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De pandillero y adicto, a consejero en barrios de Pachuca

Desde los ocho años empezó a consumir alcohol, para los 16 ya traficaba y robaba hasta que su vida cambió y ahora es consejero en el barrio en el que creció

Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.- Pael pasó de vagar por las calles como pandillero y consumiendo drogas a ser un consejero contra las adicciones. Desde hace 16 años ayuda a personas que al igual que él, son adictas en recuperación o codependientes emocionales.

Pael, como se autonombra y le agrada que lo llamen, aprendió a consumir alcohol y tabaco a los ocho años, una madre ausente por trabajar y un padre alcohólico fueron los motivos que lo orillaron a buscar reconocimiento entre las pandillas de barrios altos de la ciudad de Pachuca.

"Me eduqué como pude, la calle y la banda te enseñan cosas que no, en lo sexual, por ejemplo, me enseñaron a ser machista; en lo económico, que si yo no lo tenía, lo debía obtener como yo pudiera, aun asaltando o golpeando; en lo espiritual, que no existía Dios o una deidad superior y lo demás, era la ley del más fuerte".

DROGAS, EL REFUGIO DURANTE LA INFANCIA

Uno de los factores para que un adicto se haga un consumidor, delincuente en potencia o una persona que lastima es tener alguien en la familia con adicciones, explicó Pael.

"En mi caso, mi padre era un adicto en potencia y adicto emocional, aunque él se tardó mucho en aceptar esto, hasta los 82 años aceptó su adicción y dejó de consumir".

Pael comenzó a los ocho años con cigarros y alcohol para copiar actitudes de sus mayores e intentar generar empatía entre sus vecinos y jóvenes del barrio que también consumían.

Cuando yo empecé a consumir me reconocían, en el barrio decían: mira el chavito y como en mi casa no había reconocimiento y ellos si me reconocían, empecé a hacerlo más para obtener escalafones en la pandilla”.

A los 15 años, pasó de consumir a golpear, robar y traficar. En casa, le era fácil insultar a su madre y dañar forma física a sus hermanos, mientras que, en la calle, comenzó agredir a los vecinos y lastimar animales.

Todo ese tipo de cosas me hacían sentir mejor a mí, poderoso, porque yo había sido muy reprimido, un niño no educado que no sabía asearse, peinarse, que andaba mugroso”.

LOS TRES CAMINOS: CÁRCEL, MANICOMIO O PANTEÓN

Para los adictos, Pael considera que hay tres caminos: la cárcel, el manicomio o panteón. En su caso y debido a los hechos delictivos a los que se dedicó en su juventud, permaneció un año ocho meses en el Consejo Tutelar Para Menores Infractores de Pachuca.

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De este lugar salió cuando tenía 16, aunque sin ningún tipo de reinserción y listo para continuar delinquiendo, pues reconoce que en el tutelar aprendió más cosas negativas que positivas.

Yo no capté el mensaje ahí, tuve que fondear un poco más, seguí de necio, testarudo, hasta que ya después mis familiares me ayudaron, me llevaron a experiencias espirituales y comencé a llevar un estilo de vida diferente”.

Después de que fue obligado por algunas de sus hermanas, inició su recuperación y actualmente Pael lleva 27 años sin consumir sustancias.

A los 16 le paré, que bueno que frené, hay gente que de repente me iba enterado que los iban desapareciendo, matando, desgraciadamente esos son los caminos: cárcel, manicomio, panteón o un centro de rehabilitación o grupo de doble AA”.

ADICCIÓN, UN PROBLEMA EMOCIONAL

Hoy en día, Pael se dedica a la prevención de adicciones, pues considera que “solamente un loco entiende a otro loco” y conoce los padecimientos.

Como parte de su estrategia, ayuda a que los pacientes lleven estilos de vida saludables y sin codependencia a otras personas, pues explicó, que no solo las adicciones se basan en el uso de sustancias psicoactivas, sino están ligadas a problemas emocionales.

Un consejero en adicciones no es una persona que tenga una carrera especializada como un psicólogo o como un psiquiatra, un consejero es una persona que ha vivido en carne propia una adicción como tal, ya sea que hayan consumidos sustancias, que hayan sido dependientes o que sean enfermos emocionales”.

Pael también se reconoció como enfermo emocional, como alguien a quien le cuesta regular sus emociones, que de repente puede entrar a la histeria, soledad, depresión o tristeza por cualquier detalle.

Para una persona normal una frase una plática, conversación, suceso lo puede tomar normal, para un adicto como yo, no. A mí un suceso una palabra me hace sentir demasiada euforia o demasiada tristeza, es por ello que un adicto como yo tiene que aprender a regular sus emociones”.

Por ello, su trabajo como consejero consiste en detectar los síntomas emocionales en los niños, jóvenes y adultos, pues indicó que se es adictos a tres cosas: personas, sustancias o actitudes.

Hay algunas personas que no consumen drogas, pero que tienen una actitud nefasta ante la vida o ante la sociedad. Hay personas que son adictas al trabajo, a la pornografía, a las compras compulsivas, al ejercicio en exceso. Hay personas que son adictas a mentir, a menospreciar a los demás, que son ególatras, soberbias y que sienten placer al humillar”.

DE LA ADICCIÓN AL BREAK DANCE

Pael busca que los pacientes aprendan a sobrellevar situaciones negativas y obtener aprendizaje y resiliencia.

Una forma de terapia para él y de llevar un mensaje a los jóvenes es realizar pantomima en las escuelas y ocasionalmente en los centros penitenciarios, donde da su testimonio de vida, canta rap con letra propositiva y baila break dance.

He podido sostenerme con un equilibrio emocional, ya no soy tan arrebatado, no soy un santo, me sigo enojando, sigo teniendo pensamientos destructivos, sigo planeando cosas en mi mente maquiavélicas, pero ya no las ejecuto, yo soy un enfermo y tengo que entenderlo todos los días”.


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