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Indígena pasó 11 años en prisión por aborto espontáneo

Reyna Panzo Panzo fue acusada de homicidio agravado tras sufrir un aborto espontáneo, cuando ella tenía 22 años

Escrito en ESTADOS el

ZONGOLICA, Veracruz.- La indígena nahua, Reyna Panzo Panzo, acusada de homicidio agravado tras sufrir una emergencia obstétrica fortuita en la que perdió al producto de su embarazo, obtuvo su libertad después de pasar 11 años en el penal de este municipio.

Este jueves, a las 11:15 horas, se abrió la reja del Centro de Reinserción Social de Zongolica, adonde Reyna Panzo ingresó a los 22 años de edad.

Sus primeros pasos parecían inseguros, como si andar en la calle siguiera siendo algo prohibido para ella. Vestía falda café, blusa rosa mexicano, el cabello acicalado y suelto. En las manos, sostenía un par de bolsas de plástico con ropa, cobijas y artículos de aseo personal.

Un custodio le pidió que pusiera sus pertenencias en el suelo, le entregó su acta de preliberación y le tomó una foto en la fachada del reclusorio. Luego del último clic y con el protocolo agotado, Panzo y los celadores se despidieron con amabilidad: “Felicidades, Reyna. Mucha suerte”.

A unas cuadras de la cárcel, en un pequeño café llamado La Finca, Reyna y dos activistas de la asociación civil Equifonia, dedicada a la defensa de los derechos de la mujer, brindaron con refresco de cola por haber obtenido la preliberación.

“Hace ocho días soñé que la directora del penal me mandaba llamar y me decía que ya se me había otorgado la libertad, pero no iba a dejar que me fuera. Yo no decía nada, pero sentía feo”, contó la mujer nahua mientras esperaba que le sirvieran huevos en salsa verde.

Durante su primer desayuno en libertad, Reyna Panzo no era efusiva sino más bien incrédula con respecto a su nueva situación jurídica. En tres ocasiones preguntó a las integrantes de Equifonía, cuando tenía que regresar al penal a firmar su libertad condicional.

“Reyna, eres libre, no tienes que regresar a firmar. Tú ya te vas a tu casa, y a Zongolica puedes venir a pasear o a hacer tus compras las veces que quieras”, le replicó en tres Adriana Fuentes Manzo, la asesora jurídica de Equifonía.

La denuncia

Una madrugada de 2006, en la comunidad de Tzacuala, municipio de Tehuipango, en la zona centro del estado, Panzo Panzo presentó una emergencia obstétrica fortuita durante el parto, que enfrentó sola en su casa.

Reyna había quedado embarazada mientras su pareja se encontraba en Estados Unidos. Después de la emergencia durante el parto, la familia de su esposo la acusó con las autoridades de haber atentado contra el producto de su gravidez.

En su contra se abrió la causa penal 01/2016 en el juzgado mixto de primera instancia de Zongolica, y se le dictó sentencia de 35 años de prisión, que con una apelación redujo a 20 años.

Aracely González Saavedra, de Equifonia, quien conoció el caso en 2013, aseguró que el proceso contra Panzo Pazo estuvo plagado de inconsistencias: ella solamente hablaba náhuatl y no tuvo asistencia de un traductor durante el juicio; no se hicieron pruebas médicas periciales para determinar si el producto nació vivo o muerto, y en el proceso no se aplicó perspectiva de género.

González Saavedra considera que la preliberación tras 11 años de prisión es una buena noticia no sólo para Panzo Panzo sino para otras mujeres de la entidad. Explicó que la excarcelación ocurre en medio de una alerta de género por violencia feminicida y de una serie de recomendaciones al gobierno de Veracruz.

Según los registros de Equifonia, en el estado hay al menos otras ocho mujeres presas por abortos espontáneos o emergencias obstétricas fortuitas, quienes fueron juzgadas por homicidio.

“No buscamos impunidad, buscamos justicia, considerando las condiciones en que están las mujeres. Todas son pobres, la mayoría indígenas, y en algunos casos hubo violencia sexual que no fue investigada”.

Durante su estancia en el penal, Reyna Panzo aprendió a hablar español, aprendió a bordar servilletas como un medio para obtener ingresos, y encontró una pareja con la que procreó dos hijos (uno de nueve años y otro de tres).

Con 33 años de edad, sólo esperaba reunirse con sus tres hijos –el de su primer matrimonio tiene13 años-, encontrar empleo y programar visitas a su pareja, a quien todavía le faltan ocho años para salir de prisión.


kach