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Conoce a Maurilio, un hombre de 107 años que vive en Pachuca

Maurilio Montaño Oliver nació el 13 de septiembre de 1923 y dedicó 54 años de su vida a trabajar en la empresa minera Real del Monte

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PACHUCA.– ¿Sabías que en la colonia Piracantos vive un hombre de 107 años de edad? Se trata de Maurilio Montaño Oliver, oriundo de Pachuca y extrabajador de la planta de Beneficio Loreto, propiedad de la Compañía Real del Monte.

Maurilio toma el sol sentado en un sillón cubierto por una sabana con flores de colores que se encuentra en una de las esquinas de su habitación.

Espera la hora de la comida y sostiene una fotografía de cuando era joven, aún no se le notaban las arrugas ni las pecas, tenía abundante cabello negro y no canoso, como el que ahora cubre una boina.

“Ese soy yo cuando trabaja en Loreto en la compañía, quisiera yo volver a ser joven, pero realmente analizando, a este mundo venimos a sufrir por desgracia porque tenemos enemigos gratuitos por ambiciones, pienso yo”. 

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La edad exacta que tenía en aquella foto no la recuerda, quizá 45 años o menos.

Su hijo, Ricardo Javier Montaño Juárez, de 67 años, ha dedicado su vida a documentar e investigar la historia y origen de su familia, incluyendo la de Maurilio, por lo que estima que probablemente su padre es una de las personas más longevas de la ciudad. 

UN DÍA DE MALA SUERTE 

El 13 de septiembre de 1913 nació Maurilio y fue registrado un mes después, como lo muestra su acta de nacimiento. 

Fue el mayor de cinco hermanos, pero ya solo vive Rebeca, la más pequeña, de aproximadamente 90 años y a quien no ve desde hace tiempo.

Sus familiares le decían a Maurilio que nació un día 13, de mala suerte, pero su hijo Ricardo opina todo lo contrario, pues faltan tres meses para que su padre cumpla 108 años. 

El hombre tuvo ocho hijos, el menor era socorrista voluntario y murió, pero aún viven siete y todos tienen entre 79 y 65 años de edad. 

54 AÑOS EN LA COMPAÑÍA MINERA 

La fotografía a blanco y negro con la que Maurilio recuerda su juventud la sacó para unos trámites laborales que le pidió la Compañía Real del Monte, donde trabajó de 1929 a 1983. 

Ingresó a los 16 años de edad y se jubiló a los 70, dedicó 54 años de su vida a la empresa minera, aunque en realidad no trabajaba dentro de las minas, sino en las áreas de muestreo para determinar la calidad del metal. 

Y aunque Maurilio tiene que apoyase de sus familiares para recodar algunas fechas, lo que no olvida son aquellas actividades productivas que se realizaban en la planta de Loreto.

“La mina de San Juan Pachuca está conectada con la mina de La Rica en Real del Monte, hay un túnel porque eso lo hicieron para traer en góndolas el metal que se producía en Real del Monte, antes había canastillas y esas canastillas los metaleros las volteaban y se robaban el metal, entonces la compañía para evitar los robos hizo el túnel”.

Maurilio también señala que otra forma de llevarse el metal era por medio de churros y lo hacían algunas personas que se desempeñaban en el área de fundición de plata. 

“Los que trabajaban en la fundición de plata, antes de fundirla llenaban unos cartuchos, como churros y esos los llenaban de precipitado que era la plata y el oro antes de fundirse y se lo metían por el recto, en Loreto. Eran unos churros hechos de una bolsita larga y una jaretita para cerrarla y le ponían vaselina, esos eran los robos de los que trabajaban en la fundición”.

Otra de las cosas que recuerda Maurilio son los camiones que transportaban el metal, mejor conocidos como ‘las cotorras’, hay una sobre el bulevar Felipe Ángeles de Pachuca. 

“Había unos camiones que les decían las cotorras, en la avenida Juárez está una cotorra de exhibición, esos camiones son verdes y fueron los que la compañía de Real del Monte compró para trabajar, para el acarreo”.

EL CUERPO SE DEGENERA

A sus 107 años de edad, Maurilio es auxiliado por su hijo Ricardo, su nuera y un joven que les ayuda para los cuidados del adulto mayor. 

Maurilio tiene dificultad para escuchar, pero eso se soluciona si sus familiares le hablan con un tono de voz fuerte o bien, si le escriben en una hojita de papel lo que le quieren comunicar. 

“Las enfermedades degeneran el organismo, como las piernas, una la puedo doblar, pero otra ya la tengo como muerta, se va uno acabando, porque ya no tienen las facultades que tiene uno a los 20-30 años”. 

Hace dos años el hombre dejó de caminar porque una de sus piernas se quedó sin movilidad, por eso la mayoría del tiempo está en su sillón o lo transportan en silla de ruedas. 

“Por eso yo les digo hay que cuidarse, no darse mala vida, parrandas, borracheras, eso es nada más para acabarse, no es para gozar, gozan un momento la borrachera y al rato ya están enfermos, crudos, enfermos, sin tener la necesidad.” 

Maurilio disfruta la compañía de sus familiares, platicar su vida y observar en las pantallas videos de desfiles militares. 

“Yo sé que me voy y que a los que yo deje aquí van a sufrir, porque a este mundo casi todos venimos a sufrir para ganar y tener vida, esa es la verdad. Qué bueno fuera que viniéramos a gozar, no muriéndonos nunca, teniendo vida eterna, pero no, venimos nada más de paso”.


sjl