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Covid devasta economía de indígenas en Pachuca

La contingencia sanitaria debilitó la de por sí frágil economía de las familias de origen indígena que viven en Pachuca

Escrito en HIDALGO el

PACHUCA.– Eulalia Hernández Cortes y Eva Hernández Ramírez son mujeres indígenas de la tercera edad que habitan en Pachuca con precariedades en sus hogares que aumentaron a causa de la pandemia por covid-19.

Las dos mujeres tienen en común que son hablantes de Náhuatl y habitantes de la colonia La Raza, la diferencia es que Eva migró a Hidalgo desde el estado de Veracruz, mientras que Eulalia es oriunda del municipio hidalguense de Xochiatipan.

Al igual que las 4 mil 50 indígenas que habitan en Pachuca, Eulalia y Eva migraron a la capital en busca de mejores condiciones de desarrollo, aunque actualmente sus ingresos se limitaron a 50 o 60 pesos diarios para alimentarse. 

CON MENOS INGRESOS COSTEAN ALIMENTOS Y SERVICIOS

Eulalia Hernández Cortes, de 61 años de edad, narró que desde de la contingencia sanitara por covid-19 los recursos que percibía se redujeron y resultaron insuficientes no solo para comprar alimentos, sino para adquirir tanques de gas y bañarse con agua caliente.

Desde hace 7 años que su esposo murió de cáncer, Eulalia depende de los apoyos económicos y especie que le comparten 4 de sus 8 hijos, aunque por la pandemia uno se quedó sin empleo y los demás se vieron afectados en sus ingresos.

Antes de que pasara la contingencia me daban mis hijos para ayudarme en algo, un jabón, un shampoo o lo que necesitara, pero ahorita que está la contingencia si sufro porque no me dan dinero mis hijos, ellos también van al día”.

Para evitar contraer covid, la mujer de la tercera edad evita salir a los mercados del centro histórico de Pachuca y con 50 pesos compra en tiendas cercanas a su vivienda los alimentos que comerá en compañía de su hijo, su nuera y sus dos nietas que habitan en la misma vivienda conformada por un cuarto donde se ubica el comedor y dos camas matrimoniales.

No podemos ir a comprar donde están más baratas las cosas, como podamos compramos en la tienda, pero el tomate, jitomate, el chile, está muy caro. No tengo para una leche o para comer un chachito de carne, no lo podemos comer porque no alcanza, lo que hacemos de comer es huevo, sopa o un arroz o frijolitos”.

Actualmente, Eulalia no está inscrita en programas de pensión dirigidos adultos mayores, pues argumenta, no alcanza la edad de 65 o 68 años que el gobierno federal solicita para obtener el recurso.

ELABORANDO TORTILLAS

Eva Hernández Ramírez es oriunda de Ilamatlán, Veracruz y habitante de la colonia La Raza, la mujer hablante de Náhuatl acondicionó en su casa un local para hacer tortillas, pues no puede caminar largos trayectos a causa de una caída.

Las ganancias en su negocio en tiempo de pandemia son de 130 pesos diarios, de los que tiene que reinvertir 70 para la masa que venderá al día siguiente, el restante son 60 pesos para comprar la comida.

Con lo que sobre compro huevo, hago frijoles, arroz o sopa y así comemos (…) Aunque sea tortillitas con sal comemos, nosotros sabemos hacer comida de rancheros, enchiladas, pero si no hay dinero nos aguantamos. Si hay salsa o jitomate lo muelo y ya hice enchiladas, o un huevo en torta. Siempre hay que buscar para comer”.


La Raza donde habita Eva, forma parte del polígono que integran las colonias Felipe Ángeles, Palmitas, Cubitos, Cerro de Cubitos y Cerro de las Animas, al interior de estos seis barrios el gasto promedio semanal para las mujeres que trabajan es de 561 pesos, según el Diagnóstico sobre los Derechos Humanos de las Mujeres Indígenas en Pachuca que data de 2016.

