar al prójimo y más a las mujeres”, dijo. Contó que cada 10 de mayo Carlos llegaba con flores para todas las mujeres del Poder Judicial de la Federación. Que si veía a una mujer en la calle cargando bolsas de mandado se desviaba para llevarla a su casa aunque le quedara muy lejos.

Aseguró que Carlos nunca usó drogas y que jamás portó un arma. Y los Carlos se fueron haciendo cada vez más y más diversos según el testigo que pasara. Después el testigo dijo que Carlos nunca había usado drogas, pero María sí.

Contó una historia en la que Carlos recibe un pago de 200 mil pesos y una semana después le pide al testigo 10 mil pesos para la inscripción de sus hijos porque María Guadalupe le quitó los 200 mil.

Si los socios de Carlos se esforzaron por mostrar un lado amable. Alejandro García Loya, de ocupación carpintero y quien fungió como chofer y amigo de fiesta de Carlos. No reparó en contar lo que sabía. Tan no lo hizo que se contradijo en varias partes de la declaración que había rendido antes ante el Ministerio Público.

Esta vez, frente al tribunal, dijo que sí usaba drogas, que duraban días consumiendo alcohol y cocaína. Que Carlos tenía un arma, pero que no la sacaba de la casa. Aunque antes declaró que salía a disparar a la calle. Dijo que antes del embarazo María usaba drogas también.

María Guadalupe pasó a declarar de manera abierta sin ser interrogada. Dijo que Carlos la golpeaba en la cabeza para que no se notara o que le cubría el rostro con una cobija. Dijo que en una ocasión la ahorcó y que ella sintió que se desvanecía pero en ese momento la soltó. Que la amenazaba con hacerle daño a sus hijas. 

Dijo que el día que la ahorcó llamó a la policía, que llegaron agentes municipales, le tomaron fotos, le tomaron su declaración y le dijeron que se fuera a un lugar seguro. Que después le habló Carlos para decirle que no se lo habían llevado. “Muchas veces me dejó claro que no le podía hacer nada por su poder”, declaró.

Luego contó que el día que murió Carlos Balderas antes de caminar a la puerta a la puerta para cerrarla le había apuntado con el arma en la cabeza y que le dijo que cuando se sacaba una arma era para matar, que ya había valido verga, que después fue hacia la puerta y de regreso ambos corrieron al arma, que escuchó dos disparos y vio una mancha roja en la camisa de Carlos a la altura del abdomen antes de que cayera al piso.

Antes de esto, tomando en cuenta la declaración del chofer, Carlos tenía cinco días consumiendo alcohol y cocaína. Esa tarde María iba a hacer un trabajo en equipo en la casa de una amiga. Carlos llegó y cuando ella le mencionó lo de salir a hacer el trabajo. Él le dijo, según la declaración de María, que seguramente se iba a ver con alguien más, pero que debía entender que era su puta. Ella le dijo entonces que mejor no iría y él decidió que sí, que irían los dos para ver que fuera verdad. Llegaron a casa de su amiga. Los compañeros de María declararon que esa tarde veían que Carlos estaba drogado, que se quedaba viendo objetos como si nunca los hubiera visto. Una de ellas declaró que vio que traía el arma fajada en el pantalón. Dijeron que vieron como obligó a María a irse. Cómo le dijo vámonos porque si no ya sabes que va a pasar. Y según María lo que iba a pasar tenía que ver con sus hijas, que estaban con su mamá luego que le pidió que las recogiera de la guardería.

Declararon que vieron cómo la subía a la camioneta y se la llevaba. Lo demás, ciertamente, sólo lo saben ellos, pero Carlos murió. Sin embargo hay hechos e inconsistencias que permiten plantear un escenario.

Una de las expertas que sirvió de testigo, la psicoterapeuta Rosina Eliza Uranga, habló de las escalas de riesgo, dijo que va subiendo el nivel conforme el agresor ostenta el poder económico y social, si es agresivo en un plano físico, si tiene un arma, si ha amenazado con matar, si consume alcohol y drogas, si tenía antecedentes penales. Y finalmente, en el lapso que dijo más peligroso, si la agredida decide dejarlo. María se encontraba con un termómetro al tope en el riesgo de morir, dice la experta.