El documento, muestra que en el polígono en mención habitan 137 mujeres indígenas, de las cuales 53 trabajan, 80 se dedican a los quehaceres del hogar y solo 4 estudian.

La mayoría no continúa sus estudios por la pobreza de sus familias y las condiciones precarias en las que habitan, lo que ocasiona que abandonen la escuela para comenzar a trabajar.

RADIOGRAFÍA DE MUJERES INDÍGENAS

De los 8 mil 101 habitantes que hablan alguna lengua indígena en Pachuca, 4 mil 50 son mujeres de 5 a 79 años de edad, según muestra el Diagnóstico sobre los Derechos Humanos de las Mujeres Indígenas, elaborado por el Instituto Municipal de Investigación y Planeación de Pachuca (IMIP-Pachuca) en coordinación con la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).

De acuerdo con el diagnostico, el 68 por ciento de las 4 mil 50 mujeres indígenas que habitan en Pachuca se trasladaron de otros municipios de Hidalgo, principalmente de la zona Huasteca como Atlapexco, Calnali, Huahutla, Huejutla y Xochiatipan,

También provinieron de municipios del Valle del Mezquital como Actopan, Cardonal, Chapantongo, Huichapan e Ixmiquilpan; de la región Otomí Tepehua migraron de municipios como Huehuetla o San Bartolo Tutotepec.

Mientras que el 32 por ciento restante provinieron de 20 entidades del país como Veracruz, Puebla, Oaxaca, Ciudad de México y San Luis Potosí.  

El Diagnóstico en mención expone que las migrantes llegaron a la capital de Hidalgo en busca de mejores condiciones de desarrollo.

Sin embargo, 67 de cada 100 hablantes de lengua indígena que habitan en Pachuca viven en casas con dos cuartos que tienen piso de cemento o madera, cuyo servicio básico de mayor carencia es el agua entubada.

En el aspecto educativo, 4 de cada 10 mujeres solo concluyeron la primaria y su abandono escolar se debió a factores económicos, familiares, por embrazo o porque las obligaron a dejar la escuela.

El estudio también arrojó que 58 de cada 100 trabajan, pero sus ingresos oscilan entre mil y 5 mil pesos mensuales, mientras que, en la afiliación a servicios de salud, el mayor rezago se localizó entre hablantes de 15 a 29 años.

VIVIR EN PACHUCA Y SER INDÍGENA

Silvia Mendoza Mendoza, profesora investigadora del área académica de Sociología y Demografía de la UAEH y coordinadora del Diagnóstico, explicó que en Pachuca hay indígenas que residen en el municipio, cuya presencia se asocia a la migración.

Cuando se decide migrar no es una decisión femenina, siempre hay alguien que toma la decisión por ellas, el padre que las manda a trabajar, el hermano, el marido que decide que deben cambiarse de casa, etcétera”.

Explicó que si bien, una vez que llegan a Pachuca, las mujeres tienen acceso a servicios básicos como agua o luz, estos tienen que ser pagados. 

Entran a una economía monetizada, es decir, si en el pueblo pueden acceder al agua porque van al pozo o al manantial, son bienes que significan mucho trabajo para ir por ellos, pero que no significan dinero. Estando aquí (en Pachuca) se incorporan al sistema económico en donde los intercambios son de dinero y el dinero es posible a través del trabajo”.

Por ello, la investigadora añadió que el hecho de que los servicios sean cercanos a las mujeres indígenas que habitan en Pachuca, no significa que sean accesibles.

Hay una situación precaria que viven las mujeres, pensamos que, porque están cerca de la escuela, cerca de la casa de salud o de ciertos servicios, automáticamente se van a dirigir a ellos, pero no, porque en un contexto que las ha discriminado no es fácil que ingresen a una instrucción porque hay una discriminación histórica”.

El diagnóstico presentado en 2016, es una radiográfica de las condiciones y el contexto donde se desarrollan las mujeres indígenas que habitan en Pachuca.

sjl