Carlos Balderas fue denunciado a sus 25 años por amenazas. A los 26 por falsificación de documentos. Después por falsedad ante la autoridad. Luego todavía con 26 años por robo de vehículo. Al poco tiempo por lesiones culposas. A los 27 por abuso de confianza. Luego por fraude. Y finalmente por causar escándalo en un lugar público.

En este contexto entraron a la casa y a la recámara. El jurado determinó que no hubo forcejeo. Pero las pruebas de radisonato de sodio sólo se le hicieron a María y no al cuerpo de Carlos Balderas. Determinó también ilógico que Carlos hubiera dejado el arma en el buró para ir a cerrar la puerta. Dijo que el análisis del perito muestra que no quedaron tatuajes de pólvora en el cuerpo de Carlos y que por lo tanto el disparo fue a más de 60 centímetros. Pero el perito en realidad nunca vio el cuerpo de Carlos, si no fotografías. El perito hizo un trabajo lamentable, según la defensa de María, porque ni siquiera puso medidas en el croquis del espacio, no trianguló los objetos y determinó una posición víctima-victimario que aunque no puso en el peritaje, defendió en el juicio casi dos años después. Tampoco estableció medidas en las heridas de entrada y salida del cuerpo de Carlos, según la defensa.

La primera oficial en llegar entrevistó a María Guadalupe sin leerle sus derechos y sin la presencia de un abogado. La policía ministerial encargada de resguardar la escena olvidó poner la fecha a su informe. 

Después de ver a Carlos tirado y herido María Guadalupe pidió una ambulancia y salió a pedir ayuda a sus vecinos, que no salieron. Regresó y vio a Carlos en la puerta con el arma en la mano. Dijo que gritó “no me mates” y que Carlos lanzó el arma hacia un lado. Que ella se acercó lo ayudó a caminar hacia la camioneta para llevarlo al hospital. Pero Carlos cayó en una rampa de una banqueta y no lo pudo levantar a pesar de los esfuerzos. De decirle, una, dos, tres, y jalarlo. Dice que llegó la ambulancia. Que lo vio flexionar una rodilla y llevarse una mano a la frente. Que le dijo que lo amaba. Y se quedó con la esperanza de volverlo a ver vivo.

De la escena del crimen se levantaron tres celulares, uno de María Guadalupe y dos de Carlos. La Fiscalía sólo pudo extraer información del de María Guadalupe porque los de Carlos estaban bloqueados, eso dijo la perito encargada de sacar la información. El Ministerio Público dijo que María era agresiva y acosadora porque llamaba seguido a Carlos y le mandaba mensajes. La perito psicóloga dijo que tenía un temperamento dependiente. 

Ese 14 de octubre de 2015 quedó una maleta rosa sobre la cama con ropa de María Guadalupe. Que pensaba irse.

Otro hecho es que esta ciudad aún arrastra el pesado título de feminicida. Que las amas de casa son las más vulnerables y propensas a ser asesinadas: 52 en los últimos 17 años. Después las estudiantes: 50. Luego las empleadas de maquila: 46. Igual que las bailarinas, empleadas de bares y prostitutas: 46. Que fueron asesinadas por razones de género 36 niñas menores de 6 años. Que hasta 2008 se tenía un promedio de 9 feminicidios con arma de fuego y que en 2009 subió a 146.

Además Ciudad Juárez es el municipio del país en el que se denunciaron más violaciones en los primeros seis meses de este año.

La defensa de María dijo que se trataba de un caso de supervivencia a un intento de feminicidio. Pero lo dijo en el tribunal de uno de los pocos estados del país que no ha tipificado el feminicidio. Chihuahua no reconoce esa figura. Ciudad Juárez, la capital mundial del feminicidio en la década de los 90 luego de los casos del campo algodonero, aún no legisla en este sentido.  

A María Guadalupe Pereda se le imputó, en un principio, el delito de homicidio simple en contra de su ex pareja sentimental, Carlos Balderas. El jurado, después, reclasificó y la juez leyó: “El tribunal, por mayoría, con el voto disidente de la juez Ema Teherán Murillo, condena a María Guadalupe Pereda Murillo por el delito de homicidio en la modalidad atenuante de riña con el carácter de provocada”.

La pregunta

El Ministerio Público, en sus alegatos, basó su acusación en una pregunta “¿por qué habríamos de creerle?” A María Guadalupe. La lógica consiste en un dicho popular que refirió el fiscal: “El que nada debe, nada teme”. Bajo este principio dijo que Guadalupe algo teme porque no se dejó entrevistar por el Ministerio Público en la audiencia en la que subió al estrado a declarar, fenómeno ya de por sí extraño en este tipo de casos. Se basó en una pregunta para acusar, en una duda, dejando del lado la presunción de inocencia.

En el alegato final el Ministerio dijo que buscó en Google la palabra amor, dijo que salieron más de tres millones de resultados, “qué complicado es el amor”, dijo. Y continuó “A Carlos Balderas le costó muy caro entender que el amor lo tenía con su esposa”.

A pesar de basar el alegato final en un dicho popular, el fiscal descalificó el testimonio de la perito experta en psicología que hizo un análisis del estado emocional y psicológico de María. Lo descalificó refiriendo la siguiente parte del interrogatorio.

Fiscal: ¿La psicología es una ciencia exacta?

Perito: Ninguna ciencia es exacta, excepto las matemáticas.

Fiscal: Entonces no es exacta.

Perito: Es fáctica.

Fiscal: No exacta.

Perito: No.

Invalidó así los exámenes aplicados para determinar que María Guadalupe sufría un cuadro de depresión y que es de personalidad sumisa. Que la violencia se corrobora en experiencia de violencia de género. Que tiene un estado mental de inteligencia normal. Que mostró bloqueo por ver su vida en riesgo. Que no se encontraron déficits. Que tiene un trastorno ansioso depresivo de origen multifactorial en el que incide la violencia. La perito le explicó que los cuestionarios son ateóricos y que están avalados por la comunidad internacional de investigadores.

Después el Ministerio pasó a decir que no era por justificar que alguien usara un arma de manera ilegal, pero que Carlos había visto un secuestro y él mismo fue víctima de un intento por privarlo de la vida.

El Ministerio Público tardó 23 minutos en exponer sus alegatos finales en un discurso emotivo que apelaba a la justicia para Carlos y su familia. La defensa de María Guadalupe se llevó dos horas para argumentar las inconsistencias y desarmar punto por punto la versión del Ministerio Público al que acusó de buscar criminalizar a toda costa a María Guadalupe. Cuando el fiscal habló otra vez dijo que la mentira se explica y la verdad se observa, que por eso la defensa tardó tanto en sus alegatos.

A pesar de que el jurado mencionó la obligación de juzgar con perspectiva de género según la Suprema Corte de Justicia de la Nación no lo hizo y apeló a la igualdad de derechos.

“Se desprende la obligación del tribunal de garantizar igualdad en el ejercicio de los derechos de los sujetos involucrados en el proceso, consagrada en el artículo primero constitucional al establecer que todas las autoridades en el ámbito de sus competencias tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad, y progresividad. En consecuencia el estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos en los términos que establezca la ley. Asimismo también establece que se encuentra prohibida la discriminación motivada por origen étnico, el género, la edad, la discapacidad, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana que tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas. Debe apuntarse que la prohibición de la discriminación tiene por objetivo fundamental alcanzar la igualdad entre todos los sujetos de derecho, lo que se traduce en la prerrogativa de recibir un mismo trato y gozar de los mismos derechos a todas las personas que se encuentren en una situación similar”, sentenció.

Eso se reflejó al calificar la violencia como riña y no como violencia de género, dijo la abogada defensora Alejandra Durán. 

Afuera de la Ciudad Judicial quedó colgando una manta gigante que dice: “Mary no es una víctima, es una asesina”. María Guadalupe volvió a su celda del Cereso femenil.

El homicidio en riña regularmente alcanza fianza. Para quedar libre María Guadalupe Pereda deberá pagar y volver a la sociedad con el estigma que vuelven los asesinos.